8 de julio de 2011.-Desde hace dos años protagonizamos un atenazo, hasta en Grecia se siguen los pasos que Caracas dio en 1989”, destacó Roberto Hernández Montoya, quien fue el Orador de Orden en la Sesión Solemne de la Asamblea Nacional con motivo de la celebración del Bicentenario de la declaración y firma del acta de independencia de las provincias que formaban la Capitanía General de Venezuela del imperio español, de hecho y derecho.
Precisó que las estrategias de dominación imperial nos han persuadido de que no hay peor país que Venezuela, donde somos haraganes, picaros, violentos e inmorales y que nada podemos rescatar.
No obstante, hoy día, gracias a la revolución bolivariana estamos rescatando nuestros caudales culturales, con la publicación de las obras de Andrés Bello o Rómulo Gallegos.
Señaló que los cambios históricos y los procesos intelectuales que se descargan como una avalancha contra el estamento constituido, implican desequilibrio, tensión y enfrentamiento, aun cuando se desplieguen en paz como hoy Venezuela.
Antes del Caracazo, intelectuales y artistas formaron por tres décadas recursos conceptuales y estéticos que condujeron al país a los procesos que devinieron luego en 1992.
Gracias al desafió cultural de 1811 es que hoy en Venezuela no concebimos la existencia de un rey o una reina, a quien hacer reverencias.
Por ello, esta conmemoración de la Independencia de Venezuela constituye una nueva oportunidad para ver desbordado el sentimiento patriótico a 200 años de la Gesta Emancipadora, indicó Hernández Montoya.
En esos ciclos de cambio de las naciones, se van engendrando procesos coherentes y a la vez contradictorios vinculados con la dialéctica, hasta culminar con resultados frente a las circunstancias. Así ocurrió en los sucesos del Caracazo, donde un grupo intelectuales, artistas, estudiantes, entre otros; unieron sus fuerzas para luchar por sus derechos.
Hernández Montoya también rememoró que en aquel despertar colonial de 1811, el orden social obedecía a una disciplina feroz y malhumorada que no consentía la más mínima trasgresiones y puestas en dudas. Sin embargo, para sorpresa de todos los ciudadanos, quienes se formaron para ser administrar los intereses coloniales, fueron no solo los transgresores sino los dirigentes activos en la ruptura del orden imperial.
La corona española contaba con Simón Bolívar, Francisco de Miranda y con toda esa innumerable legión de jóvenes insurgentes para tutelar los intereses de la monarquía española y de las castas sociales aliadas en el nuevo mundo, pero “algo salió mal, porque es que el ser humano, no es una relojería astronómica, en que cada cuerpo celeste da vuelta. Y gracias al desafió cultural de 1811 es que hoy en Venezuela no concebimos la existencia de un rey o una reina, a quien hacer reverencias, enfatizó el orador.
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