8 de agosto de 2009.- Botellas, bolsas y jeringas son sólo algunos de los objetos plásticos
-material que no se biodegrada- que flotan en el Pacífico Norte, entre
los Estados Unidos y el Japón, conformando lo que algunos han bautizado
como una "isla o sopa de basura". .
Con el objetivo de estudiar la composición de esa inmensa masa de
desechos, y su efecto sobre la vida marina y la cadena alimentaria,
partieron días atrás los buques New Horizon y Kaisei desde las costas
de California, y por estas horas se acercan a su objetivo
Se estima que la sorprendente "mancha" de residuos tiene una superficie
de casi 1,4 millón de kilómetros cuadrados (lo que equivale a la mitad
de la superficie continental argentina), y que contiene más de seis
toneladas de plástico. Además de objetos identificables, está compuesta
por millones de partículas microscópicas, algunas del tamaño de un
grano de arena.
Agrupados bajo la denominación Proyecto Kaisei, quienes llevan adelante
la investigación son científicos, ecologistas, amantes de los océanos,
marinos, y entusiastas de los deportes que se reunieron para estudiar
los desechos para determinar la manera de recuperarlos, tratarlos, y de
evaluar si podrían ser utilizados para transformarse en combustible.
"En esta expedición, por el momento, no lo estamos intentando. La idea
es primero analizar la basura y entonces podremos discutir la mejor
manera de lidiar con ella", dijo a BBC Mundo el líder del proyecto,
Doug Woodring.
Woodring agregó que el problema principal es que la "isla" está en
aguas internacionales. "Nadie pasa por allí, no es parte de las
principales rutas comerciales, no está bajo ninguna jurisdicción y el
público no sabe de su existencia", explicó el científico. La gran masa
de residuos fue descubierta hace más de una década por el oceanógrafo
Charles Moore, quien se internó en esa ruta y se topó de sorpresa con
el inusual y desagradable paisaje.
Los organizadores, que tienen previsto el regreso de la misión para
principios del mes próximo, informaron que las acciones podrán ser
seguidas por el público a través de Internet.
Camino a la mancha de residuos, el barco New Horizon va tomando
muestras de aguas oceánicas, a veces de grandes profundidades. Esas
muestras de "mar limpio" servirán para ser comparadas luego con las que
se tomen luego entre los residuos. Woodring está enviando
periódicamente una bitácora desde el New Horizon, que se puede seguir
en el sitio www.projectkaisei.org.
El principal problema de los residuos plásticos es que no se degradan como los materiales naturales. Por ejemplo, una botella plástica arrojada al mar termina convirtiéndose en minúsculos pedacitos debido a la acción del Sol y las corrientes marinas. Pero esos pedacitos siguen siendo de plástico; su constitución básica no resulta alterada. Otros objetos más grandes (como restos de utensilios, tapones y envases) apenas resultan afectados durante siglos enteros.
Muchos de esos desechos son trasladados por las corrientes oceánicas hasta un sector del Pacífico Norte en el que las aguas giran lentamente, en el sentido de las agujas del reloj. Los vientos son escasos y no existen islas en donde los trozos de basura más grandes puedan encallar. Así que una gigantesca masa de plásticos permanece flotando como una isla de basura en una extensa región, conocida como “vortex del Pacífico” o más precisamente, “garbage patch” (basural).
(Hacer click sobre la imagen para ver la animación)
La densidad de los restos flotantes aumenta dramáticamente año tras año. Por cada cinco kilogramos de plancton, se encuentra un kilogramo de desechos plásticos. Muchas aves marinas y peces terminan pereciendo al consumir ciertos desperdicios plásticos, como tapas de botella o carcazas de encendedores. Se estima que cada año, más de un millón de aves y cien mil mamíferos y tortugas marinas mueren debido a la ingestión de los restos de plástico arrojados al océano. Por supuesto, no todos los plásticos flotan. En realidad, alrededor del 70% de la basura plástica acaba contaminando el fondo de los océanos.
Otro grave problema es que los plásticos actúan como una especie de “esponja química”, concentrando la mayor parte de los contaminantes tóxicos en los océanos: los POPs (”persistent organic pollutants”, contaminantes persistentes orgánicos). Los animales que consumen estos materiales contaminados los transfieren a lo largo de la cadena alimentaria, con los riesgos que ello implica.
El capitán Charles Moore fue el primero en descubrir este fenómeno y estudiarlo, en el año 1997. Desde entonces se han realizado numerosas expediciones científicas con rumbo al basural del Pacífico Norte. Desde septiembre de 2007, la nave de investigación oceanográfica Alguita se encuentra en la región realizando estudios sobre el aumento de la densidad de los desperdicios y sus consecuencias sobre el ecosistema. Los informes de sus descubrimientos están siendo publicados regularmente en un blog que incluye fotografías de las distintas muestras de desechos encontrados en las aguas.