La corrupción tiene sus padres

A la hora de echar culpas, tendemos a ser laxos y ganados a la idea de hablar paja o murmurar irracionalidades, como evadiendo las cuotas personales de responsabilidad, por permisivos, por corruptos o por pendejos.

El caso es que el corrupto no tiene ideología, ni partido político, sino su beneficio personal y afán de lucro desmedido e inmerecido. Por eso vemos tanto "nuevo rico", es decir, personas que de pelar esféricas, ahora, aparecen con riqueza súbita.

Pero, esos corruptos, al llegar a niveles de lucro y riqueza, alcanzan prestigio social, tienen un séquito de prostitutos y putas a sus pies, se lavan sus rapiñas con alguna religión a la que se alían, algún club al que pertenecen y visten ropajes de gente "nice" o "In", para bañarse de glorias y mostrarse honorables. Y todo esto es posible, porque hay impunidad y porque en el capitalismo esto tiene sentido, porque es la razón de ser. Absolutamente nadie se hace millonario, si no es por el robo, la usura, el tráfico de influencias, la especulación y cogiéndose para sí lo que pertenece a otros, selectivamente, de manera que nadie, en privado, ni al detal, pueda decir "tú me robaste", dado lo inasible o difícil de demostrar.

Al corrupto hay que agarrarlo en flagrancia, no en fragancia, después de que ha legitimado lo habido en corrupción. Por tanto, quien echa un cuento de tal o cual corrupto, es tan despreciable como el aludido, porque si lo cuenta, significa que lo permitió y, por lo tanto, es un rolo de pendejo o de cómplice.

Lo fácil es echar culpas a diestra y siniestra. Resulta que la cultura de la corrupción, se empezó a consolidar en Venezuela, desde la Colonia, pero en nuestra vida republicana cogió forma de cultura, en la llamada IV República, primero, como acto de rapiña de la clase gobernante, para luego extenderse como acto de sobrevivencia de un sector de los oprimidos, con bastante éxito, lo que derivó en una cultura generalizada, que hasta hoy, ha sido tolerada y aceptada socialmente, aunque se murmure, pero con su correspondiente genuflexión ante el corrupto o corrupta, por si algo se nos pega.

Lo anterior expuesto, viene a propósito de la corrupción presente en los diversos espacios de la vida nacional en los últimos tiempos, lo que ha servido de acicate, para justificar toda descalificación contra el Presidente Comandante Hugo Chávez, la revolución y los beneficios para los más pobres y los emancipados (mal llamados "clase media", desde nuestra perspectiva bolivariana, socialista y chavista), además de que, en los últimos días, lo valiente, desde el teclado, el chismorreo de esquina o de cafetín, es acusar al Presidente Nicolás Maduro y a su gabinete de la corrupción de otros, que probablemente, esos otros, no seamos sino nosotros mismos.

Por ejemplo, callamos el acierto de las pensiones del IVSS, pero criticamos al gobierno por el guiso compartido, para incluir a ciudadanos en las listas de pensión, entre los corruptos que cobran por ello y los corruptos que son incorporados de manera fraudulenta. Hablamos de corrupción en las aduanas, pero los que pagan los sobornos, por contrabando, fletes irregulares y demás especies, son los dueños de las aduaneras y los de los containers que importan y exportan. Criticamos la venta fraudulenta de carros y camionetas a oposicionistas corruptos (disculpen el oximorón: oposicionista - corrupto), pagando vacunas entre 80 y 100 mil bolívares por cada carro que se logre comprar a precios solidarios de las empresas del gobierno (Chery, Venirauto, sistema Suvinca, etc.), con personal de esas empresas, pero no hemos formulado una sola denuncia porque esperamos conseguir un carrito de esos, aunque paguemos la vacuna. Obligamos al Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) a sentenciar y ordenar elecciones democráticas en las universidades que controla la AVERU, pero no nos atrevemos a hacer reglamentos, ni enfrentar a los rectores corruptos, sentencia en mano, sino que nos cobijamos en el silencio cómplice y rastacueril. Pagamos la prote a funcionarios maulas en alcabalas de carreteras, pero no hay un solo procesado por denuncia hecha, sino que en el costo de mercancías y productos, ya tenemos un monto designado para ellos, que se lo pechamos al consumidor. Pagamos lo que nos cobren, murmuramos y hacemos largas colas, para comprar café, papel toilette, leche o toallitas sanitarias, pero no enfrentamos a quienes se lucran en ello, no aplicamos contraloría social, no vigilamos a los supervisores e inspectores que cantan la zona a los dueños de comercios y servicios, sino que nos aniñamos o jugamos a la "Caperucita Porno".

En fin, los padres de la corrupción, somos nosotros mismos. Parece que está llegando la hora de que el Pueblo profundice la revolución y enfrente la corrupción, o la plutocracia criolla volverá a la restauración del capitalismo cuartorrepublicano. Si la mayoría, hemos estado y seguimos estando, con Chávez y Maduro, entonces, no les demos tregua, ni descanso, ni espacio, a los corruptos. Pasemos de la murmuración a la acción.


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Luis Alexander Pino Araque


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