La institucionalización de la "maraña".

"Maraña" le decimos en los barrios populares de Maracaibo al dinero "extra" proveniente de actividades laborales fuera del horario, pero en estos últimos tiempos el término se ha extendido a cualquier actividad corta, lícita o no, que genere ese "extra" en metálico.

De esta práctica se deriva la figura del "marañero" que no es otro que aquel que, gozando de privilegios, utiliza su posición para exigir una retribución monetaria a cambio de "favores exclusivos". Esto involucra en la actualidad a casi toda la población, pertenezca o no a la plantilla laboral del estado.

Es corrupción, simple y llanamente. Corrupción que ha permeado a todos los estratos sociales carcomiendo el alma de la gente.

Son altamente conocidos los casos de los funcionarios públicos que intencionalmente crean retardos en los procesos que ejecutan para después ofrecer el clásico " hay que bajarse de la mula para que esto salga rápido". También es un clásico el policía de tránsito que acepta su "maraña" para hacerse de la vista gorda en caso de alguna infracción o que cobra para acelerar una revisión vehicular.

Antes se pensaba que la maraña era exclusividad de las instituciones del estado, pero recién se ha puesto en evidencia la extensión de dicha práctica a sectores privados, notándose en especial el cobro de "comisiones" para el otorgamiento de créditos bancarios, asignación de viviendas, venta de vehículos cero kilómetros que van directamente al mercado de usados, desvío de alimentos hacia el contrabando, etc.

El pueblo no escapa a esta especie de oleada salvaje y se puede ver como buhoneros expenden leche en polvo a precios tan ridículamente exorbitantes que en algunos casos llegan a 500 bf. Igual pasa con los que arrasan con el cemento, con la cabilla, con los bloques que después revenden hasta diez veces mas caros.

Otro caso altamente conocido es el de los "raspacupo" que esperan con ansia cada año para ofrecer su cupo en dólares al mejor postor.

El "marañarse" se ha vuelto cotidiano. Casi toda la población es partícipe de esta malsana práctica de una u otra forma, de cómplice o de ejecutor. Todos lo ven como algo normal, asqueroso pero normal y es muy común escuchar comentar a gente que se va a efectuar cualquier trámite, preparada con su "cuota de peaje en el bolsillo". La economía formal, que en Venezuela siempre ha sido casi que eufemística, actualmente luce al margen por su poco protagonismo en comparación a los volúmenes de circulante que se transan a diario "vía maraña".

La pregunta lógica que surge es ¿Como se llegó a esto? ¿Como es que el pago de soborno se ha institucionalizado? ¿Acaso puede un país soportar tanto tiempo este pernicioso comportamiento? ¿Hay un solo responsable... o todos lo somos?

La respuesta es compleja. Es un proceso que tiene muchas causas y muchas vertientes. Entre sus causas mas importantes figura el carácter rentista de la economía nacional, dependiente exclusivamente del dinero generado por el petróleo y que nos ha convertido en rémoras del estado. Una nación que dejó de producir hace décadas rubros que generaban divisas y lo mas importante: identidad y sentido de pertenencia. Así, de un país que se preciaba de ser uno de los mejores cafetaleros y cacaoteros del planeta, pasó a ser monoproductor de petróleo.

Este cambio impactó negativamente la conciencia de la sociedad venezolana, pues la aparente abundancia activó la insaciable necesidad de absorber renta petrolera. Nos convertimos en un país importador que abandonó su incipiente perfil productor agrario para alardear de su riqueza petrolera y en el proceso se derrocharon inmensas cantidades de dinero en el exterior.

Esto sigue pasando hoy día ante la angustiante indolencia del venezolano, que vive despreocupado de su futuro inmediato.
Luce como que a nadie le importa. El punto es obtener "maraña" para estar al día con la moda o darse un gustico. Parece que nadie entiende que esta clase de transa también es corrupción.

Muchas veces se ha alertado sobre el peligro de estimular a la población con la recompensa material, sobre todo durante la transición de capitalismo a socialismo porque lo único que genera es conciencia capitalista, sazonada con un deseo excesivo de consumo y esto suele distorsionar la intención de aliviar el acceso a la población menos favorecida a bienes y productos.

La economía venezolana es realmente atípica: el estado funge como la única fuente de divisas basado en un solo rubro de producción que es el petróleo. El resto se divide entre importadores y consumidores. Los importadores nacionales son hábiles sorteadores de restricciones y cualquier mecanismo que se imponga para evitar la rapiña y la especulación es rápidamente torcida por estos. Ejemplos sobran como sitme, sicad, etc.

El llamado mercado paralelo del dólar es un triste ejemplo de como la promesa de "ganarse una buena maraña" ha estimulado a la población a participar de una trácala que posteriormente se revierte en su contra, pues el "precio del dólar negro" es la excusa mas poderosa para inflar los precios.

¿Quien podrá detener esta asquerosa situación? No se sabe. Vale preguntarse también si el alto gobierno a puesto sus ojos en esta clase de prácticas y mas aun: si está dispuesto a tocar todos los tentáculos de este monstruo a sabiendas que muchos de ellos se mueven en sus instituciones.

bombolonmp4@gmail.com



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