Buenos Aires, 18 sep (PL) El presidente argentino, Néstor Kirchner, endureció esta semana su discurso contra el Fondo Monetario Internacional (FMI), al ratificar que su Gobierno no cederá ni ápice de dignidad en las negociaciones con la entidad crediticia.
Estimulado por las buenas noticias en casa, donde el Producto Interno Bruto (PIB) acumuló un incremento del nueve por ciento en los primeros seis meses de 2004, el mandatario retomó en varios actos públicos su prédica sobre la relación con los organismos internacionales.
Tras ponderar la consolidación del crecimiento económico y el descenso durante el primer semestre de los índices de pobreza e indigencia, el jefe de Estado aseguró que su Gobierno no cederá "un solo centímetro de dignidad y autonomía" en las tratativas por el pago de la deuda externa.
Aseguró que se negociará con los acreedores con firmeza y sin miedos y le devolverá a Argentina el crecimiento, la justicia y la equidad perdidas.
En otra de sus alocuciones de la semana que culmina, el estadista llamó a los argentinos a desterrar para siempre las épocas en las que la nación permaneció de rodillas ante las entidades financieras internacionales y los fondos buitres.
No faltaron además sus ya habituales referencias a la década de 1990, marcada por las impopulares medidas neoliberales del entonces gobernante Carlos Menem, y la consideró como la de la especulación financiera y destrucción del empresariado y de millones de empleos.
Nos hicieron creer que era imposible generar una cultura de superación y nos impusieron la filosofía de la resignación, sostuvo el estadista en obvia alusión al período menemista (1989-1999), como se le conoce aquí.
Fustigó las teorías económicas de los últimos 10 años, las cuales, a su juicio, solo derramaron lágrimas entre los argentinos y ni una sola gota de crecimiento y felicidad para la patria.
El duro discurso de Kirchner contra el FMI coincidió con la decisión del Directorio del Fondo de prorrogar vencimientos por más de mil millones de dólares, que debía afrontar Argentina ante el organismo hasta fin de año.
A pesar de la aceptación del pedido de Buenos Aires, el director gerente del FMI, Rodrigo Rato, insistió la víspera en que este país sudamericano debe volver a la "normalidad", y consideró imprescindible un acuerdo amplio con sus acreedores.
Con la presentación el jueves ante el Congreso del proyecto de Presupuesto para el venidero año, también se despejaron muchas dudas en torno a cuánto destinaría el Poder Ejecutivo para el pago de los débitos.
Buenos Aires negó terminantemente los reclamos de Rato, dirigidos a optimizar la oferta a los prestamistas de la deuda en default (cesación de pagos), mediante un incremento del superávit fiscal primario de 2005 en el orden de cuatro o cinco por ciento del PIB.
Aunque no aumentó las partidas para pagar el adeudo tanto como exigía el FMI, la Casa Rosada (sede presidencial) propuso un superávit equivalente al 3,2 por ciento del Producto Interno, y no así el tantas veces reiterado tres por ciento.
rc/edu
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