Cadáveres de niños, varios cuerpos calcinados delante de casas uzbekas incendiadas y madres gritando de dolor. Las imágenes del horror en el sur de Kirguistán son cada vez más pavorosas, tras cuatro días de los peores enfrentamientos étnicos en dos décadas en esa empobrecida ex república soviética de Asia Central.
Aunque el
gobierno habla de 138 muertos y más de 1.700 heridos, los pobladores y
organizaciones humanitarias estiman que los asesinados podrían ser
más de
1000 las víctimas de los enfrentamientos.
El Comité Internacional de la Cruz Roja dijo que la cifra de muertos no
refleja
la realidad, pues se estima que todavía hay cadáveres que no han sido
recuperados de las calles en Osh y Jalalabad.
La etnia uzbeka forma 15% de los 5,5 millones de la población total de
Kirguistán.
En tanto, unas 100.000 personas de la minoría uzbeka que escaparon de
los
violentos grupos armados de la mayoría kirguisa se agolpaban ayer en la
zona
fronteriza con Uzbekistán.
Kirguistán, también conocido como Kirguizistán, Kirguizia, y
oficialmente como
República Kirguiza, es un país montañoso de Asia central, sin
salida al
mar, que tiene frontera con la República Popular China, Kazajistán,
Tayikistán y
Uzbekistán. Su capital es Biskek
El país cuenta con una población de algo más de 5,35 millones de
habitantes
distribuidos en 198.500 km². Desigualmente repartida, se concentra en la
capital, Biskek y las zonas bañadas por el río Naryn y sus afluentes.
Desde el punto de vista étnico, el 55% son kirguises, el 21% uzbekos y
el 11%
rusos con alguna minoría de tayikos y chinos al sur y este.
Ese país anunció ayer el cierre de su frontera al saturarse sus capacidades de recepción de refugiados y pidió ayuda internacional para las decenas de miles de personas que llegaron desde que comenzó la crisis, el viernes.
El número
de refugiados que huyen del peor brote de violencia étnica en el sur de
Kirguistán en 20 años puede llegar pronto a las 100.000 personas o
incluso
más, dijo el martes un enviado especial de Naciones Unidas.
Los enfrentamientos entre residentes kirguisos y uzbekos en las ciudades
de Osh
y Jalalabad comenzaron el jueves y se incrementaron durante el fin de
semana.
Testigos dijeron que bandas con rifles automáticos, barras de metal y
machetes
incendiaron casas y dispararon contra vecinos que escapaban.
Al menos 170 personas han muerto ya por un estallido de violencia que
"preocupa" en Rusia y en Estados Unidos, países ambos que operan
bases
militares en la estratégica pero inestable nación del Asia Central.
Un reportero de Reuters indicó que Osh parecía estar en calma el martes.
"Hemos recibido información de las autoridades uzbekas de que el número
de
refugiados concentrados en el lado uzbeko es de 75.000, pero este número
está
creciendo y puede sobrepasar pronto las 100.000 personas", dijo el
enviado
especial de la ONU, Miroslav Jenca, en rueda de prensa.
El enviado dijo que la situación de seguridad en el lado kirguís de la
frontera
hacía imposible comprobar las cifras.
ACNUR, la
agencia para refugiados de Naciones Unidas, dice que por lo menos 75.000
personas de la etnia uzbeka han huido de sus hogares en Kirguistán hacia
la
nación vecina.
También anunció el envío aéreo de provisiones a Uzbekistán, del cual
estará
participando Rusia con asistencia humanitaria, incluyendo alimentos y
frazadas.
Un grupo de ex repúblicas soviéticas propuso el lunes enviar
helicópteros y
equipos para ayudar al gobierno interino de Kirguistán a detener la
violencia, y
sugirió que también podrían enviar tropas.
La amenaza
de una guerra civil ha puesto a prueba a la Organización Colectiva del
Tratado
de Seguridad - dominada por Rusia pero salpicada de rivalidades - por su
gestión
de un conflicto en uno de sus estados miembros.
"Moscú tiene un gran temor a la inestabilidad en la región", dijeron en
una nota
analistas de Eurasia Group.
"La violencia plantea la perspectiva de una zona anárquica en el sur de
Kirguistán que podría, según el punto de vista del Kremlin, brindar
eventualmente un refugio seguro para milicianos islamistas y para
la
operación de bandas de crimen organizado y grupos de narcotráfico",
agregó la
nota.
Washington usa su base aérea en Manas, en el norte de la ex república
soviética
- a unos 300 kilómetros de Osh -, para abbastecer a sus fuerzas que
combaten a la
resistencia talibán en Afganistán.
Varios analistas sostienen que si el sur de Kirguistán, que comparte el
densamente poblado valle de Ferghana con Uzbekistán y Tayikistán, cae en
el
caos, podría fomentar a milicias islamistas financiadas por el tráfico
de
drogas.
El
gobierno interino de Kirguistán, que tomó el poder después de que el
presidente
Kurmanbek Bakiyev fuera derrocado en abril, ha acusado a los
simpatizantes del
líder depuesto de avivar el conflicto étnico, acusación que
Bakiyev negó
en una declaración desde su exilio en Bielorrusia.
Kirguistán y Uzbekistán comparten el valle de Ferghana. Los uzbekos
representan
el 14,5 por ciento de la población de Kirguistán, pero casi equiparan a
los
kirguisos en las regiones de Osh y Jalalabad.
El caos
crece sin pausa en Osh, la segunda ciudad de Kirguistán, y Yalal Abad.
Tanto,
que Rusia, que el domingo envió cientos de soldados adicionales para
proteger
su base militar en Kirguistán, analiza ahora mandar tropas de paz .
“La situación actual en Kirguistán es intolerable, ha muerto gente, hay
sangre
derramada por disturbios étnicos. Es muy grave para esta región y por
eso hay
que hacer todo lo posible para poner término a esos actos”, declaró ayer
el
presidente ruso Dmitri Medvedev.
Según el jefe del Consejo de Seguridad ruso, Nikolai Patrushev, una
alianza
militar encabezada por Rusia ya elaboró un plan anticrisis para frenar
los
enfrentamientos.
También Estados Unidos y la Unión Europea observan con atención la
situación en
Kirguistán.
*****
En medio de un renovado clima de tensión entre y Rusia y el eje EEUU-OTAN en el Cáucaso, en un centro estratégico de la "guerra fría" por el control de las fuentes y rutas del petróleo en el Asia central, Kirguistán, un país clave en el dispositivo de ocupación militar de Afganistán, ingresó en un proceso de violencia y de "guerra civil" que involucra por igual a las dos primeras potencias nucleares del planeta. Se trata de un nuevo y peligroso frente de conflicto en un área explosiva que contiene más del 70% de las reservas petroleras mundiales.
Por
Manuel Freytas
(*)
manuefreytas@iarnoticias.com
Un polvorín: Kirguistán, una ex república soviética de 5 millones de habitantes, es un centro estratégico de la "guerra fría" por el control de las fuentes y rutas del petróleo en el Asia central.
También
conocida como Kirguizistán, Kirguizia, y oficialmente como República
Kirguiza,
es un país montañoso de Asia central, sin salida al mar, que
tiene
frontera con la República Popular China, Kazajistán, Tayikistán y
Uzbekistán. Su
capital es Biskek
El país cuenta con una población de algo más de 5,35 millones de
habitantes
distribuidos en 198.500 km². Desigualmente repartida, se concentra en la
capital, Biskek y las zonas bañadas por el río Naryn y sus afluentes.
Cobija una base rusa, una base estadounidense, y juega un papel vital en el dispositivo de ocupación militar de Afganistán.
Además el proceso de violencia y de "guerra civil" desatado en Kirguistán es otro peligroso frente abierto en una región petrolera marcada por los conflictos en Pakistán y Afganistán, que repercuten directamente por las fronteras de Irán y la guerra latente en Medio Oriente.
El país integra la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS) junto con China, Rusia, Kazajistán, Kirguistán, Tayikistán y Uzbekistán.
Pero también, en un doble juego, mantiene acuerdos con el eje EEUU-UE. Recientemente un gobierno pro-EEUU fue derrocado por otro pro-ruso.
Esa situación desequilibró la balanza y la inclinó para el lado de la estrategia del Kremlin, que se encontró con la posibilidad de recuperar un enclave estratégico que el "eje occidental" le había arrebatado tras la caída de la URSS.
Con el nuevo conflicto abierto en Kirguistán, Rusia y EEUU vuelven a cruzarse peligrosamente en una región clave en la disputa estratégica por el control de los recursos energéticos que ya tuvo su primer desenlace armado con la llamada "guerra de Georgia" en agosto pasado.
Desplazamientos militares de la OTAN, la cuestión de la instalación de sistemas misilisticos USA en el espacio post soviético, y un reposicionamiento estratégico de Rusia en Abjasia y Osetia del Sur, marcan el calendario inmediato de una región de alto voltaje conflictivo.
Georgia, puntal de estrategia USA en el Cáucaso, continúa rodeada por el aparto militar ruso, mientras que en Ucrania (ex aliada de EEUU) tomó el control un gobierno pro-ruso que restauró todos los acuerdos estratégicos con Moscú, incluido la permanencia de la base del flota rusa del Mar Negro.
Al más puro estilo de la CIA y de los servicios occidentales, la respuesta inmediata al derrocamiento del presidente pro-EEUU en Kirguistán, Kurmanbek Bakiyev, fueron las "revueltas populares" conducidas por el derrocado.
Poco a poco, la situación se fue desmadrando, y finalmente derivó en una "guerra civil" entre la mayoría kirguis (el 55% de la población) y la minoría uzbeka (el 21% uzbekos).
La "guerra civil", es una metodología que la CIA y los servicios occidentales utilizan tanto para conquistar como para reconquistar territorios y gobiernos.
La utilizaron (y la utilizan) en Irak, Afganistán, Pakistán, en Sudán, Yemen, Nigeria, y en general donde haya petróleo y recursos para depredar en nombre de la "guerra contra el terrorismo".
Kirguistán es clave, no solamente porque se encuentra en la zona más estratégica y explosiva del planeta, sino porque representa un área en disputa entre Rusia y EEUU, con China en frontera.La nueva "guerra fría" entre Rusia y EEUU, es antes que nada una guerra económica por el control de recursos estratégicos, con el petróleo y el gas como los dos objetivos fundamentales en disputa.
Se trata de una guerra (por ahora "fría") por el control de las redes de oleoductos (corredores energéticos) euroasiáticos donde China juega su supervivencia en alianza con Rusia.
Además, en la agenda militar y geopolítica del espacio asiático, Pekín, igual que Rusia, se sitúa en las antípodas del proyecto estratégico del eje EEUU-UE que militarizó la región euroasiática para desestabilizar las redes energéticas de Rusia, de las cuales China es la principal beneficiaria.
Moscú y Pekín, en abierto desafío a la hegemonía europeo-estadounidense, a su vez trazaron acuerdos militares estratégicos y consolidaron un bloque militar y económico común en Asia en abierto desafío a la OTAN.
Como producto de una "guerra civil" activada por los servicios de inteligencia, hoy Kirguistán está ardiendo y en situación de catástrofe humanitaria.
En el Medio, Rusia y el eje EEUU-UE pulsean una batalla encubierta para ver quien se queda con el control del país.
EEUU, que acaba de perder un enclave estratégico con Ucrania, que debió resignar influencia sobre Georgia en la Guerra del Cáucaso, no puede darse el lujo de perder Kirguistán.
Y mientras la CIA atiza la guerra inter-etnica, Moscú estudia estrategias para intervenir militarmente en el país como si fuera una "fuerza de paz". Con otro dato anexo que lleva agua a la estrategia del Kremlin: El 11% de la población de Kirguistán es rusa.
El argumento Rusia lo empieza a buscar a partir de la integración de Kirguistán a la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS), una especie de "OTAN paralela" del Asia central liderada por Pekín y el Kremlin.
De cualquier manera, la masacre inter-étnica ya abrió otro frente de conflicto en la estratégica zona del "triángulo petrolero" que involucra a Eurasia y Medio Oriente y contiene más del 70% de las reservas energéticas mundiales.
Este es el punto central que esconde la masacre manipulada que la prensa del sistema presenta como una "guerra de etnias" entre kirguises y uzbecos.