17/02/14.-Gente de la base opositora tiene la sensación de que le falta información sobre “lo que está pasando”. Parece que en estos días han echado especialmente de menos a la antigua Globovisión. ¿Hubo algún tipo de censura sobre los canales de televisión?
—La televisión crea una suerte de adicción, no lo digo yo, sino los grandes investigadores del tema. Quien quiere ver algo, lo busca. Hay un pequeño sector de la población venezolana que siente el impulso de buscar información sensacionalista, que le genere angustia, desasosiego, pero la mayoría de la gente no sufre de eso. El equilibrio debe estar en una información responsable, veraz, oportuna, sin fotos y videos trucados, sin falsos voceros, sin rumores. En este caso no se trata del gusto personal de cada quien, sino de cuidar la estabilidad emocional y política del país. En Venezuela la censura está prohibida constitucionalmente, pero existe la responsabilidad ulterior. En el caso de los emisores que usan el espectro radioeléctrico, deben hacerse responsables por sus mensajes, porque estos impactan a la ciudadanía. Cuando esos mensajes son falsos modifican actitudes de la gente, sus decisiones económicas, su comportamiento ciudadano. En Venezuela se informa de acuerdo con las políticas editoriales de los medios. Alguna gente se siente mal informada, pero yo creo que no es a la mayoría de la población, sino un sector muy específico y particular, urbano, de cierta clase social. Aquí no ha habido ninguna marcha de campesinos o de obreros reclamando más información.
—¿Cuál es la política del Estado respecto a la transmisión en vivo de eventos que degeneran en violencia, tal como ocurrió el 12 de febrero?
—La misma que se deriva de la Ley de Responsabilidad Social en Radio, Televisión y Medios Electrónicos, aprobada en 2004 y reformada posteriormente: existe libertad plena de información, pero deben cuidarse los contenidos en cuanto a promoción del odio y la violencia, desconocimiento de las autoridades. Bajo esos parámetros se evalúa la actuación de los medios. Aparte de eso se habla, se escribe y se emite con total libertad. En Venezuela hay una proporción de cinco radios privadas por cada emisora pública en FM, y casi 20 radios privadas por cada emisora pública en AM. Esas radios actúan con libertad, en mi criterio muchas veces con libertinaje, y no ha habido ninguna acción contra alguna radio.
—Siguiendo con las comparaciones entre el 11 de abril de 2002 y el 12 de febrero de 2014, este año hubo menos televisión en vivo, pero muchas redes electrónicas. ¿Cómo lo evaluó usted desde su perspectiva de especialista y hombre metido en ese campo de las redes?
—Hay varios elementos dignos de análisis allí. Uno es que Venezuela es uno de los países con mayor uso de redes electrónicas, en particular Twitter. La gente ha encontrado allí un espacio de debate político absolutamente libre, tanto en el sentido positivo como en el negativo, porque por allí circula mucha información, muchas ideas, pero también mentiras y rumores. Ese uso intensivo ha hecho que muchas empresas, medios de comunicación, partidos políticos, sectores con intereses específicos creen grupos de tarea para influir en esas redes. También somos uno de los países que más han crecido en acceso a Internet, 43 de cada 100 personas y sigue creciendo. Ese crecimiento permite que parte del debate que antes se transaba a través de los medios de información tradicionales se ha desplazado a estos espacios. ¿Quién regula eso? En términos de contenido, a las redes sociales no las regula nadie. La Ley Resorte hace referencia a portales y sitios electrónicos ubicados en Venezuela que difunden contenidos de naturaleza informativa y que están asociados a los medios de comunicación, pero los blogs y ese tipo de cosas no están regulados. Sería absurdo pretender regularlos, nadie se lo plantea en el mundo, y en Venezuela no está previsto hacerlo. En el caso de las redes sociales, sus operadores y sus equipos están fuera de Venezuela, entonces, ni aun queriendo se podría regular
—¿Entonces, lo que se dijo sobre un bloqueo estatal al flujo de la información vía Twitter fue otro de los típicos rumores de Twitter?
—Sí, claro. El 12 en la noche comenzó a correr en Twitter una información de que Cantv había bloqueado el acceso a las imágenes porque supuestamente el Gobierno no quería que se difundieran. La Cantv señaló en un comunicado que nunca haría eso por razones éticas, pero además, le sería imposible desde el punto de vista técnico. Al final de cuentas era un problema de tráfico en las redes, había demasiada demanda y los servidores estaban congestionados. Ese rumor fue apoyado, por cierto, por los franquiciadores de Twitter en Venezuela, por el señor Billy Vaisberg, quien dijo haber recibido quejas de algunos usuarios, pero no explicó más nada. Luego apareció un supuesto comunicado y un supuesto vocero de Twitter, la casa matriz, pero luego se supo que no era nada oficial y que el supuesto vocero era un extrabajador de la empresa. En fin, fue una gran campaña de desinformación que pretendía acusar al gobierno de censurar las redes sociales.
—Pero, si las imágenes hubiesen circulado muy bien, no habrían dejado muy bien parados a los promotores de la manifestación…
—Bueno, por eso es que una gran parte de las imágenes que estaban enviando no eran de esa manifestación, sino fotos y videos trucados, tomados en tiempos de la Policía Metropolitana. Hasta se han difundido videos que invierten totalmente los hechos: por ejemplo, el video de un compañero que fue agredido por turbas caprilistas en Mérida, durante la campaña electoral del año pasado, fue publicado como si el agredido fuese opositor y los agresores fuesen chavistas y los hechos hubiesen ocurrido en Caracas el 12 de febrero.
CONTROL A LA TV POR SUSCRIPCIÓN
—Más allá de los hechos de esta semana, sigue en la polémica el tema de cómo regular los mensajes de violencia en la programación de la televisión por suscripción, que sigue expandiéndose tremendamente. ¿Hay manera de regularlos?
—Ese tema está en plena discusión con las televisoras tanto públicas como privadas y tanto de señal abierta como por suscripción. El presidente Nicolás Maduro ha pedido promover un cambio en nuestra cultura comunicacional y, en particular, reducir los contenidos violentos para evitar la promoción de la criminalidad. En el primer encuentro, las televisoras de señal abierta entregaron una propuesta de parrilla de programación que está siendo analizada y que va a dar pie a un informe que le entregaremos esta misma semana al Presidente. En el caso de las televisoras por suscripción, se ha hablado de dos medidas inmediatas. La primera es reforzar la formación de los usuarios para que hagan uso del bloqueo de canales y el establecimiento de horarios desde el hogar. La segunda es que las propias empresas bloqueen los horarios y canales de acuerdo con la Ley Resorte y que el usuario, si lo desea, lo desbloquee en su hogar. También les hemos pedido que pongan al aire campañas para concientizar a los usuarios acerca del uso racional de la televisión y para la formación en valores fundamentales para la paz y la convivencia. Ahora, a mediano plazo hay que pensar en una regulación de la televisión por suscripción, tal como ocurre en otras partes del mundo. Además, debemos prepararnos porque también vamos a tener la Televisión Digital Abierta en forma gratuita y eso requiere de otras adaptaciones.
—Vinculando el tema de la TV por suscripción con los hechos del 12 de febrero, el presidente Maduro dijo que sacar del aire la señal de NTN24 había sido “una decisión de Estado”. ¿Cómo fue que se tomó?
—Conatel tiene un sistema de monitoreo muy amplio de las televisoras y las radios. No es absoluto, no es el “gran hermano” que pintan por ahí, pero tratamos de tener una muestra representativa, sobre todo de las grandes ciudades. En el caso de las cableras se hace un seguimiento a los principales canales. NTN24 ha sido asociado, aunque yo no lo puedo afirmar, a Alberto Federico Ravell, conocido operador político y mediático de Venezuela, cerebro de esa fábrica de enfermedad que fue Globovisión durante mucho tiempo. Este canal ha tratado de convertirse en el sustituto de Globovisión, aprovechando los vacíos legales. Siendo un canal internacional de noticias, privilegia lo que tiene que ver con Venezuela, especialmente lo más negativo y perverso. Para ello hace cosas inaceptables como presentar constantemente a personas que tienen órdenes de captura en Venezuela, prófugos de la justicia que se posicionan como voceros legítimos. Entre el mediodía y las seis de la tarde, hicimos una medición estimada y casi 70% de la programación se dedicó a Venezuela, en la línea de promover el caos y hacer ver una situación insostenible. Se invisibilizaron los actos de agresión de la oposición violenta y se decía que el país ardía por los cuatro costados. Eso era inaceptable en cualquier país. De manera que les pedimos a dos operadoras que pusieran fuera del aire esa señal, mediante un exhorto y ellas lo hicieron. No requiere de un procedimiento legal porque es una televisora extranjera.
PAPEL Y MEDIOS
—Los medios impresos se quejan de que no les dan suficientes divisas para comprar papel y dicen que esa es otra forma de censura. ¿Cómo lo ve usted, ya no en su cargo de presidente de Conatel y viceministro de Televisión, sino como periodista?
—La política más desinformativa, más agresiva, más violatoria de cualquier norma jurídica y ética la tienen hoy los medios impresos. Se han convertido en la cabeza visible de la guerra informativa y del terrorismo comunicacional, como rama de la guerra económica. Por un lado, permíteme ser irónico: no sé por qué reclaman por el papel periódico pues se pasan el tiempo diciendo que no hay harina ni azúcar ni nada, entonces, ¿por qué les extraña que no haya papel periódico? Pero, al margen de esa ironía, lo que debemos ver es que en este caso están defendiendo sus intereses empresariales, no les importa la angustia que están causando en el pueblo, lo que les interesa es que el Gobierno les reconozca unas divisas sin analizar lo que han hecho antes con las que han recibido. Ellos tienen derecho como empresas que operan en Venezuela, independientemente de la línea editorial que desarrollen, pero deben informar el uso que le han dado a las divisas en el pasado. A mí no me consta, pero se dice que El Nacional es un revendedor de papel, que cada año compra más papel, a pesar de que se ha reducido en número de cuerpos, de páginas y en tiraje… Mi hipótesis es que las divisas no están en el papel ni en mejoras a la maquinaria ni mucho menos en el salario de los periodistas y demás trabajadores, sino en los bolsillos de los accionistas. Ellos vienen y montan esta campaña y lamentablemente utilizan a los periodistas como apoyo.
—Por cierto, como agremiado del Colegio Nacional de Periodistas y el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Prensa, ¿qué le parece la participación de esas organizaciones en estas manifestaciones?
—Uno como periodista quiere siempre que todo medio de comunicación tenga posibilidades de desarrollarse y acceso a los recursos que le permitan expandirse, pero en Venezuela, lamentablemente, tenemos una inversión de valores. El gremio periodístico ha dejado de cumplir el papel que le toca como defensor de los derechos de los periodistas, de los trabajadores en general y del pueblo, a quien se deben los comunicadores según su Código de Ética. Han pasado a ser promotores de los derechos y, sobre todo, de los intereses, en este caso muy crematísticos, de sus patronos. Eso es terrible porque genera ante la sociedad una falsa imagen de la lucha gremial.
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Televisión por Internet
-Últimamente se observa un gran desarrollo en el campo de pequeños canales de televisión por Internet desarrollados por medios impresos de comunicación y hasta por individualidades. El Estado luce un poco rezagado en ese campo, ¿es así?
-El concepto de medio de comunicación se ha venido transformando a raíz de la revolución digital que comenzó en los años 80 y 90. Las fronteras entre los diversos tipos de medios se están borrando. Los periódicos desarrollan emisoras de radio y canales de televisión, ya sea en streaming (modalidad en la que el usuario puede oír o ver el contenido en la medida en que se va poniendo en la red) o por demanda (programación que puede ser vista cuando el usuario la “baje”) que complementan o transversalizan sus mensajes. Se habla de conglomerados multimedia. Eso lo ha entendido muy bien la empresa privada, pero el Estado no lo ha visto todavía. Es un mundo en desarrollo y el Estado, en especial los medios públicos, deben comprender que esa transformación se está dando. Tenemos una visión todavía muy ingenua, muy cartesiana del fenómeno de la comunicación. Creemos que lo que necesitamos para llegarle a mucha gente son grandes televisoras, con poderosos equipos y redes de transmisión. Eso sigue siendo verdad, el campo de la gran televisión seguirá existiendo por años, pero hoy la forma en que la gente consume los medios es distinta, ahora se puede ver televisión en un dispositivo móvil, en el carro, la confluencia de las redes cambia todo el concepto. En eso tenemos una deuda con el conocimiento, con la tecnología. En el mundo entero, los medios digitales le vienen quitando espacio y anunciantes a la televisión. Hace dos o tres años, la inversión de publicidad en Internet en España y otros países de Europa pasó a ser más alta que la inversión de publicidad en televisión. Ellos entendieron por dónde va la cosa, y acá en Venezuela hay varios medios privados que ya lo entendieron también, mientras nosotros vamos a la zaga. En cambio, en materia de televisión digital abierta, el Estado lleva la delantera. Eso es importante porque se trata de tener televisión de alta definición, móvil e interactiva y, además, gratuita.
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Otra comunicación es posible
William Castillo ha sido designado recientemente, con pocos días de diferencia entre uno y otro nombramiento, para dos cargos muy importantes en la estructura comunicacional del Estado: director general de la Comisión Nacional de Telecomunicaciones (Conatel) y viceministro de Comunicación para la Televisión. Hasta entonces venía desempeñándose como presidente de la Televisora Venezolana Social (TVes) y moderador del programa TV Foro, que se transmite por Venezolana de Televisión, en el que analiza, junto a un panel, documentales sobre grandes problemas del mundo globalizado actual.
Licenciado en Comunicación Social egresado de la Universidad Central de Venezuela, Castillo también ha tenido la responsabilidad de ejercer la presidencia de Venezolana de Televisión y el Viceministerio de Gestión Comunicacional del Ministerio de Comunicación e Información. Es uno de los funcionarios públicos más activos en la red electrónica Twitter, a través de su cuenta @planwac, en cuyo espacio para las autodefiniciones dice: “Otra comunicación es posible”.