Entrevista en Madrid

Bernardo Álvarez: Celac y Unasur evitan los golpes de Estado

Bernardo Alvarez, embajador venezolano en España

Bernardo Alvarez, embajador venezolano en España

Credito: Archivo

Caracas, diciembre 26 - Reproducimos la entrevista realizada por Enrique Mariño al embajador de Venezuela en España, Bernardo Álvarez.

Nada más poner un pie en Madrid hace unas semanas, a Bernardo Álvarez le llamó la atención que España no fuese consciente de los cambios que se están produciendo en América Latina. Álvarez cree que España debe replantearse la relación estratégica con los miembros de la Celac.

¿Por qué fue creada? ¿Aspira Chávez a relegar a la OEA?

Necesitábamos un organismo latinoamericano y caribeño sin influencias externas. Más del 60% del presupuesto de la OEA lo aporta EEUU, por lo que estaba bajo su tutela. Con la Celac se acaba la política de exclusiones, porque antes el poderoso trataba de generar divisiones entre nosotros: los buenos y los malos.

¿Fue debido a la actitud colonialista de Washington?

Claro. Es la reacción a una mentalidad que pretende dominar el mundo. Fíjate cómo resolvimos, desde Unasur, el golpe contra Correa: en menos de 24 horas y sin interferencias. EEUU tiene un historial muy oscuro de intervenciones en América Latina y Wikileaks ha revelado unas agendas muy particulares.

¿Quiere decir que detrás de las asonadas está EEUU?

Si lees los cables, en Venezuela hubo acciones muy claras para desestabilizar el país, con campañas mediáticas, o financiando a sectores de la oposición que acabaron firmando decretos espurios al frente de un Gobierno anticonstitucional. Ahora sería más difícil que ocurra porque América Latina está alerta y reacciona.

¿Ha cambiado realmente algo con Obama?

EEUU es un país complejo, sometido a una crisis muy fuerte, que durante la Administración Bush revivió la Guerra Fría a un nivel asombroso. Hubo una campaña sistemática para tratar de deslegitimar y desestabilizar al Gobierno de Venezuela desde distintas partes del mundo. Obama heredó una Casa Blanca en la que se había instalado un conjunto de personas, ideas y actitudes de la más rancia derecha, con una visión de la GuerraFría desfasada y responsable de campañas sucias que generaron muchísimo ruido. Esa política sigue teniendo exponentes en Washington, que ahora debería actualizar su relación con América Latina para entender los cambios.

Tras los de Honduras y Ecuador, ¿ve posible otro golpe de Estado en la Alba (Alianza Bolivariana de las Américas)?

Cada vez menos, pero debemos estar alerta porque existen fuertes intereses y seguirá habiendo intentos de desestabilizarnos. Todo se acabará cuando los sectores extremistas sean sometidos por sus gobiernos o entiendan que esa no es la forma, pero nuestros esfuerzos en pro de la integración latinoamericana ya suponen un cortafuegos contra sus maniobras. Unasur y ahora la Celac contribuyen a que no sucedan estas cosas.

¿Ven más suyo el nuevo organismo que a Unasur?

Son cosas distintas y paralelas. En todo caso, el fortalecimiento de Latinoamérica y el Caribe mejorará la relación estratégica con EEUU, ya que así será entre iguales.

¿Supone entonces la Celac un signo de fortaleza?

Indudablemente. Expresa un nuevo tiempo y la voluntad de tener foros donde resolver los conflictos, aunque se tenga una perspectiva ideológica distinta. En el pasado, se actuaba internacionalmente para aislar y contener gobiernos. América Latina está superando eso y hoy se consolida como una zona de paz.

Frente al socialismo del siglo XXI, ¿le parece Brasil, económicamente, una derecha liberal?

Hay que tener en cuenta su tamaño y sus desafíos, porque en este proceso se permiten matices. Se trata de recuperar la soberanía, profundizar en la inclusión e impulsar un modelo económico más justo. Los países gobernados por la izquierda pretenden controlar el poder y la influencia de las grandes corporaciones, porque durante años reinó el modelo neoliberal. En la Alba se aplicó con mayor fuerza e, incluso, significó la destrucción de los partidos y la sustitución de los políticos por empresarios. Venezuela, con el mismo patrón económico, prácticamente entregó el país al capital y a los actores económicos. Sin embargo, ahora ha habido una reacción muy fuerte a esa despolitización y a esa desnacionalización.


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