Washington, marzo 26 - La reunión que el pasado martes por la tarde celebraron Barack Obama y Benjamin Netanyahu no sirvió para desatascar las relaciones entre Estados Unidos e Israel. El presidente estadounidense no consiguió arrancar del primer ministro israelí concesiones en la construcción de nuevos asentamientos en los territorios ocupados.
El portavoz de la Casa Blanca, Robert Gibbs, confirmó que sigue habiendo serios “desacuerdos” entre los dos países y que Obama había pedido “aclaraciones” sobre la construcción de nuevas viviendas en Jerusalén Este. Las conversaciones, dijo Gibbs, fueron “sinceras y directas”.
Ambas partes trabajaron a destajo durante todo el día de ayer para tratar de alcanzar un lenguaje común. El enviado especial en la zona, George Mitchell, tenía previsto reunirse anoche con el primer ministro israelí.
En un gesto sin precedentes, Obama recabó apoyos internacionales en un momento delicado. Habló por videoconferencia con el presidente francés, Nicolas Sarkozy; la canciller alemana, Angela Merkel, y el primer ministro británico, Gordon Brown, sobre Oriente Próximo e Irán, informó la Casa Blanca, como “parte de las consultas continuas con nuestros socios europeos”, dijo Gibbs para normalizar el asunto.
Mientras, en Nueva York, el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, afirmó que el estatus definitivo de Jerusalén se decidiría en las negociaciones finales entre israelíes y palestinos, y pidió evitar acciones “provocadoras” que enturbien el diálogo. Ban respondió así a la afirmación de Netan-yahu de que Jerusalén no es un asentamiento sino la capital de Israel.
La reunión del martes no fue bien. No hubo foto, ni siquiera protocolaria, no hubo declaración a la prensa, ni comunicado conjunto. Nada. De las más de tres horas que pasaron juntos los dos mandatarios, sólo se supo que acabaron en fracaso.
Netanyahu llegó a las cinco y media de la tarde a la Casa Blanca y mantuvo una reunión a solas con Obama durante hora y media. Poco después, en un gesto que parece atestiguar la gravedad de la situación, Netanyahu, su ministro de Defensa, Ehud Barak y sus asesores, se retiraron a una de las salas de la residencia oficial para discutir de lo hablado con el presidente de EEUU.
Otra hora y media más tarde, el premier israelí pidió de nuevo verse con Obama, con el que mantuvo una segunda reunión de media hora. El encuentro selló el desacuerdo hasta el punto de que ninguna de las partes fue capaz de encontrar un lenguaje común para un comunicado oficial.
A continuación, Netanyahu y Ehud Barak se dirigieron a la embajada israelí, dejando atrás a un grupo de asesores para que siguieran discutiendo con el equipo de Obama. A las dos de la madrugada, los dos bandos se dieron finalmente por vencidos ante la diferencia abismal de sus posturas. “La idea era llegar a algún tipo de entendimiento antes de salir hacia Israel”, declaró al diario Haaretz uno de los miembros de la comitiva israelí.
Desde la perspectiva de Washington, no se trata sólo de los asentamientos. “Obama y sus asesores han descrito el estancamiento del conflicto israelo-palestino, no sólo en términos de la relación con Israel, sino como objetivo primordial de la seguridad nacional de EEUU. El general David Petraeus, jefe del mando militar, declaró recientemente ante el Congreso que el conflicto alimentaba sentimientos antinorteamericanos debido a una percepción de favoritismo hacia Israel. Su comentario sugería que el fracaso en resolver el conflicto ponía en peligro vidas estadounidenses”, decía ayer The Washington Post.
Las disensiones entre Obama y Netanyahu no serían tan graves si no hubiera tantas dudas sobre la postura del Gobierno demócrata en Oriente Próximo.
“Algunos dicen que no tiene estrategia, que su equipo va improvisando, reaccionando a los acontecimientos y no tiene una idea clara de cómo conseguir sus objetivos”, decía el analista Marc Lynch en la revista Foreign Policy. “Otros aseguran de que ha estado preparando su jugada con el ojo puesto en objetivos a largo plazo, sin perder tiempo en tácticas o teatro”, añade citando como ejemplo la reciente victoria en el tema de la reforma sanitaria para demostrar que el presidente elabora sus planes con paciencia y consigue lo que se propone.
En Washington, muchos lamentan no sólo la falta de claridad del equipo de Obama, sino sobre todo su falta de firmeza. “Estados Unidos e Israel no consiguen entablar una diálogo porque EEUU no entiende la dinámica de la política israelí o porque, por sus propias razones políticas, es incapaz de actuar con decisión”, comenta Daniel Levy, director del Middle East Task Force del centro de análisis progresista New America Foundation.
“El último presidente estadounidense que declaró ilegales los asentamientos fue Jimmy Carter y la última vez que hubo consecuencias por la construcción de estas viviendas fue durante la presidencia de George H. W. Bush. Eso ocurrió hace 30 y 20 años respectivamente”, recuerda Levy.