¿Parálisis en la toma de decisiones económicas?

Mis queridos lectores, desde hace algún tiempo se vienen anunciando medidas que parecen inminentes como una reforma tributaria, el aumento de la gasolina, una unificación cambiaria, hacer más eficiente la gestión pública, y por supuesto, algo llamado el sacudón que nadie sabe exactamente de qué se trata pero que suena como algo imponente. Sin embargo, el tiempo pasa y los problemas no se resuelven por sí solos. Por último, para añadirle más fuego a la candela tenemos que la escasez ha llegado al sector salud.

No suelo reseñar experiencias personales, pero en mi caso particular soy hipertenso y debo tomar cozaar de 50 mg todos los días, he ido a varias farmacias y no lo encuentro, tampoco hay un sustituto. ¿En este caso qué debería hacer, acostarme en mi cama y quedarme muy tranquilo para que no me suba la tensión? Según las informaciones que uno lee o escucha a diario los remedios para la tensión no son los únicos desaparecidos, hay toda una lista muy larga.

Ahora bien, no es mi intención extenderme en la escasez de medicamentos, para eso lean los diarios simplemente. Mi cuestionamiento va dirigido al hecho que me parece inconcebible que un gobierno socialista permita que la situación en materia de salud llegue a estos niveles. Estoy más que seguro que en Cuba esto no pasa, y en términos generales, en todos los países que transitaron por el socialismo en el siglo XX, un motivo de orgullo era la atención en salud a la población, así como también, la educación.

Por otra parte, el socialismo siempre se ha caracterizado por usar la planificación como un instrumento para la asignación de recursos para la satisfacción de necesidades del pueblo, un instrumento superior al mecanismo caótico de los mercados capitalistas. Sin embargo, con planificación o sin ella, con mercado capitalista o no, estoy seguro que si fuera a una farmacia de Quito, Buenos Aires, Lima, Santiago de Chile o Colombia, saldría muy satisfecho con mi cozaar de 50 mg. Debo decir que siempre compré la cantidad que necesitaba del medicamento porque no me imaginé que fuera posible que llegaran a faltar las medicinas en el país, puede ser que no haya carros, repuestos, hojillas de afeitar, etc. Pero que falten las medicinas me parece algo inconcebible en un país petrolero y socialista.

Que alguien me explique cómo se puede tratar de convencer a una persona de las bondades del socialismo, cuando ésta va a una farmacia y no encuentra el medicamento que necesita para su dolencia crónica.

Es evidente que en esta experiencia socialista venezolana no ha habido planificación socialista de ningún tipo, y por supuesto, sin planificación efectiva tampoco hay control. ¿Para qué sirve el Plan de la Patria si en la práctica no se acometen acciones concretas que apunten al logro de sus objetivos? La verdad es que el Plan de la Patria puede terminar igual que los planes de la nación de la IV república, unos libracos que nadie leía y que contenían un dechado de buenas intenciones. En este orden de ideas para qué tenemos un ministerio de planificación, y cualquiera que haya participado en la elaboración de un plan operativo de una institución sabe perfectamente como los cálculos se realizan al ojo por ciento, eso sí, en unos formatos de lo más complejos para dar la impresión de que las cifras que contienen son serias.

Ahora, volviendo al punto de la no toma de decisiones en materia económica, el gobierno debe darse cuenta que los problemas sólo se agravarán con el tiempo, más aún, cuando el precio del petróleo muestra una tendencia a la baja, el déficit fiscal seguirá aumentando, la inflación no dará tregua, la escasez se hará crónica y espasmódica.

Las decisiones a tomar son duras porque van a tener un impacto en la calidad de vida de todo el mundo, excepto para aquellos que sean muy ricos. El gobierno debe estar consciente de esto y por eso se inhibe de tomar las medidas necesarias para evitar desatar el descontento social y una posible pérdida de poder político, la mala noticia es que ya ese descontento existe y se comienza a manifestar dentro de las filas de la revolución.

El gobierno insiste que las medidas que ha considerado no tienen un fin fiscalista, sin embargo, no se puede ocultar el sol con un dedo, todas ellas apuntan a que el gobierno recaude más bolívares para hacer frente al gasto público, y en particular, al gasto social.

Por otra parte, no se ve una política económica coherente para abatir la inflación, todo lo que se ha intentado por la vía de los controles de precios ha fracasado pues la inflación sigue siendo muy elevada. Los controles de precios por mucho tiempo inevitablemente llevarán al acaparamiento, la especulación y el contrabando en una economía de mercado, y en las economías socialistas del siglo XX llevó a una escasez crónica de todo tipo de bienes. En Estados Unidos cuando se decretó en los años 30 la ley seca, prohibición de la venta de licor, esto trajo consigo el contrabando de licor hacia el país desde Canadá y el florecimiento del crimen organizado. Esto solo se terminó con la derogación de la ley seca y la venta libre de licor nuevamente, y no fueron los controles policiales y aduaneros impuestos los que pudieron erradicar el contrabando.

A mi modo de ver, una política económica coherente debe fijar como prioridad bajar la inflación a un dígito como lo han hecho la mayoría de los países, y esto solo es factible por la vía de reducir el circulante en la economía que nos lleva a una reducción del consumo, y eso conduce a una menor calidad de vida, por último, esto puede conducir a explosiones sociales y la pérdida de poder político. Ahora bien, es el gobierno el que está en capacidad de reducir el circulante, pero esto significa bajar el gasto público, esto puede afectar los programas sociales y profundizar una recesión económica que ya golpea al país. La reducción de la inflación debe ir acompañada por un aumento de la producción nacional lo que implica articular un conjunto de medidas que incentiven al sector privado a producir más bienes y servicios, por otra parte, a una revisión profunda de las empresas del Estado que no han llenado las expectativas en materia de producción y productividad.

Siempre he señalado que el socialismo para mí tiene que ver fundamentalmente con una redistribución de la riqueza generada y no con un modelo económico productivo. El modelo productivo de los países socialistas del siglo XX hizo agua, las empresas estatales no fueron productivas, y este fracaso económico llevó finalmente a la inviabilidad política de la Unión Soviética y los países del este europeo. Siempre he señalado que difícilmente podemos hablar de un modo de producción socialista, los modos de producción que se han desarrollado a través de la historia, esclavismo, feudalismo y capitalismo se desarrollaron de una manera más o menos espontánea. El capitalismo se desarrolló a partir del mercantilismo para pasar al industrialismo y seguir con el capitalismo financiero y de servicios. No podemos señalar que haya habido un movimiento político como tal que haya propugnado la instalación del capitalismo, los teóricos han tratado de explicarlo una vez que el mismo fuera una realidad. Esto no ha ocurrido con el modelo económico socialista, el cual fue impulsado primeramente desde una vertiente política y que ha respondido a la visión marxista de que el socialismo debe ser algo antagónico al capitalismo, y por lo tanto, se debe erradicar la propiedad privada de los medios de producción.

Si estamos claros que una economía estatizada no ha traído los beneficios esperados, podríamos pensar que hay que buscar otro camino, y este podría ser el de la autogestión y las cooperativas, sin embargo, aun cuando la propiedad de los medios de producción pueda pertenecer a los trabajadores esto no es más que una forma de propiedad privada de los medios de producción. Las cooperativas o las empresas comunales solo podrán florecer si las mismas generan ganancias para reinvertir y remunerar a sus participantes, y si son capaces de ir al mercado y competir en precio y calidad.

El problema de la economía venezolana es que debe tornarse en una economía productiva, sin embargo, esto requiere que existan condiciones de estabilidad, estabilidad de precios y de cambio e incentivos a la inversión, solo así podrán prosperar pequeñas y medianas empresas capitalistas junto con empresas comunales y cooperativas. Por lo tanto, la búsqueda de la estabilidad macroeconómica es algo imprescindible para el sector privado como para el gobierno. Una Venezuela productiva generaría bienes y servicios para satisfacer una demanda creciente, pero también generaría un mayor volumen de impuestos que podrían alimentar el gasto social y ser un instrumento de redistribución de la riqueza.

Es necesario recalcar que un socialismo basado en la renta petrolera es inviable a mediano y largo plazo, a no ser que los precios del barril de petróleo subieran constantemente o que la producción petrolera fuera en una espiral ascendente permanentemente. Este no es el escenario que tenemos por delante, por lo tanto, hay que desarrollar las fuerzas productivas del país. Lamentablemente, no hay camino fácil, y cuanto antes se tomen las decisiones económicas correctas para estabilizar la economía la salida a la crisis estará más cerca, pero no será indolora.

htorresn@gmail.com



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Hernán Luis Torres Núñez


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