Las autoridades brasileñas temen que el número de
víctimas mortales del accidente de avión ocurrido en la tarde del
martes en el aeropuerto Congonhas, en Sao Paulo, ascienda a 250 y
consideraban casi imposible que hubiera supervivientes.
Hacia las 02.00 hora local (05.00 GMT), los equipos de
rescate habían retirado 52 cuerpos "totalmente carbonizados" del lugar
del siniestro, ocurrido cuando un avión Airbus 320 de la compañía
brasileña TAM, con 176 personas a bordo, efectuaba el aterrizaje.
El avión, que había despegado del aeropuerto de Porto
Alegre, en el extremo sur de Brasil, se salió de la pista, cruzó una
concurrida avenida paulista y colisionó contra un almacén situado junto
a una estación de gasolina.
Tras el choque brutal se escucharon dos explosiones y se
produjo un incendio en el que, según fuentes oficiales, las
temperaturas alcanzaron más de 700 grados centígrados, además del
derrumbe parcial del edificio.
Las autoridades creen que además de los ocupantes del
avión, pueden haber fallecido numerosas personas que trabajan en el
edificio y las inmediaciones.
"Por las condiciones del accidente, las posibilidades de
que haya supervivientes son casi nulas", dijo el portavoz de los
equipos de rescate, Douglas Ferrari, quien estimó que la tarea de
rescate e identificación de víctimas se prolongará al menos cinco días.
Los organismos de socorro "trabajarán hasta que tengan
seguridad de que no haya supervivientes, pero difícilmente los habrá",
dijo, por su parte, el capitán del cuerpo de bomberos Mauro Rocha
Lopes, quien explicó que tres personas rescatadas en las primeras horas
fallecieron en hospitales.
La Secretaria de Seguridad del Estado de Sao Paulo
informó en un comunicado de que al menos 35 cadáveres fueron retirados
del lugar del accidente y llevados al Instituto Médico Legal central,
donde se centralizará la identificación de las víctimas.
La secretaría precisaba que todavía hay algunos focos de
incendio en el lugar del accidente, sobre el que se ha ordenado una
investigación.
Mientras se intensificaban las labores de rescate,
Defensa Civil ordenó desalojar temporalmente unos 27 inmuebles en los
alrededores de la zona del impacto y sus residentes fueron trasladados
a hoteles pagados por la aerolínea TAM.
El coordinador de Defensa Civil en el municipio de Sao
Paulo, coronel Jair Paca de Lima, dijo que las viviendas deberán quedar
clausuradas por unas 48 horas para proteger a sus moradores del humo y
el riesgo.
La compañía aérea ha divulgado los nombres de los ocupantes del avión siniestrado, pero sin precisar su nacionalidad.
Del avión, "sólo restó la cola", según declaró el
gobernador del estado de Sao Paulo, José Serra, en el propio lugar del
accidente. Testigos del suceso explicaron que la aeronave, de 37 metros
de largo y 34 de envergadura, y capaz de alcanzar 833 kilómetros por
hora, chocó contra el edificio de tres pisos de altura, explotó y se
incendió.
"Todo pasó muy rápido, fue una locura, como si el mundo
hubiera acabado", declaró a Efe Jose Carlos Gomes, quien trabajaba en
el edificio contra el que colisionó el avión.
"Lo único que vimos fue el avión venir encima y salimos
corriendo. Se que muchos compañeros no alcanzaron a salir", explicó
Gomes con la voz consternada y los ojos llorosos.
El presidente Luiz Inácio Lula da Silva convocó una
reunión de urgencia de algunos de sus ministros, canceló todas sus
citas para hoy y decretaba tres días de luto oficial.
El accidente se produce menos de un año después del
sufrido el 29 de septiembre de 2006 por un Boeing de la también
aerolínea brasileña Gol, que cayó en la densa selva amazónica matando a
154 personas.
Esa otra tragedia puso en evidencia una grave crisis en
la aviación civil con frecuentes retrasos en los aeropuertos,
incidentes menores y constantes amenazas de huelga de controladores de
vuelo que denuncian la supuesta existencia de un sistema de equipos
obsoletos de control aéreo.