La especulación-inflación, corrupción e inseguridad están matando a la revolución

Ya los hemos señalado en varios artículos. Tenemos serios problemas que están impactando la sociedad venezolana y desmoronando las bases de este proceso revolucionario. Los aquí mencionados están entre los más álgidos. Nos encontramos entrampados en un espiral, donde la dupleta especulación-inflación, merma cada vez más la capacidad de compra de los venezolanos, particularmente la de los trabajadores asalariados. Los bienes, servicios y productos alimenticios están mostrando diariamente incrementos sustanciales. Así se tangan precios regulados, exista, SUNDECOP, INDEPABIS, CONSEJOS COMUNALES, COMITÉ DE CONSUMIDORES, nada, pero nada, está parando el encarecimiento de la vida en Venezuela. Así la harina pan marque en su precio Bs.7, el kilo de carne sea 30 o 45, un carro 300 mil o 600 mil, todos sabemos que nunca se pagan esos precios, se pagan hasta más del 1.000% por ellos. Lo triste es que pagar esos precios especulativos es la única manera de adquirirlos. Bien sea en el comercio formal o en el informal, la vaina es exactamente lo mismo. Todos venden con sobreprecios, y si te quejas con descaro te dicen no lo lleves, que otro se lo llevará.

Con razón veíamos, con mucho asombro, cuando en un programa de VTV, el Director de INDEPABIS, Samán, decía que las cosas en Venezuela no se vendían por el justo valor que tenían, sino por el monto que el consumidor estuviera dispuesto a pagar. Así, ya sin mucho asombro, las cosas no suben uno o dos bolívares, suben por miles. Una nevera, licuadora, televisor o celular, que una semana cuesta un determinado precio, si se decide comprarlo la semana siguiente, ya cuesta varios miles más. El consumidor se frustra, el comerciante-especulador, se beneficia y goza. Es por eso que vemos como cualquier persona que ejerza la actividad comercial, así sea vendiendo arepa, o de taxista, o plomero, o perrocalientero, o peluquero, obtiene cada vez más mayores ganancias de su trabajo. La mayoría, sino todos, especulan, ya son parte de ese espiral especulador. Ya le agarraron el sabor al dinero fácil, rápido, sin mucho esfuerzo, sin importar que la gente se joda. Qué carajo.

Por otro lado, está el tema de la corrupción. En efecto, tristemente el gobierno tuvo que aceptar que existe la boliburguesía. Muchos disfrazados de camaradas, de rojo rojito, perforaron la delicada membrana de la honestidad y la decencia. Saborearon las mieles de la corrupción, del negocio sucio, delpóngame donde “haiga”. En ello cayeron incluso conocidos docentes universitarios, que por los avatares de la vida saltaron al mundo de la política y lograron cargos de gobierno. Ahora son prófugos de la justicia venezolano o están tras las rejas. Hay corrupción en las obras, en los contratos. Se siguió, igualito que en la cuarta, pagando, o cobrando, el 10 o 15% por conseguirle un contrato a alguien, o porque te consiguieran un contrato. O para que te saquen un cheque de una oficina del gobierno. Las mafias corruptas, los funcionarios corruptos, se apoderaron con descaro de las oficinas donde hay que hacer trámites. Pagas y te lo hacen rapidito, no pagas y te jodes. Pagas y te nacionalizamos la mercancía en un ya, impone la corrupción en los puertos del país por donde entra mercancía desde el exterior, no pagas hasta te la decomisamos. Pagas y te conseguimos el pasaporte, no pagas y no viajas. Pagas y te conseguimos la licencia de conducir, las placas nuevas para el carro, si no lo haces te jodes.

La corrupción impera en Mercal, en PDVAL, en las distribuidoras socialistas de gas, de cemento, de cabilla. En todas debes pagar, bajarte de la mula, para poder conseguir el bien o servicio que buscas. En lo del cemento, casi todo socialista en el país, las pacas ahora son muchísimo más caras, así sean las destinadas para los consejos comunales, así sea porque marquen un precio de unos Bs.35. Es mentira que salen gratis, es mentira que cuestan ese precio. En el mercado corrupto, llegan a venderlas hasta por más de Bs. 120, las de los consejos comunales y las otras. Quienes dirigen esas empresas socialistas, terminan al poco tiempo con lujosos vehículos, tremendas viviendas de lujo, respirando mucho billete. Son los mismos corruptos que retrasan las obras o hacen desastres cuando están encargados de construcción de viviendas populares, de vías de comunicación, de redes ferroviarias, de remodelación de aeropuertos. Hacen obras chucutas, mal acabadas y miserables, a pesar de tener un excelente presupuesto para hacerlas de primera. Se roban el dinero, compran los materiales más baratos, lo más chimbo.

La violencia, la criminalidad, el atraco, el robo, el asalto, el asesinato, el chantaje, el secuestro ocurre a cada segundo a lo largo de toda la geografía venezolana. Los muertos todos los fines de semanas asombran. Muchas veces mueren más personas en un fin de semana en el país, que en todo un mes de enfrentamiento con misiles y bombas en los países que se encuentran en conflicto. El robo de celulares, de carteras, de vehículos, de casas es reportado todos los santos días. Las unidades de transporte populares son atracas con inusitada frecuencia. Allí los malandros hacen mesa limpia, le roban, a fuerza de pistolas, todo absolutamente todo a los humildes pasajeros. Ya se trate de transporte urbano o del extraurbano. Es lo mismo, con casi la misma frecuencia. Roban en los edificios públicos, en los centros comerciales, en los restaurantes, en los hoteles, en los hospitales, en las clínicas, en las universidades, en las funerarias, en los cementerios. No hay espacio ni lugar seguro, para nada. Los malandros, cual cucarachas, se multiplican por doquier. Nada los “extermina”. Los atrapan, repletan las cárceles o los sueltan sin demora. En Mérida, hace apenas unas dos semanas, un trio de malandros atracó en una licorería, hirió a un militar, atracó en un restaurante y en una panadería, todo en menos de unas dos horas. Esa misma noche atraparon a uno de ellos. A la semana siguiente, en plena vía pública, le metieron nueve tiros en la cabeza al que había sido atrapado. Ya andaba suelto. Ayer mismo mataron en plena vía pública a una joven promesa venezolana, estudiante de la ULA, deportista de competencia internacional. Lo mataron en plena vía pública, con tres tiros que le dio un malandro, para robarle. No valió que era karateca, sensei. El plomo cegó su vida. Que tristeza y dolor se siente por esta lamentable pérdida, que no debió ocurrir.

La inseguridad es tal que caminas por la calle con zozobra, con paranoia, sin casi nada encima, pues es muy peligroso para ti mismo cargar un reloj, un anillo, una cadena, un celular. Te atracan o roban a ti, a un hijo tuyo, a un hermano tuyo, a un amigo tuyo. Tu círculo se cierra, no hay escapatoria. Todos sufren el flagelo de la violencia. Claro, allí están los cuerpos de seguridad. Hay policías nacionales, estadales y municipales.

Está en CICPC, el SEBIN, la Guardia Nacional Bolivariana, y otros varios, tal vez. Están super equipados, con patrullas nuevas, último modelos, full equipos. Tienen tremendas motos, grandes, potentes. Motos muchas motos, patrullas, muchas patrullas. Trajes nuevos, armas nuevas, chalecos antibalas nuevos, calzados nuevos. Se ven bonitos, se ven bien vestidos. Ya no es la policía paupérrima, no. Pero el hampa, está allí, robando y matando sin piedad, en grandes cantidades, lo hacen sin misericordia, las 24 horas del día, los siete días de la semana, los 365 días del año.

¿Qué se está haciendo?. Vemos que las cosas parecieran que se mantienen iguales o van hacia lo peor. No se estabilizan los precios de los productos, la inflación no disminuye y la especulación galopa. Hay algunos corruptos presos, pero la gran mayoría andan por allí, haciendo la trampa, viviendo de las corruptelas. La muerte aguarda en cada esquina. Se preparan nuevos policías, con formación universitaria, se construyen nuevas cárceles, nuevos ministerios en el área judicial. Pero los asesinatos, robos, atracos, entre otros males, se mantienen o parecieran incrementar. El gobierno hace esfuerzos, pero las pautas parecieran que las marcan otros. Visto así, las cosas no están muy buenas ni para la sociedad venezolana, ni para el partido de gobierno para enfrentar los retos políticos de mantener la revolución en el poder. La revolución, por principio debe, de ipso facto, generar las transformaciones que se reflejen de manera favorable en estos aspectos. De lo contrario, no se puede hablar de proceso revolucionario. No puede mantenerse la situación igual o peor, en estos temas tan sensibles, que cuando los gobiernos cuartorepublicanos y capitalistas precedentes. Debe ser, positivamente, diferente en revolución.

La gente se inconforma cuando se ve obligada a comprar mucho más caro de lo que debería; cuando un corrupto, vestido de rojito, le pide dinero para un trámite; cuando lo atracan o roban en la calle y, cuando le matan a un familiar o ser querido. La gente se indigna cuando un agente policial, un fiscal de tránsito o un guardia nacional, le quita dinero o los productos que transporta en una alcabala que está concebida para proteger a la ciudadanía. La gente se arrecha, se arrecha en contra del gobierno, quien debe, por ley, regular precios, impedir la corrupción y ofrecer seguridad a todos.
¡Que Dios nos agarre confesao!.



Esta nota ha sido leída aproximadamente 5986 veces.



Heriberto Gómez

Profesor Titular, ULA

 heribertogomez60@gmail.com      @ulandino

Visite el perfil de Heriberto Gómez para ver el listado de todos sus artículos en Aporrea.


Noticias Recientes: