Caracas, 4 de mayo de 2010.- A esta redacción llegó la siguiente denuncia de la compatriota Hindu Anderi, la cual fue testigo de un hecho que le causó indignación y vergüenza en las inmediaciones del boulevard de Sabana Grande en la tarde de hoy. a continuación el relato:
"Acabamos de ser testigos de un hecho que no sólo nos llena de indignación y vergüenza, sino que además nos da dolor porque nos revive las practicas que denunciamos reiteradamente y de las cuales fuimos víctimas en la IV República, la persecución en caliente de un joven buhonero, en el bulevar de Sabana Grande.Cerca del pasaje La Asunción, observamos impávidos a un funcionario motorizado de Poli Caracas, subordinado de la Alcaldía del Municipio Bolivariano Libertador acorralando cual rata a un joven que lleno de terror protegía su trapo con la mercancía (ropa) como aferrándose a su esperanza. Quizás temía que además de detenerlo le quitaran su sustento. El joven corría con el peso, sudaba y en sus ojos se reflejaba el miedo al policía, quien cegado por la ira, ni siquiera atendió el llamado que le hiciéramos para que moderara su actitud para con el vendedor ambulante. “Señora no ha visto nada”, me comentó una joven que ha visto más de una “caza” parecida a las que practican en la frontera entre México y Estados Unidos. Porque resulta que es pan de cada día, nos referimos a la metodología que se usa para “liberar” el boulevard.
No pudimos más que correr para denunciar en el Módulo de Poli Caracas
ubicado en pleno Boulevard, a unos metros de la antigua Prefectura de
El Recreo. Y allí fue peor la experiencia. No nos tomaron la denuncia
por escrito, como debe hacerse en estos casos, sino que además el
“encargado”
confundió derechos humanos con derechos civiles y justificó la
persecución.
El funcionario entendía libre tránsito como derecho humano y maltrato
físico como cualquier otra cosa.
¿Usted defiende los
derechos humanos del buhonero y el suyo qué?, nos dijo el policía
encargado del módulo.
Pero lo más terrible
fue que a su lado, un sujeto con radio, franela roja y características
de ser un elemento armado pero vestido de civil, quien en varias
oportunidades
nos quiso interrumpir insultándonos, dijo literalmente; “qué está
denunciando ella…a los buhoneros hay que joderlos, hay que escoñetarlos”
(mil disculpas por reproducir fielmente las palabras). Sus afirmaciones
avaladas por el silencio de los policías uniformados nos demostraron
el fascismo que algunos asumen como una práctica e ideología natural.
¿Qué hacía un sujeto con esa actitud al lado de la policía de Caracas?
Al final nos hicieron
una pregunta y una recomendación. La primera: ¿Cómo haría usted
para limpiar de buhoneros el bulevar? Y lo otro fue peor: “Bueno señora
si quiera vaya a la Cota 905 pa´que denuncie”. Y nosotros nos
preguntamos
¿entonces qué sentido tiene un módulo en el Boulevard que entendemos
cuenta con un presupuesto para funcionar?
A estos sujetos tenemos
que recordarles que estamos en la V República; en una democracia
participativa
y protagónica, donde se defienden los derechos humanos del pueblo y
donde el débil jurídico debe ser reconocido como tal.
El problema de la
economía
informal, de la buhonería, de la inseguridad y de cuanto rollo hay
en el país heredado o no, debemos asumirlo con responsabilidad. ¿Qué
pasa que no nos reunimos con la gente y hacemos asambleas públicas
y le buscamos una solución colectiva al problema? Desconocemos si se
ha hecho, pero esta escena enloda el esfuerzo.
Es que si no somos
capaces
de resolver un asunto como ese, entonces ¿cómo vamos a enfrentarnos
al imperio o a hacerle frente a problemas mucho más complejos?
Los buhoneros no son
los culpables del problema, como los pobres no lo son de la miseria.
Se trata de un asunto estructural, más complejo y por lo tanto mucho
más comprometedor. Se trata del capitalismo y sus prácticas.
Contrariamente a los malandros los sueltan a cambio de “bajarse de
la mula”, para seguir matando y robando gente, arriesgando este proceso
por el que nos la estamos jugando.
Todos y todas tenemos
derecho a transitar libremente por las calles, por las aceras, disfrutar
de nuestros espacios públicos. Eso es cierto, una verdad del cielo
a la tierra, pero jamás a costa de pasar por encima de los derechos
humanos y la dignidad de la gente. Estoy totalmente segura que si
Argimiro
Gabaldón, Livia Gouverneur, Fabricio Ojeda, Alí y Jorge Rodríguez
padre, entre otros, hubieran sido testigos de esa práctica inhumana,
habrían reaccionado con mucha más ira de la que nosotros sentimos
en ese momento.
No podemos ser iguales a los fascistas que han devastado este país; no podemos asumir las mismas prácticas de los verdugos del pasado, repitiéndolas hoy. Si lo hacemos no somos revolucionarios ni esta es una revolución."