La Habana, 09 Jun. Venpres.-El Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba desmintió este lunes las aseveraciones publicadas por el periódico venezolano El Nacional, dirigidas a boicotear un acuerdo petrolero firmado entre La Habana y Caracas en octubre de 2000.
Una nota oficial publicada en el diario Granma, precisa que el pasado 5 de junio, El Nacional, uno de los medios de prensa más recurrentes en "ejercicios" difamatorios al servicio de sabemos cuáles oscuros intereses, divulgó con todo despliegue un extenso e infame artículo sobre ese tratado, según reportó Prensa Latina.
La Cancillería asevera que esa campaña está dirigida a suspender el envío del petróleo convenido y a desacreditar a Cuba y cooperar con Estados Unidos en sus propósitos de agredir a esta nación antillana.
A continuación Prensa Latina transmite el texto íntegro de la declaración del Ministerio de Relaciones Exteriores:
Con enfermiza obsesión ciertos medios de prensa venezolanos, confabulados abiertamente por el imperialismo y sus lacayunos servidores, suman frecuentemente a su cotidiano quehacer contrarrevolucionario, sus campañas contra las relaciones entre Venezuela y Cuba.
Ya casi se asumen como algo normal sus groseras mentiras y calumnias alrededor de cualesquiera asuntos por nobles y desinteresados que estos resulten a los ojos y oídos de un observador medianamente imparcial.
En algunos, sin embargo, son recurrentes como es el caso del contrato petrolero vigente entre la Unión Cuba-Petróleo (Cupet) y Pdvsa Petróleo y Gas, S.A., de Venezuela que, como parte del Convenio Integral de Cooperación suscrito entre nuestras naciones y firmado por sus mandatarios el 30 de octubre del 2000, estableció los términos y condiciones contractuales de compraventa de petróleo y sus derivados para el suministro hasta por un total de 53 mil barriles diarios durante cinco años.
Hace dos días, el pasado 5 de junio, el periódico El Nacional, uno de los medios de prensa más recurrentes en tales "ejercicios" difamatorios al servicio de sabemos cuáles oscuros intereses, publicó con todo despliegue un extenso e infame artículo sobre el acuerdo petrolero cubano-venezolano.
La nueva -¿o la misma?- pérfida campaña dirigida a suspender el envío del petróleo convenido a Cuba y a desacreditar a nuestro país y cooperar con el imperialismo en sus propósitos de agredir a nuestra Patria. Ello nos obliga, una vez más, a exponer ante la opinión pública nuestra posición.
Los términos y condiciones fijados a Cuba en el tan aludido contrato de compra venta, son iguales o menos ventajosos que los pactados para el resto de los países de América Central y el Caribe, también beneficiarios del Convenio de Caracas.
Los embarques comenzaron en diciembre del 2000 y se ejecutaron sin interrupción hasta el 11 de abril del 2002, fecha del frustrado golpe fascista.
Hasta esa fecha, de acuerdo con lo pactado, se pagaron en efectivo y a precios del mercado mundial, 439,7 millones de dólares.
La suspensión de los suministros en abril fue exclusivamente una responsabilidad de los sectores golpistas, de los que formó parte un grupo de la gerencia de Pdvsa, pues de los cuatro barcos destinados a transportar combustibles para Cuba el 11 de abril del 2002, y tres de ellos listos para zarpar desde el día 9, solo uno pudo salir en la mañana del 11, los otros dos, cuyas cargas ya eran propiedad de la empresa cubana Cupet, fueron vendidos a terceros por decisión unilateral de los gerentes que ese día -sumados a los golpistas- actuaban como dueños de Pdvsa; el cuarto nunca fue cargado.
En esta situación a Cuba no le quedó otra alternativa que salir de inmediato a comprar el petróleo y los derivados que el país requería, a través de intermediarios y a precios muy superiores agravados por la urgencia y los altos costos de los fletes impuestos por la distancia (algunos cargamentos solo pudieron ser contratados en Europa y Asia) e, incluso, hubo embarques que no se pudieron traer por falta de barcos debido a las conocidas limitaciones que impone el bloqueo de los Estados Unidos a las embarcaciones que tocan puertos cubanos.
Como consecuencia de esta interrupción en el abastecimiento del crudo venezolano, fue necesario paralizar la refinería de Santiago de Cuba, la segunda en importancia del país, desde abril hasta septiembre del 2002, provocando la importación adicional de derivados con gastos superiores, recurrir a las reservas de la nación previstas para situaciones excepcionales e imponer severas restricciones al consumo interno.
La erogación extra en divisas convertibles por este solo concepto fue de cerca de 100 millones de dólares, sin contar las afectaciones que ello representó a la economía y la población.
En julio del pasado año se llegó a un acuerdo de renegociación con Pdvsa, con vistas a reanudar los embarques en agosto (en realidad se materializó en septiembre), el cual incluyó el pago injusto de 13 millones de dólares bajo el concepto de mora, impuesto a Cuba por los gerentes golpistas, que nuestro país aceptó adoptando una posición de máxima comprensión a las dificultades del Gobierno bolivariano de Venezuela, a pesar de que la responsabilidad en la demora de esos pagos no correspondió en absoluto a la parte cubana.
En el período septiembre-noviembre del 2002 se recibieron normalmente los suministros de petróleo, ejecutándose pagos por 96,4 millones de dólares, monto exacto que Cuba se comprometió a abonar en ese lapso, lo cual se produjo sin un solo minuto de atraso en ninguno de los plazos comprometidos.
Pongamos un ejemplo para ilustrar la situación a la que se vio obligado el país:
El 28 de abril del 2002 fue imperativo comprar el buque-tanque Four Six con 415 mil 225 barriles de crudo a la firma Trasfigura por 11 millones 653 mil 981 dólares. De haber recibido un cargamento similar por el convenio venezolano su precio hubiera sido de ocho millones 809 mil 414, es decir, por la misma cantidad de petróleo pagamos 24,4 por ciento más (dos millones 844 mil 567 dólares más en un solo barco). Menos de un mes después, el 12 de mayo, por una operación similar con la misma firma y el mismo tanquero adquirimos 449 mil 449 barriles a un precio de 13 millones 71 mil 475 dólares; de no estar interrumpidos los envíos pactados con Pdvsa, su valor hubiera ascendido a nueve millones 925 mil 182, o sea que nos representó una erogación extra por tres millones 146 mil 292 dólares, equivalente a un 24 por ciento superior, también en un solo barco. Y téngase en cuenta que esta situación se prolongó por varios meses.
A poco o nada de esta historia se refieren El Nacional y otros libelos de la contrarrevolución venezolana ni sus análogos de la mafia anticubana de Miami, que, como es lógico suponer, los secundan en estas patrañas cada vez que les falta "materia prima" para sus mentiras.
Como tampoco a la nueva afectación en el suministro del crudo venezolano que tuvo lugar con posterioridad, informada por nuestro Ministerio de Relaciones Exteriores en su nota del 9 de enero pasado: El 2 de diciembre, apenas tres meses después de restablecidos y en medio de nuevos intentos golpistas, se interrumpieron de nuevo los embarques contemplados en el Acuerdo de Caracas, con consecuencias similares a las ocurridas en el período abril-agosto: se paralizó la refinería de Santiago de Cuba y el país se vio obligado a acudir a intermediarios, a pagar altos costos, etc., en momentos en que la reducción de la producción en Pdvsa y el entonces inminente peligro de la guerra injusta e innecesaria que Estados Unidos más tarde desataría contra Iraq, ocasionaron un exorbitante incremento de los precios del petróleo en el mercado mundial -ya por esa época elevados- y falta física de productos en el área del Caribe.
A río revuelto, ganancia de pescadores, reza el refrán popular, y los especuladores ganaron terreno llegando hasta subastar embarques de combustibles para entregarlos al mejor postor y aumentar así sus ganancias.
Baste otro hecho que ejemplifica esas consecuencias para Cuba:
La no existencia del producto en áreas cercanas nos obligó a adquirir 100 mil toneladas de diésel en el Lejano Oriente, cuya transportación a Cuba tomó cerca de mes y medio.
Para la reanudación de los embarques, luego de la paralización y el sabotaje de la industria petrolera venezolana, hubo que esperar a la primera decena de enero de este año, es decir que, durante más de un mes, Cuba no recibió un solo barril de petróleo del millón y medio de barriles que debió recibir en ese lapso de acuerdo con el contrato vigente. Los incumplimientos de Pdvsa nos ocasionaron daños económicos por cientos de millones de dólares de abril del 2002 a la fecha.
Solo los países importadores de petróleo, por cierto, la inmensa mayoría, son capaces de entender el perjuicio económico que entraña la paralización de embarques convenidos y la necesidad de, con escasos recursos, salir a pactarlos con urgencia a merced de intermediarios. Sin embargo, ninguno quizás esté obligado a hacerlo de forma tan desventajosa como en el caso de Cuba que, a las dificultades financieras derivadas de la crisis económica mundial, comunes a cualesquiera otras naciones, además de enfrentar más de 40 años del férreo y criminal bloqueo norteamericano, debió agregar en esta oportunidad las consecuencias derivadas de las cuantiosas afectaciones de tres huracanes que por sí solas produjeron pérdidas superiores a los dos mil 500 millones de dólares.
Claro está, tampoco de esto se leyó una línea en un periódico, ni se le dedicó un minuto en un espacio televisivo en los medios de prensa venezolanos al servicio de los golpistas y de sus amos. ¿Qué podía esperarse cuando el imperio ordena y manda? Para ellos la prioridad informativa es denigrar a Cuba a como dé lugar porque con ello aspiran a confundir al pueblo venezolano y, sobre todo, mancillar la ejecutoria del Presidente Chávez con infames argumentos como el de "regalar o causar lesiones al patrimonio público", por la venta de petróleo a Cuba, o los publicados ayer por El Nacional, en boca de ese deleznable personajillo que no amerita ni nombrar.
Pero, ¿qué se puede esperar de esta "prensa independiente y defensora de la democracia" que incitó desde sus espacios a derrocar a un Presidente constitucional en abril pasado y secundó los llamados al paro con que neo-golpistas empresariales y sindicales pretendieron hundir económicamente el país con la paralización de su principal fuente de ingresos?
¿Qué esperar de unos medios de prensa que ni por asomo hacen un señalamiento a gerentes y otras autoridades de Pdvsa, a quienes no importó causar pérdidas por más de 10 mil millones a su propio país con su sabotaje petrolero, sin valorar otras afectaciones como la de perder mercados conquistados, aspecto clave en la eficiencia de cualquier empresa? Y ESO SI ES, en letras bien mayúsculas, perjudicar los intereses nacionales. ¿O que, incluso, hagan somera referencia a las pérdidas multimillonarias que tales acciones, verdaderamente dirigidas al corazón del patrimonio nacional venezolano, ocasionaron a naciones de Centroamérica y el Caribe al incumplirles también compromisos de suministro de combustible?
¿Se puede esperar que hablen de los cientos de millones de dólares pagados por Cuba a Pdvsa? ¿O de los inconmensurables esfuerzos y sacrificios que le representa al país el cumplimiento centavo a centavo de sus compromisos? ¿O que reconozcan que convenios como el de Caracas constituyan una práctica del comercio internacional?
¿Que mencionen siquiera que el Convenio Integral de Cooperación con Cuba no abarca solo la compraventa de petróleo ni es en una sola dirección?
Irritan las aviesas acusaciones que tejen contra Cuba la prensa servil y algunas marionetas alineadas al fascismo indigno y repugnante que nada tienen que ver con los intereses del pueblo venezolano, y duelen, por encima de todo, porque tales ataques van dirigidos al Presidente Chávez de quien nuestro país solo ha recibido pruebas de nobleza, amistad y solidaridad.
Pdvsa no ha dejado de reclamar los pagos pendientes a la empresa cubana Cupet, como le corresponde, y analizando los perjuicios causados a nuestro país derivados del golpe fascista de abril del 2002 y del paro igualmente fascista de diciembre último, renegoció los adeudos, llegándose a nuevos acuerdos que han posibilitado reanudar los pagos comprometidos.
Una vez más Cuba reitera que honrará sus obligaciones con Pdvsa, que pagará hasta el último centavo. Para nuestro país este compromiso reviste la más absoluta prioridad.
Por su alto concepto del honor la actitud de Cuba hacia Venezuela ha sido bien diferente. Nuestras relaciones de colaboración no pasan por el tamiz del dinero.
Para Cuba sus líneas de cooperación con Venezuela tienen un solo objetivo: contribuir modestamente al bienestar del hermano pueblo venezolano. Ni una sola vez, bajo ninguna circunstancia, interrumpimos nuestros programas a los que también concedemos una alta prioridad.
Cuba no suele hablar de lo que ha hecho, hace y hará en beneficio de otros pueblos. Nos basta con que lo sepan sus pueblos y sus gobiernos.
Nuestros servicios, en el caso de la hermana República Bolivariana de Venezuela, son fruto genuino del Convenio de Cooperación Integral firmado hace dos años y siete meses por Fidel y Chávez, en su inmensa mayoría se ofrecen gratuitamente y el resto, a costos muy por debajo de lo que representarían a precios internacionales.
Pero no los valoramos por los cientos de millones de dólares de su monto monetario. Su valor es inmedible porque se sustenta en la solidaridad y la generosidad del pueblo cubano, tantas veces y en tantos lugares demostradas a lo largo de su historia, y porque está cincelado en nuestro patrimonio con el apotegma martiano: "Deme Venezuela en qué servirla; ella tiene en mí un hijo." Por eso nos sobran razones para reiterar que por Venezuela estamos y estaremos dispuestos a dar la vida si fuera necesario.
De esto no podrán hablar jamás contrarrevolucionarios, fascistas ni golpistas, y sus falacias se estrellarán contra el muro de nuestras verdades que difunden y defienden millones de venezolanos.