18 de agosto de 2007. - Aumentar el periodo es un indicio de desconfianza del Presidente hacia sectores que lo apoyan, opina Juan Romero. Juan Núñez, abogado constitucionalista: “No se trata de presidencia perpetua ni vitalicia”. En Francia, Inglaterra, España e Israel existe la reelección continua. En México el periodo es de seis años.
En el hemiciclo protocolar del Palacio Federal Legislativo, tras explicar varios puntos de su proyecto de reforma constitucional, el presidente de la República, Hugo Chávez, anunció al país, la noche del pasado miércoles: “El periodo presidencial es de siete años. El Presidente o Presidenta de la República puede ser reelegido o reelegida de inmediato para un nuevo periodo”.
“Así de sencillo”, comentó enseguida, en la lectura de su propuesta de modificación del artículo 230 de la Carta Magna. No sorprendió a nadie.
La Constitución vigente señala: “El periodo presidencial es de seis años. El Presidente o Presidenta de la República puede ser reelegido o reelegida de inmediato y por una sola vez, para un nuevo periodo”.
Al día siguiente se abrió un debate nacional. El Gobierno defiende la tesis de que la reelección continua es una figura que existe en otros gobiernos democráticos y la oposición apunta que el proyecto atenta contra ella.
Juan Luis Núñez, abogado constitucionalista, sostiene: “El Presidente propone reelegir en forma continua, no es perpetua ni vitalicia. Hay un argumento bastante democrático y válido porque, en todo caso, el pueblo es el que va a decidir si quiere que continúe o se retire”.
“Indudablemente no va en contra de la democracia, no está planteada la reforma hacia un sistema único. Chávez está marchando, lentamente, hacia un sistema de partido mayoritario, esto significa que el Gobierno está claro del momento estratégico que vive, además hay una oposición totalmente desdibujada e inorgánica”, explica el politólogo Juan Romero.
Opinión adversa tiene el abogado constitucionalista, José Enrique Molina, al señalar: “Es un mecanismo para reducir el control popular sobre el Gobierno, una forma de menoscabar la democracia”.
Reelección en el mundo
En América Latina los periodos presidenciales oscilan entre cuatro y cinco años. La reelección continua existe en países con sistemas parlamentaristas como Inglaterra, Francia, España e Israel.
En América Latina no hay figuras presidenciales con reelección continua.
“Francia redujo su período de siete a cinco años, a pesar de que el Presidente tiene poderes limitados y compartidos con el primer ministro. Chile redujo su período de seis a cinco años. Hoy en día, los períodos presidenciales más largos en América Latina son de seis años: caso México y Venezuela”, dice Molina.
El abogado constitucionalista explica: “Los países que han admitido la reelección inmediata la han limitado sólo al período siguiente. Esos países son Argentina, Brasil, Colombia, Venezuela y República Dominicana. Perú la eliminó”.
Molina advierte que en las elecciones sin reelección los gobiernos latinoamericanos pierden en más de un 60% de los casos. A partir de 1991 en nueve casos en los que el Presidente ha ido a la reelección en América latina, el Gobierno ganó ocho.
“¿Por qué? Porque el ejercicio del poder en democracias con institucionalidad débil le permite a quién lo detenta abusar de los recursos del Estado para mantenerse en el poder, y para obtener ventajas electorales”, analiza.
Caso que no aplica en Venezuela. “Chávez ratifica la idea de un gran pensador norteamericano, de nombre Adams Pceworski, quien dice que hay que construirse la legitimidad del mandato y ubicar al electorado clave. En Venezuela los estratos D y E representan casi el 80% de la población electoral, son ellos quienes han respondido a las misiones y a ellos les da rango constitucional para conformar este sistema de par tido mayoritario”, sostiene Romero.
Periodos largos
Plantear la idea del periodo de siete años no altera para nada el carácter democrático de una sociedad. Un periodo presidencial mucho más largo garantiza la continuidad de las políticas, dice el general (r) Alberto Muller Rojas, analista político.
Muller subraya: “Va a delegarse gran parte de las funciones que tiene el Presidente al primer vicepresidente o a los que él designe para tareas específicas”.
Otro beneficio de alargar el periodo, según Muller, es la reducción considerable de los costos electorales.
Para Romero, la ampliación del periodo presidencial “implica una prospectiva política que plantea que el Presidente continúe con el proyecto de país que ha esbozado, pero en el fondo hay un distanciamiento y desconfianza de él (Chávez) con su entorno”, advirte.
Finalmente, el éxito de esta propuesta y de la reforma Constitucional en su totalidad, dependerá del debate y el diálogo, en el que se hace necesaria la participación de la comunidad organizada.