La verdadera historia de la corrupción en Venezuela

Cuando los españoles llegan a América y más tarde a Venezuela, el imperio español estaba prácticamente en la quiebra, así lo confirman las versiones muy aceptadas, narradas por connotados historiadores, donde se expone las peripecias de Cristóbal Colon cuando solicita los auxilios de los Reyes Católicos de España los cuales, se vieron obligados a vender algunas de las joyas de la corona para poder financiar el viaje que Colon les proponía efectuar.

Con el descubrimiento y posterior invasión de América por los españoles y después de insignes masacres cometidas contra los originarios nativos de estas tierras, estos toman posesión de las mismas.

El rey o monarca español de turno ejercía el control de estos territorios en la figura de los gobernadores nombrados directamente por el, quienes eran los que administraban dichas instancias. Voy a citar al escritor ingles James Michenner que en su libro “Caribe” dice lo siguiente sobre los gobernadores de la época: “Disponían de una autoridad enorme y administraban un volumen de riquezas inimaginables, siendo, en cambio, su remuneración casi nula. Los reyes de España estaban en la ruina y se apoderaban de todo el oro y la plata que llegaban de sus colonias, pero se negaban a pagar sueldos decentes a sus representantes.

Los virreyes y gobernadores estaban casi obligados a robar*. Se les permitía enriquecerse durante diez o quince años, dando por sentado que retornarían a España con fortuna suficiente para gozar de ella con sus familias por el resto de sus vidas.”

Luego continua diciendo: “En primer término era sabido que el gobernador se apropiaba de los fondos públicos, y se aceptaba. Por lo tanto funcionarios del rango siguiente se sentían justificados si hacían lo propio pero en menor volumen y así hasta llegar al último en la escala. Todos alargaban la mano y toda la administración funcionaba mediante el robo y el soborno.” Fin de las citas.

Ha de hacerse notar que estas prácticas delictuosas no tenían su origen en las circunstancias propias de la colonia, si no que vienen heredadas a su vez de prácticas comunes dentro del propio reino español, como se puede constatar en los relatos de los grandes historiógrafos de la época. Por lo tanto esto instituyo en Venezuela desde los primeros tiempos la cultura del saqueo y el pillaje más propio de piratas y filibusteros que rondaban también por aquellos días.

Pero no solo eran corruptos los altos funcionarios administrativos nombrados directamente por el monarca de turno, bien es sabido que en todo acto de corrupción

hay un corrompido y un corruptor, ósea, alguien que recibe la prebenda y alguien que la da. Así podemos inferir que la mayoría con algunas honrosas excepciones (muy pocas, poquísimas) de los terratenientes provenientes de las grandes familias nobles(así llamadas) de la colonia en Venezuela, obtuvieron sus grandes fortunas y tierras con un origen delictivo proveniente de actos fraudulentos y saqueadores como consecuencia de ese comportamiento aceptado por la sociedad de aquellos tiempos y que como podemos comprobarlo en la historia reciente y actual del país hemos heredado sin que nos hayamos percatado de que esta nefasta herencia del imperio español es y siempre ha sido a juicio de mi humilde opinión el factor más insidioso en el desarrollo de la sociedad y por ende del propio país.

Es muy propio y diría común dar por sentado que las grandes fortunas de las familias más ricas de Venezuela provienen de personajes que producto de sus esfuerzos y trabajo pudieron hacerse de ellas. Este hecho esta negado por la historia. Los acontecimientos así lo demuestran y como dije anteriormente con muy pocas excepciones que son las que confirman la regla.

Es risible ver y oír a algunos representantes de la rancia oligarquía venezolana en la actualidad abrogarse cualidades de honestidad y pulcritud de las que no puede dudarse solo por el mero hecho de que provienen de familias de tradición con grandes fortunas, dueños de tierras y grandes empresas, pero que al mismo tiempo le endilgan a los gobernantes de turno todos los males de la administración pública, siendo que, en la práctica no pueden haber corrompidos si al mismo tiempo no hay corruptores, que desde el origen de los tiempos siempre han sido por lo general los grandes poseedores de dinero y riquezas.

En esta sociedad actual es de gran significado que esto quede establecido así y que todos tomemos conciencia de que el combate a la corrupción es una lucha diríamos épica por sus características inmunosociales con la que ha sido vacunada nuestra sociedad desde los orígenes de la colonia, son siglos con ese germen dentro de las mentes y los corazones de las personas de todos los estratos sociales o mal llamadas clases. La corrupción no se limita tampoco, como se ha dado maliciosamente a creer, a la administración pública, si no que existe y muy profusamente extendida en la empresa privada a todos los niveles. Frases como: no me des ponme donde hay, se aplica muy comúnmente en la vida cotidiana, otra que también es muy popular e l: cuanto hay pa’ eso, expresiones que denotan un profundo arraigo en la idiosincrasia del individuo común, llegando al colmo de que si alguien no se aviene a la costumbre generalizada de aceptar prebendas a cambio de “favores” , es en el menor de los casos llamado con algún epíteto que ofende su dignidad y respeto y en otros casos puede llegar incluso a daños materiales y/o personales en contra de esa persona.

Llegado a esta encrucijada, debemos, para, bien común definir claramente las estrategias a seguir. Una de ellas a mi buen entender estriba en establecer un cambio cultural desde la educación en los primeros años de vida del individuo.

Otras podrían ser las estrategias, pero debemos saber que cualquier camino que escojamos no va a ser fácil y mucho menos rápido, inclusive no podemos aspirar a erradicar la corrupción por completo, pero si es justo esperar llevarla a niveles manejables; en donde no se vea por ejemplo, afectada la aplicación de la justicia en todos sus campos. Debemos recordar que la aplicación de la justicia es un derecho humano inalienable y tenemos que lograr contra viento y marea y a toda costa tener jueces incorruptibles y al mismo tiempo no puedan ser chantajeados ni amenazados de ninguna forma. No es viable el desarrollo del país si no contamos con esta ineludible condición.


andres.1802@hotmail.com


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