PNB en contexto

A 27 de febrero nos encontramos indiscutiblemente ante una realidad política, social y económica que dista mucho de aquella del 89, cuando los chicago boys estaban materializando sus propuestas financieras en américa latina, con golpes de estado en el cono sur y repercusiones nefastas en países como Venezuela, que a pesar de no contar con una dictadura precisa en todos sus matices, venia repartiendo el poder político en solo dos movimientos ideológicos (AD-COPEI-AD), turnándose la dirección del país cada cierto tiempo, y con ello, agudizando las contracciones subjetivas y objetivas en el seno de un pueblo que implosióno para manifestarse en contra de lo que a vista del mundo capitalista era uno de los países más prometedores en materia de inversión financiera para Wall Street.

Hoy a 26 años de la visibilizacion de una de las crisis sociales más importantes de los tiempos modernos para nuestra república, vemos como nuevamente el gigante del norte se entromete en los asuntos públicos del país, procurando en esta ocasión, generar un movimiento en el seno del pueblo que se enfrente a un nuevo modelo político, económico y social, que se ha venido construyendo junto a él desde el año de 1999 de la mano de uno de los compañeros más importante en la historia política de América latina, Hugo Chávez.

A la fecha, como republica estamos intentando derribar al estado burgués, aquel creado por los burgueses para mantener sus privilegios de clase, no vivimos en un estado proletario, menos aún en un estado comunal, a simple vista eso podemos notarlo, estamos construyendo una revolución que más temprano que tarde lograra resquebrajar las bases de una sociedad que desde el mismo momento de la invasión española comenzó a desdibujarse, y asumió las épocas de la historia, esclavitud, feudalismo, mercantilismo, industrialización y todas aquellas que actualmente se ven como si fueran procesos de días, meses u años, no vivimos como sociedad los tiempos necesarios para pasarlas, y eso permitió que Venezuela, culturalmente no se encontrara consigo misma.

El órgano de control más cercano a la población, encargado de la seguridad ciudadana, se denomina policía, y su objeto en 1810 fecha de su primera irrupción en la escena venezolana, no es otro que salvaguardar el congreso naciente, cuya constitución difiere mucho de los intereses generales del pueblo.

Ese cuerpo formado por hombres pasa por un siglo de historia cumpliendo el mismo rol, protegiendo los intereses particulares de un cumulo de dirigentes que entre sus pugnas internas no tuvieron otra opción, que crear un cuerpo para protegerlos de cualquier cosa que pusiera en peligro su integridad, por lo general económica.

En el transcurso de su historia como institución del estado, se desconcentra, se centraliza, se municipaliza, y se reinventa así misma de acuerdo a las visiones de quienes las pagan. El amplio, concienzudo y dedicado trabajo de diagnóstico realizado por la comisión nacional para la reforma policial, procura visibilizar todos los pormenores de una organización que dividida en muchos cuerpos bajo el mismo nombre, Policía, pero con distintos apellidos, de acuerdo al sector en que hace vida, había nacido socavada por la burguesía parasitaria de la república.

La aparición para el escenario revolucionario en el año 2009, de la Policía Nacional Bolivariana, obviamente causaría un revuelo entre quienes hasta la fecha eran dueños y señores de sus policías, la carencia de una dirección unificada para el cuerpo de policías, había traído consigo toda serie de desviaciones que bajo la lupa de gobiernos electoreros y politiqueros se disfrazaban y apoyaban con el auspicio de los grandes analistas ecnomico-politicos del gigante del norte, que veían en Venezuela el espacio saudí del cono sur.

La propuesta unificada de un solo cuerpo bajo la dirección nacional, choca directamente con las bases de una estructura de control viciada por las apreciaciones de concejales, alcaldes, gobernadores, legisladores y demás individuos que por X o Y motivo logran hacerse del voto popular para acceder a espacios de poder gubernamental, y ocupan a los hombres, para darle continuidad a la preservación de los intereses comunes del congreso de 1810. De la burguesía y en la mayoría de los casos de los psudo-burgueses criollitos.

Vivimos el ahora a 16 años de hacer revolución, se ha golpeado el estado burgués por sus laterales, mas no por sus cimientos, la Policía Nacional Bolivariana, le da duro quizá a una de las instituciones más fuertes, fragmentadas y esquivas a los intereses del pueblo.
No es esta la década del ochenta, pero tampoco es muy distinta a la que se pudo suponer por los grandes analistas del contexto mundial, pasaría con una sociedad que buscaría independencia a partir de la vía al socialismo en el año 2000, en el marco de una conformación histórica permeada por relaciones fuertemente arraigadas más en intereses económicos que de mejora de calidad de vida.

La PNB, se infiltra en una subcultura policial, que no encuentra asidero sino en otra similar a ella, la politiquera, y desde ahí, implosiona a Policías como la metropolitana, de la cual, algunos de sus elementos comienzan a hacer parte, en niveles de dirección, que para su momento no se definen, sino que se delinean para continuar construyéndose.

Vertiginosamente, se despliega el proceso formativo a través de la Universidad de la Seguridad, pero con visiones antagónicas de la construcción del imaginario policial, es decir, se repite en una primera instancia, el modelo fragmentario, de una cultura desdibujada de sociedad, que no se ha abordado para definir la formación del Funcionario policial que la republica naciente requiere.

Este asunto cultural presente en un alto porcentaje de la población venezolana, que busca ganar ganar en toda instancia, pareciera dar continuidad a un proceso de autoridad basado en no permitir que se unifique el criterio de la formación universitaria con la realidad de las calles de nuestros barrios, para hacer de nuestros funcionarios policiales, un cuerpo capaz de mantener el orden público y a su vez interpretar los contextos a los que se enfrenta.

Sin embargo, y a pesar, de que eso esta existiendo, el meollo del asunto no es ese, muy por el contrario de lo que pareciera, el verdadero inconveniente se presenta, cuando una PNB, comandada en sus altos mandos, quizá por los mejores elementos de otras fuerzas permeadas por el objeto del congreso de 1810, se enfrenta a las estructuras de policías estadales y municipales que se sostienen como tales, en las figuras de quienes las pagan. Chocando así, con patrones de fundo en espacios de poder colectivo.

En el presente se ha centrado la discusión en torno a si la PNB es o no la que debe buscar garantizar la seguridad ciudadana, por lo que algunos especiologos del crimen moderno y los de DDHH venezolanos, denominan abuso de poder policial, que se ha registrado en niveles muy bajos respecto del grueso de la población, lamentablemente con desencadenamiento fatídico en algunos casos.

Han pasado seis años desde la creación de esta nueva figura, en un país como el nuestro, que monto su aparato estatal en los cimientos de sociedades que no se construyeron sino que se presentaron al unísono en el mismo espacio tiempo desde la colonia, conociendo esto, y creyendo en que un mundo mejor es posible unificando criterios para preservar la paz, la seguridad y sobre todo el bienestar de nuestro pueblo. Se debe evaluar antes de emitir cualquier aseveración respecto de quienes cumplen funciones de seguridad para esa fuerza, ¿quienes son los actores que están dando las pautas comunicativas para enjuiciar los hechos que ocurren?. Vivimos en la era de la globalización y las redes sociales, un ping, un wassapt o un twitter manipulando la información y un mal portavoz dirigiéndose a un colectivo, pueden hacer tanto daño a un ser humano como el arma más mortal que pueda haber creado el hombre.

Hoy no vivimos cerca de un caracazo, y si así fuera, quizá el único órgano de seguridad ciudadana unificado seria esa PNB, que nació en revolución, que al igual que todas nuestras instituciones esta conformada por hombres y mujeres de barrios como los nuestros, y que a diferencia de otras policías, tienen un mando que busca preservar los intereses colectivos sobre los particulares.

Es lamentable que cualquier hombre o mujer de un cuerpo de seguridad se encuentre incurso en un hecho fatídico, pero es más lamentable que nuestro pueblo como hombres y mujeres susceptibles de hacer parte de situaciones similares, pretendamos no solo enjuiciar al cuerpo al que pertenece sino además destruir moral y espiritualmente al desafortunado hombre o mujer que por segundos de la vida, y no por su deseo se vio envuelto en semejantes circunstancias dolorosas para todos como nación.

Quienes teman a la unificación de los mandos, temen a que el pueblo asuma el poder, y es ahí, donde debemos reflexionar, y comprender que intereses ajenos a la republica intentan socavar la moral de quienes se forman al alero del modelo que busca derrumbar al estado burgués.

Dejar la responsabilidad de un acto público como la seguridad ciudadana, en manos de un solo hombre para esperar a partir de èl denigrar la institución, no es ni equitativo ni probo, valorar las circunstancias y hacer entender que solo unificando la fuerza y trabajando en equipo, se puede salvo guardar el respeto a todos entre todos, nos hace ver que el funcionario que pudo haberse equivocado también es un hombre producto de las circunstancias en que nuestra sociedad se ha ido construyendo.

Al 27 de febrero de hoy, buscamos una policía que entienda que no es preservar la burguesía su objeto, sino garantizar el derecho de todos a vivir en paz. Independiente de aquellos que quieran conservar sus espacios de poder. Y buscamos también un ciudadano, que comprenda que no todo lo que las redes sociales dicen es real, y por ello, se debe respetar el dolor de todos los afectados.

Debemos saber que como todos los proyectos que decidimos encarar desde la propuesta del Compañero Chávez, este es uno que se ha de fortalecer y no mellarlo siendo niño, pues de él quizá dependa un modelo de seguridad ciudadana creíble y confiable para nuestro pueblo.

Respeto a los caídos, no solo físicamente, sino moralmente, por quienes debemos escucharlos.


simpermiso@gmail.com
Lcdo. En Educación Mención Desarrollo Cultural
Investigador de Proceso Educativos .


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