¿Y siguen raspando los cupos Sicad?

Con júbilo, como si recién ganara la copa de oro del Mundial Brasil 2014 se expresa en la cola de depósitos de la agencia del Banco Venezuela de la avenida 4 de Mayo de Porlamar, un joven de 28 a 30 años, muy guapetón y vestido de marca, como dicen los chamos ahora, porque pudo viajar con un pana y rasparon los 2.700 dólares de las tarjetas de cada uno, y pagaron el hotel con los cupos electrónicos. La euforia adviene porque se dispone a depositar el cheque de la “afortunada” transacción. Los vendió todos en Caracas a 77 bolívares. “Nada, maris… —le dice a su confidente—, en Caracas los pagan a 78 bolívares pero para salir del paso rápido y venirme, los vendí a 77. Aquí en la isla están pasados, no quieren pagar más se 70 bolívares, son unos pasaos, guón”.

Esta situación es inamisible, inaceptable , incorregible al parecer.

El Estado publica semanalmente los listados de personas llamadas a declarar el uso correcto de las divisas de viajero, y este jovenzuelo se vacila al mismo gobierno a boca jarro. ¿Cuáles son, entonces, los nuevos controles que impuso el Sicad? Hasta los profesores universitarios se inventan invitaciones para dictar conferencias enel exterior y se llevan los consortes para raspar los cupos del Sicad. Aquí no ha cambiado nada. El mismo Cadivi con otro traje. O se perdió la moral a expensas de la estafa descarada del Estado o hay complicidad ante el descalabro. Fíjense nomás en la cuerda de pavitos que de un día para otro les ha dado por viajar de Venezuela para Centroamérica y Suramérica. ¿A qué van? No tienen propósitos de estudios ni son comerciantes importadores, pues apenas si estudian o tienen un trabajo de bajo nivel. Tampoco van a eventos deportivos internacionales. El cuento de que tienen primos, tíos y abuelas en el exterior es un sentimentalismo absurdo que sólo conmueve a los directivos del Saime, y a los garantes del Sicad y del Cencoex.

Ya este tema no da para más. La hipocresía abarca a los viajeros y a quienes ceden los dólares. Las personas que realmente los requieren para necesidades primarias reciben mayor nivel de obstrucción burocrática, pero a estos turistas que se están enriqueciendo impunemente, ni con el pétalo de una flor. Ellos “se montan” en doscientos mil de la manera más fácil y tienen todo listo para escaparse otra vez en enero, febrero o marzo. Y que siga la rueda de la fortuna.
Es un total descaro, para no decirle falta de control.

Isla de Margarita, julio 2014


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José Pérez

Profesor Universitario. Investigador, poeta y narrador. Licenciado en Letras. Doctor en Filología Hispánica. Columnista de opinión y articulista de prensa desde 1983. Autor de los libros Cosmovisión del somari, Pájaro de mar por tiera, Como ojo de pez, En canto de Guanipa, Páginas de abordo, Fombona rugido de tigre, entre otros. Galardonado en 14 certámenes literarios.

 elpoetajotape@gmail.com

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