De cómo el pueblo aporta contra la guerra económica

Richard, Olinto, Gregory y Enrique, son pueblo, como tú y como yo.

Entre una y otra cervecita, hablamos de todo un poco, incluyendo por supuesto, lo grandote que lucía Caribes de Oriente ante Magallanes. Y a la postre se dio el resultado. Gregory deberá pagar su apuesta. Me colearé.

Pero cuando comenzamos a hablar de honrar aquella deuda que contrajo el vecino producto de esa apuesta, salieron las quejas por falta de esto, aquello y lo otro, que se pudiera conseguir luego de hacer inmensas colas, donde pululan los bachaqueros, buhoneros y revendedores desalmados.

Destapamos otra refrescante ronda y la conversación se puso más sabrosa; sobre todo porque  hablamos de cosas concretas. Cero chismes. Y allí nació este escrito, que resultó ser un llamado al superintendente  Andrés Eloy Méndez y a mi tocayo Luis Carlos Figueroa, jefe civil de inspectores para combatir la guerra económica en el estado Miranda.

Estos personajes y sus respectivos equipos de trabajo deben meter la lupa y todo el peso de la Ley al súpermercado Central Madeirense del centro comercial La Cascada.

Modus operandi: todas las noches llega una horda de motorizados, aparentando ser grupos violentos, hamponiles, lo cual, como pareciera lógico,  ahuyenta al público en general de los alrededores del mencionado expendio de alimentos, por temor a ser víctimas de las posibles acciones vandálicas de esos grupos de motoristas. Todo ello ocurre ante la mirada cómplice de PoliCarrizal y otros polis que andan por la zona.

Los supuestos malandros, luego de barrer la zona y al percatarse de que “nadie los está viendo”, se acercan a las puertas del depósito, que queda exactamente frente a la entrada de la Urbanización Montaña Alta. Allí se coloca un grupo de taxis de la línea La Cascada. Y cuando uno de los motorizados pega un silbato, se abren los portones. Salen los empleados del depósito de ese Central Madeirense, cargados con los productos básicos y con precios regulados. Y como por arte de magia, zuás, todo va a parar a las maleteras de los taxis. En la acción bachaquérica de carga, descarga, escondite, huida y desaparición, participan los trabajadotes, los motorizados y los taxistas. Todo es supervisado (no se caiga de culo, amigo lector) por efectivos de la Guardia Nacional.

Así ocurre siempre. “Así ocurre casi siempre”, dijo uno de los panas de la tertulia. “Así ocurrió este pasado lunes, a eso de las 8:30 de la noche”, digo yo, porque lo vi. Indignado no quise creerlo, pero es así. Por cierto, sacaron pañales, leche, aceite, harina, papael higiénico...

Pues, convencidos de que sobre la base de la denuncia estamos alertando a las autoridades para que actúen y de alguna manera le sigamos dando la pelea a la guerra económica, aquí está publicado este caso.

Es fácil investigarlo, comprobarlo, combatirlo y castigar a los culpables.

PS: Cárcel a ese montón de crápulas. A los GNB, larga cárcel y destitución. Sobre ellos reposa gran parte de la responsabilidad que Chávez y ahora Maduro le han encomendado en defensa de los derechos del pueblo. Pero no, ellos, pensando en una reventa, en un rebusque, violan todos los preceptos éticos, morales y legales.

Si hay voluntad de meter la lupa en este casito, solo averigüen con los jefes máximos de la GNB, quién o quiénes de sus efectivos estuvieron de turno en la zona mencionada a la hora mencionada en la fecha mencionada…

Con ese mandado hecho, un coñazo pa’ que hable y mil 500 pa’ que deje de hablar…

Ahí está el dato

Tela pa’ cortar, camaradas!



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