¡Cómo me gustaría formularle al encargado de la Superintendencia de Bancos algunas preguntas cruciales! ¡Cómo me gustaría encontrármelo por pura casualidad en un ascensor de su flamante edificación, para que me explique cómo es que contando con una plataforma tecnológica y con una estructura organizacional tan numerosa, no logra dar respuesta a los simples reclamos de los usuarios? ¿Cómo es que nombrándose una dependencia exclusivamente para resolver situaciones bancarias, pueden dejar a los venezolanos a merced de las mafias fraudulentas de estas entidades?
Introduje desde el mes de marzo del presente año una denuncia ante estas oficinas por la sustracción indebida que se había efectuado en mi cuenta de ahorro de Corp Banca, donde el Estado venezolano deposita mi salario como docente; y hasta la fecha no he logrado obtener ningún tipo de respuestas. Fui despojada de mi sueldo a través de una entidad bancaria, y las instituciones encargadas de “proteger” a los ciudadanos, se declaran incompetentes.
No es suficiente que los educadores ganemos salarios injustos y que con nuestros salarios financiemos el funcionamiento operativo de los planteles educativos, así como la precaria situación económica de nuestros estudiantes - porque los entes encargados de dotar escuelas y liceos, y activar planes de apoyo alimentario, tampoco cumplen con su rol - como para que se nos sume ahora el peligro de las clonaciones de tarjetas, y frente a ella, la actitud incompetente de los organismos públicos.
No es casual tampoco que nuestro gremio sea el más proclive a escuchar rumores y comentarios de supuestos pagos por parte del Ministerio, y que esta actitud nos haga vulnerables a caer en trampas y artilugios fraudulentos automatizados y respaldados por los mismos funcionarios públicos adscritos a la cartera educativa. Me refiero a los mensajes de textos que llegaron y se replicaron anunciando un supuesto pago de Fideicomisos al personal del ministerio de educación (insisto en violentar las normas y colocar las minúsculas, hasta tanto no se comporten como verdaderos entes institucionales que trabajan en favor de la ciudadanía).
Como era lógico pensar, se trataba de una estafa, pero muchos empleados mal pagados cayeron víctimas del robo. Y por supuesto, hasta el momento no tengo información alguna sobre la activación de una investigación para encontrar al o los responsables, los cuales muy probablemente se encuentran en las mismas oficinas de los despachos educativos.
Hace poco llegó a mis manos el libro de Laurence Peter y Raymond Hull, que intenta validar una hipótesis en torno al por qué de la incompetencia humana. Se llama El Principio de Peter, y en él sus autores sustentan una afirmación abrumadora: “En una jerarquía, todo empleado tiende a ascender hasta su nivel de incompetencia” Supongo que este axioma no debería ser cierto en una sociedad socialista o en proceso de construcción del socialismo.
Sin embargo, agobiada de observar cómo se enseñorea la incompetencia en las instituciones públicas, me pregunto si tendrán efecto positivos en las próximas elecciones de diputados, nuestros Puntos Rojos diseminados a lo largo y ancho del territorio nacional, nuestras Unidades de Batalla Electoral y nuestros patrulleros, para hacer que el ciudadano común olvide los continuos maltratos que recibe de las instituciones públicas que presumen de socialistas, y que serían medianamente aceptables en el marco de esta sociedad de consumo, si tan sólo estuviesen integradas por funcionarios que cumplen a cabalidad con las labores que les fueron conferidas, y por las cuales se le paga.
Sea un buen gerente, Licenciado Hernández Behrens, aplique correctivos en el funcionamiento de la Superintendencia de Bancos, y dele a los venezolanos y a los seguidores del proceso revolucionario alguna razón para confiar en que alguna vez será un gerente en una sociedad socialista.
(*) Profa.
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