Precio justo, ¡humm!

Frase corta, pero, cuantas complicaciones en su interpretación, en los estudios de la Economía Política se aprende a desmenuzar las frases, a analizar los problemas y las diatribas hasta su mas mínima expresión en las causas, acciones tomadas o dejadas de tomar, sus efectos, para luego proceder a sistematizar el diagnóstico y poder proponer el Que hacer, Como hacerlo, Con qué y Con quien entre otros; si no conocemos el significado de precio, si lo confundimos con el costo y a esto le sumamos que no sabemos lo que significa justo y lo confundimos con el valor de uso, de mercado o peor aún lo asociamos al valor de trueque nunca nos vamos a poner de acuerdo en aportar nuestro criterio en torno a la materia.

En el mercado de libre comercio asociado generalmente al capitalismo las normas de intercambio son muy sencillas, el precio lo determina la Oferta y la Demanda cualquiera que este sea no necesariamente tiene que ser justo ya que si la oferta es excesiva su precio tiende a la baja o viceversa, pero para el productor si hay demasiada oferta y bajo precio pudiera considerar que el precio de su producto no es el más justo en cambio para el consumidor es todo lo contrario.

Cuando otros factores intervienen en la comercialización de los productos se altera el libre mercado, pudiendo beneficiar o perjudicar a sus actores principales en la cadena de producción y comercialización, estos factores pueden ser El Estado (gobierno), los intermediarios, políticas internas y externas, Modelos, etc., etc., todos ellos afectan el precio indefectiblemente y con el agravante de la oferta y la demanda, es cuando deben aparecer las leyes, normas, resoluciones, etc., para poder controlar la comercialización y hacerla lo más justa posible para todos y cada uno de los actores involucrados.

Cuando el Estado interviene para beneficiar a un sector de la población menos favorecido en distintas circunstancias llámese pobreza, explotación, calamidad, discapacidad, etc., lo hace a través de medidas como el subsidio, la beca, las Misiones, etc., y este lo tiene que hacer bajo ciertas leyes o normas que impidan que la medida se desvié hacia otros sectores por tanto sus aplicaciones no puede pueden estar sujetas al criterio de la población en general.

Cuando los “empresarios” no productivos (comerciantes), las trasnacionales, los monopolios internos, los distribuidores (mayoristas), los detallistas y buhoneros  intervienen para su propio beneficio además del valor agregado correspondiente por su intervención en la cadena, acaparan los productos para generar escases, desvían los productos hacia otros países, distorsionan el precio “justo” determinado por la oferta y la demanda en el libre mercado generando el problema de la inflación y por ende todos los males que de esto se derivan. La reacción del Estado no es otra que la de buscar los correctivos necesarios para evitar tales distorsiones y estas no pueden estar sometidas al criterio de la población porque se trata de un asunto de soberanía alimenticia y de interés nacional.

Cuando algún sector productor de bienes es explotado por los demás factores en la cadena de comercialización este tiende a desaparecer por falta de incentivos económicos, el Estado puede intervenir para favorecer ese sector pero corre el grave riesgo de crear dependencia y convertirse en una carga para el estado, lo que comúnmente llamamos “paternalismo”, como es el caso del sector productor agrícola campesino cuya producción está supeditada a los prestamos de las entidades financieras del Estado ciclo tras ciclo, año tras año, lo que pudiera evitarse si el productor campesino recibiera un “Precio Justo” por sus cosechas, evitaría entre otras cosas el éxodo masivo del campesino hacia las ciudades, hoy en día los campesinos no tienen generación de relevo ya que sus hijos beneficiados por las misiones educativas aspiran a un mejor vivir distinto al que hasta ahora conocen y ese mejor vivir para esos nuevos profesionales no es otra cosa que tener vivienda digna, vehículo propio, acceso a bienes y servicios que no tienen en el campo, todo eso y muchísimo más lo pudieran tener solo con revisar las políticas de precios justos para este sector productivo de comida para el pueblo y sobre el cual descansan las esperanzas de convertir a nuestra nación en Una Gran Potencia Agrícola, y dejar de creer que solamente con el desarrollo de los cultivos extensivos vamos a lograr esa meta.

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Gonzalo Ochoa Díaz


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