El Bolívar ha muerto

"La dependencia venezolana del extranjero y del petróleo se acentúa; la importación  de mercancías crece sin parar, Venezuela cambia su aceite por bienes perecederos y suntuarios en gran medida. La corrupción administrativa favorece el saqueo del país; el régimen sirve a las apetencias foráneas y en ellas encuentra, recíprocamente, su mayor base de sustentación".

JL Salcedo-Bastardo 1956.

INTRODUCCIÓN

Mucho se habla de que tiempos pasados fueron mejores.  Yo insisto en que un país que no experimente ni medianamente el desarrollo del potencial que la naturaleza le ha otorgado, no puede hablar de tiempos mejores.  Tal es el caso de aquellos que dicen que en la cuarta republica se vivía mejor, o que con los adecos se vivía mejor porque permitían robar, bajo aquel adagio siniestro de,  no me des nada sino que ponme donde haiga. Otros hemos pregonado, me incluyo, que el gobierno del fallecido comandante Hugo Chávez, ha sido el mejor gobierno para todos los excluidos en la historia de nuestro país.

Un importante sector del país piensa, contrario a todo lo anterior, que el gobierno militar de Marcos Pérez Jiménez, fue un gobierno muy cercano a la perfección.  Las obras de infraestructura que todavía se notan en mucha de la geografía nacional les dan mucho sentido al respecto.  Sin embargo, el pensamiento, fechado en 1956,  con que iniciamos estas cuartillas de economía, del insigne historiador y diplomático José Luis Salcedo Bastardo, desdice mucho de las supuestas bondades de la dictadura.  

En todo caso, creemos e insistimos en que nuestro país ha estado siempre sujeto a diferentes tipos de presiones a través de la historia.  Mayormente presiones políticas y económicas, tanto internas como externas.  Estos dos aspectos desencadenaron en poderosos obstáculos para el desarrollo de nuestro país, tanto en el siglo XIX, como el los dos subsiguientes, XX y XXI. Primero, sujeto al latifundio y al esclavismo heredado de la corona española y a la naciente oligarquía criolla, y posteriormente,  a los grandes intereses geopolíticos y económicos multinacionales europeos y norteamericanos   Inicialmente,  con productos del agro como el café y el cacao, y posteriormente con el petróleo. Todos estos aspectos  han marcado a nuestro país como una especie de botín de guerra, que todos desean y por ende, todos se matan por el.  En ese proceso la principal victima fue y sigue siendo Venezuela. Es decir, los menos favorecidos del país.

De estos procesos de dominación  e influencia internacional sobre Venezuela, se desprende el clamor libertario de los más débiles, que durante la historia republicana fue acumulando un descontento a través de los años, que tras varios intentos revolucionarios fallidos, encontró en Hugo Chávez Frías una verdadera oportunidad de cambio.

De tal suerte, que la mejor conclusión a la que podemos arribar es que Venezuela todavía no ha experimentado el momento estelar que se merece y que se desprende de sus extraordinarias riquezas naturales.  Hemos tenido algunos periodos de relativa bonanza y otros para el olvido.  En la actualidad estamos presenciando un evento que marcará nuestra historia como uno de los más negativos en nuestra economía: la muerte del bolívar.

Moneda convertible

Una moneda sin convertibilidad, simplemente, no existe. El bolívar, por lo tanto, no existe.  En consecuencia, procedamos a crear otra moneda de una vez por todas. Y renombrémosla, con otro nombre que no sea "bolívar".  Así de sencillo pero de urgente es la solución que requiere nuestra situación económica.  Se hace imprescindible hablar menos y hacer más.  El bolívar ha muerto, y más atrás morirá la economía si no se toman los pasos pertinentes. Lo único de valor que permanece en nuestra moneda es su nombre. Rescatémoslo como el mejor homenaje a su héroe epónimo.

Una moneda convertible nos permitiría, entre mil ventajosos aspectos, enterrar los sistemas siniestros de cambios diferenciales de divisas que mataron al bolívar y desangraron nuestras reservas internacionales; nos permitirá atraer divisas a través de la inversión extranjera; nos permitirá la apertura de los mercados financieros internacionales y permitirá el incentivo del ahorro nacional y la restitución y aumento de las reservas internacionales.

Una moneda convertible nos permitirá  tener la ventana abierta para que el mundo vea las incalculables riquezas que hacen de nuestro país, el mejor secreto guardado del Caribe.  Una vez enterados del potencial extraordinario que representa invertir en Venezuela, los inversionistas harán cola para que les abramos las puertas del país más rico en el mundo.  En la actualidad, nadie en su sano juicio invertiría en nuestro país.  Ya los inversionistas buitres que menciona Salcedo Bastardo en la cita que encabeza este artículo, terminaron de saquear, después de muchos años y Bretton Woods, lo que quedaba de finanzas en Venezuela.

De hacer esa movida verdaderamente revolucionaria, con la nueva moneda, ni siquiera tendríamos que preocuparnos por los artificiales dólares, que tantos problemas le han causado a los países en vías de desarrollo y al resto del mundo pobre, que ha tenido que arrodillarse ante el complot y la estafa especulativa cocinada en Bretton Woods hace mas de 70 años, donde el capitalismo se impuso como guía y santo grial en la economía de la tierra.

Efectivamente, hasta el 1 de julio de 1944, la pequeña localidad de Bretton Woods, en el estado de New Hampshire, EE.UU.,  que parecía ajena a lo que estaba pasando en un mundo asolado por la Segunda Guerra Mundial, quedaría para la historia de la economía como la cuna de la revolución capitalista. 

A Bretton Woods no fueron sólo los países capitalistas. Hasta la extinta Unión Soviética y China estuvieron presentes. La representación de los países del tercer mundo, que fue mas una mera formalidad que otra cosa, pues la mayoría eran o colonias británicas o satélites del naciente neocolonialismo norteamericano, asistieron hasta sumar 44 naciones. 

Ante la retirada de la Unión Soviética y China y la debilidad de una India, todavía bajo la bota británica,  la supremacía de EE UU quedaría patente de principio a fin. Desde la elección de la sede (relativamente lógica si se tiene en cuenta que la guerra todavía estaba lejos de acabarse en Europa) hasta los acuerdos de la conferencia, fueron regidos, diseñados y controlados por Washington.  El resto lo haría la Guerra Fría, que fue apartando paulatinamente de los acuerdos, a los países donde se practicaba el socialismo real.

Desde el punto de vista de los acuerdos alcanzados entre los 44 países participantes , una cantidad nada despreciable si se tiene en cuenta que la mayor parte de Asia y África eran también colonias europeas y que Europa se encontraba dividida y en ruinas,  la conferencia fue todo un éxito para EE UU.  Este país consiguió imponer su propuesta, formulada por el economista Harry Dexter White, incluso, imponiéndose a la iniciativa británica, cuya paternidad correspondía al prestigioso John Maynard Keynes.

Dos nuevas instituciones y un nuevo patrón

Una de las tesis que White logró imponer fue la creación del Fondo Monetario Internacional. Pero la cosa no quedo allí, sino que de esta conferencia también surgió el Banco Mundial, que, en un contexto de gran preocupación ante los destrozos de la guerra, se llamó originalmente, Banco Internacional para la Reconstrucción y el Desarrollo. Una instancia donde los pases débiles podían, a través de recetas condicionantes a sus pueblos, sacrificios y formulas impagables, hacer préstamos para balancear (¿?) sus economías.  Y, adivine usted, ¡casi todos los países en necesidad salieron endeudados de la misma conferencia!  Toda esta receta neoliberal vino a ser denominada posteriormente a finales de los 80s como el Consenso de Washington. Yo diría más bien, el "control de Washington".

La joya de la corona del nuevo imperio universal, sin embargo, fue la sustitución del patrón oro por el patrón dólar. Recordemos que, hasta ese entonces, los países que respaldaban las diferentes monedas nacionales con sus reservas de oro, estaban inmersos en un enorme gasto bélico debido a la guerra, y por ende, no tuvieron otra alternativa que apoyar la propuesta norteamericana de un nuevo patrón.

En base a lo anterior, la conferencia de Bretton Woods estableció una equivalencia fija entre dólares y oro (una onza de este metal valdría siempre 35 dólares) con lo que la moneda estadounidense se convirtió en la divisa de referencia. Años después esta medida quedó anulada de facto puesto que EE UU, cuyo gasto era creciente a consecuencia de la Guerra Fría, no podía mantener la equivalencia.  Sin embargo, el dólar de "papel", uno sin ningún respaldo que no sea la especulación, continuó rigiendo como patrón de facto.

Por último, Bretton Woods también parió el acuerdo General de Aranceles y Comercio (conocido como GATT, por sus siglas en inglés). Esta medida supuso un revés para quienes aspiraban a conseguir un organismo mucho más poderoso y plural que regulase el comercio internacional, pero sucedió  todo lo contrario, pues lo que encontraron fue un país poderoso que regiría el comercio mundial a través de este organismo.  En 1995, el proceso culminaría con la creación de la Organización Mundial del Comercio. Fue un epílogo de la reunión que, 51 años antes, había reunido a más de 700 representantes de la mayoría de los estados de la Tierra en un tranquilo hotel de las montañas de New Hampshire.

El otro efecto deseado de Bretton Woods, fue que EE.UU., país que tradicionalmente se ha lucrado de las guerras,  surgió de la Segunda Guerra Mundial como la economía más fuerte del mundo, viviendo un rápido crecimiento industrial y una fuerte acumulación de capital, pues al no sufrir  las destrucciones de guerra por la lejanía, aprovechó la coyuntura para fortalecer la industria manufacturera, que se constituyó en la mas poderosa del planeta.  De igual forma, se enriquecieron vendiendo armas y prestando dinero a los otros combatientes. Aunado a todo ello, ratificaron y legitimaron todo su poder económico, con el sainete de Bretton Woods, donde su moneda se convirtió en el patrón de todas las monedas del mundo.  No en balde llegaron a concentrar cerca del 50% del PIB mundial con menos del 7% de la población del mundo.

Hoy, el fantasma de Bretton Woods persigue a los países emergentes y en vías de desarrollo. Las consecuencias de la legitimación del capitalismo y la especulación financiera con el uso del dólar, primero como patrón y después como referencia fiduciaria para especular mercados con la generación de papeles, ha sumido a nuestros países en deudas impagables y ha convertido a nuestras economías nacionales en parásitos de las grandes potencias, con monedas sin valor y con los recursos naturales hipotecados.

El caso Venezuela, donde hoy en día, la inflación y la recesión van de la mano, las puertas de los mercados internacionales se cierran en vista de que nuestro signo monetario no tiene ningún valor de paridad cambiaría.  Negociar en los mercados internacionales se hace cada vez mas cuesta arriba para nosotros, y  el endeudamiento es la respuesta mas inmediata y la mas fácil a la hora de generar recursos para la infinidad de compromisos contraídos en el signo que cada vez se hace más escaso en Venezuela: el dólar.   Esta situación se agrava con el hecho de la continua emisión de bolívares inorgánicos como medida gubernamental para resolver el caso de la liquidez monetaria nacional.

Los precios del petróleo disminuyendo a diario, no hacen las cosas más fáciles. Máxime cuando éste es nuestra primera fuente de generación de ingresos, que desafortunadamente, no se emplearon para expandir nuestras otras ventajas comparativas ni diversificar de manera sustentable nuestra economía. Fallamos en aquella vieja recomendación del insigne Uslar Pietri, quien dijo en 1936 que debíamos "sembrar el petróleo"

La primera consecuencia de todo lo expresado es que Venezuela ha caído peligrosamente en una situación previa al default, así el gobierno ingenuamente se empeñe en negarlo. Las calificadoras de riesgo nos ubican en una situación nada envidiable. Los bonos de la nación han caído en su niveles mas bajos, y los de PDVSA, tradicionalmente apetecibles por su rendimiento y confiabilidad, se están cotizando a tasas ridículamente bajas.

Por todo ello, insistimos en la premisa de que cualquier política nueva o medida de ajuste macroeconómico para nuestro país, pasa por una restructuración completa de nuestra política monetaria. El bolívar tradicional ha muerto. Paradójicamente, por nuestros propios yerros y equivocadas políticas, el bolívar, hace tiempo que no existe. Lo que tenemos es una suerte de moneda falsa que carece de contra valor y no puede comprar sino dólares especulativos.

Hoy, el fantasma de Bretton Woods continúa gobernando en nuestro sistema monetario. El FMI esta como un león rugiente al acecho para entrar con recetas que nos pondrían contra la pared para condicionar cualquier potencial solicitud de auxilio financiero por la vía del crédito.  El gobierno ha apuntado todas sus solicitudes de auxilio hacia China, con quien hemos contraído una inmensa deuda para intentar salir de la crisis. Más deuda para el servicio de otras deudas: una espiral que carcome los cimientos de nuestra economía y compromete seriamente nuestro futuro.

Mientras tanto, las políticas económicas del gobierno, que no contemplan un verdadero y viable esquema estratégico para manejar nuestra economía enferma, se empeñan en continuar con un control de cambios que ha traído más miseria e inflación, constituyéndose en la más profunda e inauditable caja negra sin fondo por donde la corrupción y los mercados negros han sido los únicos beneficiados.

 

En este sentido, creemos que es hora de plantearnos sin prejuicios ni temores, que la primera y más prioritaria medida macroeconómica debe ser el viraje absoluto de nuestra política monetaria.  No solo para proteger las decrecientes reservas remanentes, sino para sentar las bases que le permitirían a los potenciales inversionistas internacionales confiar en el país y desarrollar el inmenso potencial de negocios beneficiosos para nuestro país: una nueva divisa convertible seria el principio de esa política.  Es hora de establecer nuestro propio patrón estándar basado en las cuantiosas riquezas de nuestro país.  Hacerlo es más  simple y menos riesgoso que tratar de mantener el adefesio existente.

Para ello debemos entender las siguientes premisas:

ü  El petróleo es nuestro, y de las políticas de su explotación y aprovechamiento depende el beneficio que éste representa.  Hasta ahora, los modelos que hemos usado para desarrollar nuestras políticas petroleras han resultado en más beneficios para nuestros clientes que para el país.  Las políticas de concesiones desde Gómez a la fecha han tratado el tema petrolero como una mercancía que se debe vender por su abundancia y los dólares que representa la comercialización indiscriminada de este "estiércol del diablo" como simple materia prima.  Una vez comercializados nuestros barriles, estos regresan al país transformados y convertidos en infinidad de productos de todo tipo.  El resultado final es que un barril que vendimos en, digamos por ejemplo, 80 dólares, a la vuelta de procesos industriales y de comercialización especulativa, lo re compramos en 2000 o tal vez más dólares, transformado en productos derivados del petróleo que salió de nuestro subsuelo.Si esto no es así, ¿cómo se justifica que en 100 años de generar la mega riqueza que hemos generado como producto de vender materia prima hidrocarburífera, hoy el país esté en la situación económica en la que se encuentra? Una simple operación aritmética nos puede ilustrar de manera sencilla el punto que queremos abordar:

100 años a razón de millón veinticinco mil de barriles diarios a razón de 30 dólares por barril= 1.177.125.000.000,00

No crean que esta cifra sea inventada ni traída de los pelos.  Aquí estuvimos dos días revisando los diferentes niveles de producción venezolana y los diferentes precios de la cesta petrolera, y aun sin salir de nuestro asombro, ese fue el resultado considerando los promedios ponderados de producciones en dos periodos de 50 años cada uno.  El asombro aumenta, cuando revisamos, que el Plan Marshall para la reconstrucción de Europa en los 10 años subsiguientes a la II guerra mundial, fue de  menos de 13 mil millones de dólares.

ü  Las materias primas sub procesadas por las empresas básicas de Guayana han generado materia prima suficientes para suplir el hierro, el aluminio y el acero para construir 5 ciudades como Nueva York. Los metales preciosos como el oro, el diamante y el resto de las gemas que se extraen de nuestro subsuelo, entre la legalidad y la depredación clandestina y violenta de bandoleros y garimpeiros, contabilizan una cifra similar a la del plan Marshall.

ü  Venezuela es poseedora de inmensas reservas de Coltán y Caolín. Utilizados en las industrias, electrónica y de cerámicas, respectivamente.  El Coltán es un metal de escasísima presencia y de uso muy empleado en alta tecnología electrónica, tanto en los EE.UU. como en Asia y Europa.  Este metal,  conocido como oro azul, una mezcla de columbita y tantalita, gris metálico oscuro, está considerado como un recurso no renovable altamente estratégico por su escasez.  Se han confirmado yacimientos importantes en el oeste extremo del estado Bolívar, en la zona del río Parguaza y en el estado Amazonas. En la misma área se han identificado abundantes yacimientos de granito y caolín. Se estiman otras áreas importantes de yacimientos probados en el estado Bolívar en una superficie de casi 10 mil kms cuadrados en el cerro los Boquerones de los gallitos en el municipio Cedeño de ese estado. También hay importantes reservas no probada en el estado Delta Amacuro. En coltán solamente se han  estimado más de 100 mil millones de dólares las reservas de este mineral a los precios del mercado.

Este extraño mineral, que en verdad es el fruto de la oxidación de varios elementos, cada vez cobra más importancia a nivel mundial por su uso en la telefonía celular.  Sin él, esta industria no pudiera fabricar las baterías de los teléfonos.  Por ello en el Congo, donde se encuentra la reserva mas grande del mundo (la segunda es nuestro país), se mata por este mineral.

ü  Venezuela tiene una capacidad petroquímica que nunca ha sido desarrollada en su justo potencial.  Esta capacidad instalada en pleno funcionamiento no llevaría a ser un país productor de derivados de hidrocarburos de primer orden mundial. 

En base a las anteriores premisas,  planteamos las propuestas de industrialización siguientes, para afrontar  la situación de la crisis económica venezolana.

1)      Convertir el petróleo, no solo en barriles de crudo pesado para la exportación, sino en productos derivados para exportación y manufactura nacional, mediante  el refuerzo del parque refinador y petroquímico nacional, para ello es necesaria la adecuación y actualización tecnológica de nuestras instalaciones refinadoras y petroquímicas, que en los últimos años han sufrido de graves fallas en sus procesos de mantenimiento. Seria interesante calcular los ingresos que percibiríamos si todo el petróleo  que exportamos a diario, lo refinásemos y lo vendiéramos como gasolinas y otros combustibles o como productos especializados derivados.

2)      El línea con lo anterior, nuestra alternativa petrolera emergente no debe estar encaminada al recorte de la producción sino una escala móvil de producción que compense la disminución de precios por barril de petróleo comercializado.  En este sentido,  nos sintonizamos con la Ley del Plan Patria, también denominada Segundo Plan Socialista de Desarrollo Económico y Social de la Nación 2013-2019, publicado en Gaceta Oficial, cuyos Objetivos Estratégicos y Generales plantean: Desarrollar la capacidad de producción del país en línea con las inmensas reservas de hidrocarburos, bajo el principio de la explotación racional y la política de conservación del recurso natural agotable y no renovable. Alcanzar la capacidad de producción de crudo hasta 3,3 MMBD para el año 2014 y 6 MMBD para el año 2019. Y Alcanzar la producción de gas natural para el año 2014 hasta 7.830 MMPCD y en el año 2019 a 10.494 MMPCD. Hacer lo contrario, y lo estamos haciendo, nos coloca al margen de la ley.

3)      Esto nos permite, igualmente, plantear de inmediato estrategias de diversificación del aparato productivo aguas debajo de la actividad extractiva y actualizar procesos petroquímicos, en los cuales el estado venezolano ha invertido grandes recursos para su actualización y activación, pero que no han terminado de convertirse en rentables y sustentables.   Aquí tenemos toda la materia prima posible y experiencias importantes por más de 40 años. Solo tenemos que conjugar esos factores con planes verdaderamente prioritarios y socioeconómicamente rentables. Aprovechando el hecho de que ahora Pequiven es una corporación independiente de PDVSA,  adscrita al Ministerio del Poder Popular de Petróleo y Minería.  Este aspecto  le permite a la empresa, la consolidación de un sector industrial fortalecido, capaz de impulsar las industrias transformadoras del plástico, así como al sector agroindustrial y al de productos químicos industriales. Para ello se debe determinar la capacidad real de los tres (3) complejos petroquímicos: Morón, Ana María Campos y General José Antonio Anzoátegui, ubicados en los estados Carabobo, Zulia y Anzoátegui, respectivamente, para determinar las posibilidades de maximizar su producción y servir de alternativa económica para enfrentar las limitaciones financieras que nos producen las bajas de los precios del petróleo.  

4)      Producir fertilizantes hidrosolubles aplicados a la agricultura y  suplementos para alimentación animal, compuestos por cristales altamente solubles en agua e ideal para la nutrición de rumiantes, cerdos y aves, bajo sistemas intensivos de producción en carne, leche y huevos.  Esta producción a gran escala servirá para satisfacer al mercado nacional y, en poco tiempo podrá ser competitivo en los mercados internacionales,

5)      Propiciar la definitiva industrialización del Coque Verde derivado de los mejoradores de crudo para su transformación en Coque Calcinado, cuyo valor agregado se corresponde con un aproximado de 30 a 40 veces su valor inicial, es decir, de 20 a 40 U$ que cuesta la tonelada de Coque Verde se convierten en U$ 750 calcinado.  

6)      Con esta sinceración de todas las posibilidades productivas de nuestra industria petroquímica, considerando mercados de amplia demanda  y niveles de consumo amplios y diversos en los espacios de UNASUR, el Caribe y en general en los países que no producen petróleo, tenemos garantizados  ingresos financieros necesario para compensar cualquier amenaza foránea, y en especial,  las que se desprenden de  la guerra de precios que hoy pretenden imponer  las grandes trasnacionales capitalistas del petróleo.

7)      Explotar fuentes no convencionales de gas natural, como es la recuperación de gas metano en mantos de carbón,  para cerrar la brecha del déficit de este hidrocarburo. Esta acción nos permitiría ayudar a recuperar la producción de crudo dependiente del gas lift en los campos maduros de la costa oriental de lago de Maracaibo en el Zulia.  En paralelo, la producción del gas convencional asociado,  también incrementaría como producto de la recuperación de la producción diferida.   De igual forma se deben acelerar las acciones para el inicio de la producción de gas convencional en los mega yacimientos de Costa afuera, donde la existencia probada de gas nos ubica como el séptimo país con las mayores reservas en este rubro.  Una vez superado el déficit y en plena producción gasífera, nuestro país tendrá abundante gas para acometer un plan masivo de industrialización de este hidrocarburo en nuestros complejos petroquímicos, amen del ahorro que lograría el país en combustibles líquidos sustituidos por gas natural. Esto se cristalizaría sustituyendo los generadores de electricidad para su alimentación con gas, lo cual, a su vez,  generaría un ahorro importante en construcción de represas y generadores termoeléctricos convencionales. Así mismo sustituir todas las cocinas eléctricas por cocinas a gas y también el gas para el parque de vehículos automotores.

8)      No vender la bauxita por toneladas, sino en productos transformados para exportación y manufactura nacional, mediante la instalación de plantas extrusoras adicionales.

9)      No vender hierro por toneladas, sino en productos transformados para exportación y manufactura nacional,  mediante la instalación de nuevas siderúrgicas y la repotenciación  de las existentes.

10)   Industrializar la explotación del oro, diamante y piedras preciosas como fuentes generadoras de ingresos aún más importantes que el petróleo.  De paso incrementando la vigilancia para eliminar la minería ilegal que tanto daño le hace al país.

11)   Explotar el “Coltán” llamado “oro azul” que se utiliza en la electrónica y que demandan las empresas de computadores, el cual muy pocos países poseen y que en Venezuela es un privilegio.

12)    Explotar el “Caolín” que abunda en nuestros suelos… y que se vende a precio de oro en el mercado de las cerámicas.

Estas propuestas, en resumen,  deben contar primeramente, como ya lo mencionamos anteriormente, con una estructura monetaria completamente nueva.  Una nueva moneda con la imperiosa condición de ser CONVERTIBLE.  Ya el control de cambios es una política ineficaz e ineficiente.  Es absolutamente contraproducente para el país continuar con este fallido experimento que solo ha servido para empobrecer más el poder adquisitivo del ciudadano, enriquecer mafias delincuenciales y abonar el cultivo de la más horrenda corrupción de la que se tenga memoria.

Por otra parte, el problema continúa agudizándose  ya que Venezuela,  no está  generando dólares por causa de la caída estrepitosa de los precios del petróleo. Lo que ha ocasionado  que la economía del país esté  acelerada y peligrosamente cayendo en picada como nunca antes.  Lo que hace insostenible mantener el esquema del control de cambio sin que el dólar paralelo, que es el que irónicamente marca la pauta cambiaria en nuestro país, rompa la barrera de los Bs 1.000 antes del fin de este año y tengamos que ir a medidas y ajustes dolorosos para el pueblo que tantos favores logró durante la mayor parte del gobierno del Presidente Hugo Chávez. 

Desafortunadamente, ya muchos de los beneficios logrados en revolución, no solo están en peligro, sino que ya la impopularidad del gobierno actual madurista, garantiza la perdida de la base popular lograda con tanto sacrificio por el comandante supremo.  Todo esto, irónicamente, a pesar de disfrutar nuestro país de realidades tan envidiables para cualquier país, como son sus recursos hídricos, mineros, agrícolas, pesqueros, turísticos, y por su puesto, la vedette de todos los recursos, y como lo llamaran nuestros ancestros indígenas, el “estiércol de diablo”, el petróleo, del cual Venezuela cuenta con las mayores reservas planetarias.

Ante las dudas planteadas por los fracasados ministros de economía de nuestro país, en contra del desmantelamiento del control de cambios, vale decir, que la mayor parte son mitos sin fundamento, que no han logrado revertir los efectos negativos de una política cambiaria,  que desde hace tiempo ha demostrado con creces que carece de efectividad.

Esta medida la tomó el gobierno ante el peligro inminente que enfrentaban nuestras reservas internacionales, en aquel entonces sin la amenaza de una recesión económica como la que estamos viviendo hoy,  ante la grave y aguda guerra política oposicionista que se inició con el triunfo del Comandante Chávez en 1998 y que desencadenó en el golpe de estado del año 2002 y que se agudizó con todos los eventos políticos que nos llevaron a un paro nacional y petrolero a finales de ese mismo 2002 y a principios del 2003 y que transformó para siempre la visión de la industria petrolera nacional. 

En aquel momento, ésta era una medida de carácter transitorio que obedeció más a razones políticas y de seguridad nacional, que a razones económicas, pues, paradójica e irónicamente, nuestra economía para ese entonces observaba unos muy saludables indicadores económicos. Sin embargo, la medida, de transitoria, pasó a ser permanente,  y después de 13 años de aplicada, no se vislumbra su levantamiento. Todo lo contrario, se ha diversificado con mecanismos complementarios de administración de divisas, tales como el SITME y ahora, el SICAD en sus nuevas diferentes versiones, que a la postre terminaron por sustituir a CADIVI por CENCOEX. 

Nada de lo implementado, sin embargo, ha tenido éxito, pues en menos de un año, el bolívar se ha devaluado extraoficialmente en ese mal llamado mercado paralelo, casi un 2.800%, con respecto a la tasa oficial de 6.30,  1.600% con respecto a la tasa SICAD I y 360% con respecto al SICAD II. El gobierno ha mantenido las irreales tasas diferenciales de 6.30, 11 y 50  bolívares por dólar, lo que en nada ha protegido a nuestra moneda, sino que, por el contrario, ha potenciado el fraude cambiario y ha abierto un importante exclusa por la cual se fugan los dólares baratos a las mas altas tasas, con el consiguiente daño a nuestra economía y a nuestros bolsillo. 

Estas medidas, que han probado ser inefectivas para frenar la especulación, y sin mayores consecuencias positivas para nuestras divisas, pues en solo un año, la moneda verde ha subido 110 bolívares por unidad, situándose en casi 180 bolívares por dólar, continúan en vigencia y el gobierno no muestra deseos convincentes de querer dar un giro o un verdadero sacudón.  El gobierno no entiende que, ya la población está perdiendo la fe y la confianza en la capacidad de respuesta oficial. Que una realidad tan tangible y tan evidente no llame a una revisión profunda de todo el gabinete económico, es algo que no podemos encontrarle una explicación lógica.

En virtud a todo lo anterior creemos conveniente, en materia cambiaria, analizar todas las premisas, verdades y recomendaciones no consideradas abiertamente por los economistas sobre la crisis cambiaria. Los mitos sobre el desmontaje del control de cambio son de variadas gamas. A continuación una lista objetiva de tales premisas y recomendaciones

•                    La más importante y menos considerada premisa en relación con nuestra moneda, es que un bolívar convertible es el equivalente a cualquier otra moneda convertible del mundo, y que solo lo diferencia de aquellas una tasa de cambio establecida por un mercado natural guiado por una economía sana.  Sin embargo, ya por efectos psicológicos colectivos, el país debe ir a la creación de una nueva moneda.

•                    El levantamiento del control de cambio no significa que nuestras reservas se volatilizan y se pierden, pues una moneda convertible y respaldada por un país rico en recursos naturales como el nuestro, tendría la capacidad de recomprarlas en cualquier mercado de divisas del mundo, si ese fuera el caso.

•                    El Banco Central de Venezuela, pudiera comprar dólares en el mercado venezolano a través del ofrecimiento de tasas atractivas y competitivas que el mercado negro tendría que seguir como marcadoras, hasta su desaparición, pues ante una eventual convertibilidad de nuestra moneda, el mercado negro muere por innecesario.  Esta misma práctica puede hacerse en otros mercados en otros países con oportunidades y potencialidades en sus monedas nacionales.

•                    Tanto el valor actual del bolívar como del dólar en Venezuela, son irreales. Solo un mercado natural de libre demanda y oferta, supervisado por ente emisor a través de mecanismos fiscales, puede lograr el punto de equilibrio entre la oferta y la demanda de esta y otras divisas con respecto al bolívar.

•                    Venezuela puede revalorizar y encontrar el valor justo de su moneda, pues no es el papel y su valor nominal lo que marca su precio, sino una actividad económica rentable como la que potencialmente existe en nuestro país a causa de sus incalculables recursos naturales.

•                    Aunque el bolívar es una moneda intrínsecamente fuerte por el aval de la base de recursos con que cuenta nuestro país, se debe cambiar nuestra moneda por otra denominación para evitar los prejuicios especulativos del bolívar débil y trabajar en el fortalecimiento de una nueva moneda convertible.

•                    Las inversiones extranjeras en nuestro país solo serán posible si tenemos una moneda convertible que le permita a las economías participantes la repatriación justa de su retorno a la inversión. Aspecto que debe ser condicionado a un proceso de transferencia de tecnología y conocimientos perfectamente cuantificables con mecanismos de medición e índices evaluativos

•                    Una manera de levantar el control de cambio es usar zonas especiales controladas que funcionen como pilotos en el establecimiento de un sistema flexible de intercambio de divisas.  Estas pudieran ser las zonas o puertos libres existentes en el país, como Margarita y Paraguaná.  El usuario tendría las mismas limitaciones fiscales que existen en esas zonas y los mismos reglamentos aduanales que privan para la “nacionalización” de los bienes adquiridos.  En relación con el sistema de precios a regir, éstos deberían ser publicados, tanto en dólares como en bolívares, a fin de darle seguimiento y control a las tasas de intercambio de divisas, y en adición a ello, evitar la especulación cambiaria.

•                    Las reservas de oro con las que cuenta la República deben servir, no sólo como parte del respaldo a la base monetaria del país, sino que deben apuntar apuntalar a las fortalezas de una economía como la venezolana, revalorizando y posicionando a la nueva moneda como una moneda orgánicamente fuerte y atractiva en el escenario mundial macroeconómico y comercial. No en vano somos una economía con una base de recursos incomparable en América Latina.

Solo esperamos que el gobierno madure y acuda al inmenso caudal de conocimientos de nuestros economistas nacionales y verdaderamente patrióticos para relanzar una auténtica cruzada nacional para robustecer, sanar, apuntalar, valorizar, sincerar y alinear nuestras riquezas con una  economía dinámica y saludable, en un clima de democracia económica y promoción del crecimiento del producto interno bruto del país.  Recursos sobran.  Solo faltan voluntades.

lgraterolh@gmail.com



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