A 50 años de los hechos habla el único sobreviviente civil: Sin el Carupanazo, EEUU hubiera agregado otra estrella a su bandera

Mikeas Figueroa, sobreviviente de El Carupanazo

Mikeas Figueroa, sobreviviente de El Carupanazo

Credito: Jorge Rivas- Prensa YVKE Mundial

Carupanazo

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Caracas, mayo 4 - Con un destructor aliado (el Morán) y otro enemigo (el Zulia) a la entrada del puerto, 60 cajas de dinamita, suficientes para volar cualquiera de las naves,decenas de civiles armados y tres guarniciones foráneas en combate, El Carupanazo pudo desatar una guerra generalizada en el país. No fue así, pero el detonante siguió activado.

“Si el Carupanazo, el Barcelonazo, la insurgencia civil y militar y la resistencia social y estudiantil no atacan temprano, el presidente Hugo Chávez habría encontrado un país sembrado de bases militares gringas, como Colombia, y Estados Unidos hubiera agregado una estrella más a su bandera”, asegura Mikeas Figueroa, único sobreviviente civil del movimiento armado, conocido como El Carupanazo.

“No hubo contacto con el Morán, si lo hubo no lo llegué a conocer. Ninguno de los dos tomó iniciativa. El golpe falla por falta de coordinación”.

Hasta las lapas eran adecas

“La conspiración comienza el 3 de mayo de 1962, pero verdaderamente toma cuerpo el 4, cuando el capitán Jesús “Chuchú” Molina toma el Comando de Infantería de Carúpano.

—¿Eran sólo militares al principio?

—No, interviene el Partido Comunista de Venezuela (PCV), el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) y Unión Republicana Democrática (URD), fundamentalmente con oficiales de la Marina y la Guardia Nacional. La conspiración nace de un pronunciamiento llamado Movimiento de Recuperación Democrática 4 de Mayo. No eran muchos, pero había gente del pueblo participando, muchos de ellos habían ido a buscar las armas de la comandancia de policía que se estaban distribuyendo.

—¿Qué participación tuvieron los dirigentes adecos durante el Carupanazo?

—Ninguna, se habían ido al “campo” (así llaman allá la periferia de la ciudad) para esconderse…o agruparse, pero no salieron.

—¿El gobernador no se enteró?

—El gobernador era Ángel Fariñas Salgado, no se enteró, a pesar de que los adecos tenían militantes en el ejército. Pero el gobierno lo sabía, los rumores de golpe eran constantes, sobre todo porque Rómulo Betancourt siempre había sido rechazado por los militares. Los militantes adecos –no los dirigentes– sí aparecieron cuando nos entregamos. Nos rodearon. ¡Allá hasta las lapas eran adecas, jajá!

—¿Cómo fue la rendición?

—El 5 de mayo, como a las 4 de la tarde, llegan, combatiendo, efectivos militares de Cumaná, Maturín y Ciudad Bolívar. Nuestras fuerzas eran mínimas. Molina Villegas decide entregar la plaza. Veo a un grupo de civiles y militares, entre ellos Eloy Torres, José Vicente Abreu, Héctor Fleming y otros, y les digo: entregaron la plaza. Decidimos rendirnos. Sólo queremos salir de aquí, que nos trasladen al destructor Morán, les dijimos. Nos consiguen un bote que, para colmo, se averió. Tuvimos que utilizar los brazos como remos para llegar al Morán, donde nos dan la bienvenida, nos dan ropa de marineros y comida. Estábamos cansados, sin dormir, hambrientos.

Los hombres del Carupanazo

Mikeas Figueroa se encontraba en Río Caribe desde el año anterior. Había llegado allá para formar lo que sería “la base social de las guerrillas de oriente”, según lo había decidido con varios camaradas del PCV. Allí estaba el 4 de mayo cuando el capitán Omar Echeverría le dice que hay que ir a Carúpano. “Nos vamos sin armas”. Ese día hubo combates en el centro de Carúpano y en el aeropuerto. “Pido y obtengo un salvoconducto para retornar a Río Caribe, cuando llego ya estaba tomado el cuartel de la policía y los funcionarios estaban presos. Aparece Pedro Duno y me da instrucciones: creemos que puede haber un desembarco hacia Río Caribe”.

Su misión es oponerse con las armas y cuando lo crean conveniente hacen explotar los explosivos.

Se refería a una cisterna con gasoil y otra con asfalto, debajo de las cuales había 60 cajas de dinamita y un dispositivo. No fue necesario. Ni el Morán ni el Zulia tomaron iniciativa. Formamos un comando cívico-militar de tres.

Designé en logística a un seminarista a punto de ser sacerdote. Vendía Tribuna Popular con sotana y todo. Lo había captado y al final soltó el hábito y se inscribió en el PCV. Las beatas del pueblo me llamaban Satanás por haber convertido al cura en comunista.

50 años después, los hombres del Carupanazo se reúnen siempre el 4 de mayo. Mikeas cuenta que llamó en esa fecha a Molina Villegas desde La Habana y le recordó el juramento de que “las banderas del Carupanazo nunca serán arriadas”. Molina le contestó: “Yo sigo siendo revolucionario”.



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La fuente original de este documento es:
YVKE Mundial (http://www.radiomundial.com.ve/yvke/)



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