Peor que Obama, el desabastecimiento programado y la usura

     El decreto imperial intergaláctico de Barak Obama, no es un chiste, ni un designio de ningún dios, como quiso hacerlo entender una persona infausta del oposicionismo apátrida, en la Asamblea nacional (AN), para convocar a la resignación por la intervención del gobierno estadounidense y contra la Ley Habilitante que se confirió al Presidente Nicolás Maduro, en defensa de nuestra soberanía. 
 
     Ciertamente, el decreto de Barak Obama contra Venezuela y su gobierno, es el preámbulo de la incursión armada y sangrienta que debemos esperar y enfrentar, con todas las fuerzas y con toda la determinación posibles, sin el estorbo de los traidores. 
 
     Pero tal decreto interplanetario, injerencista y descabellado, va para el público de galería. Es decir, es el aviso que sirve de antesala mediática para ir preparando, cual tambores de guerra, las condiciones discursivas y propagandísticas de su incursión genocida. Pero, este no es el componente fundamental, para la caída del gobierno y el restablecimiento del capitalismo en su forma salvaje, es decir, del neoliberalismo, con sumisión de la mayoría, a la que ellos empobrecerían aún más y esclavizarían de manera moderna, como sucede en la Chile de Augusto Pinochet, hasta nuestros días, aunque con ropaje de democracia.
 
    A lo interno de la República Bolivariana de Venezuela, no podemos distraernos con la amenaza del endorracista  imperial, puesto que el cártel Fedecámaras- Venamcham ha profundizado su guerra económica que, aún cuando han habido esfuerzos sorprendentes de parte del gobierno revolucionario y se han enfrentado boquetes abiertos por la artillería oposicionista y golpista, aún así, luce como si esta guerra económica la estuviesen ganando los señores de dicho cártel parasitario. La van ganando los sectores fascistas criollos.
 
     Al día de hoy, se aprecia que el "Desabastecimiento Programado" se ha profundizado y sus manifestaciones y formas se mutan y exitósamente, lo que da cuenta de que no es "inducido", razón por la cual, hasta el día de hoy, no hay una sola empresa, comercio o servicio que haya quebrado. Todo lo contrario. Esta estrategia del desabastecimiento programado, ha generado fabulosas ganancias y han renacido súpermillonarios, de la noche a la mañana. A esta estrategia se han adosado otros vicios como "el bachaqueo vecinal", tan perverso o más que el bachaqueo en la frontera con Colombia, las islas caribeñas y Guyana.
 
    Otra táctica de esta guerra económica, que se ha consolidado y ha generado multimillonarias ganancias a una minoría de delincuentes criollos, en sociedad con otros extranjeros, es el mercado ilegal, también conocido como "mercado negro", con la plataforma electrónica conocida como "Dólar Today", que opera desde EEUU, imponiendo un precio especulativo, ilógico y extravagante, para el intercambio de divisas, que boicotea los sistemas SICAD y SIMADI, ya que estos mecanismos de intercambio de divisas frente al Dólar, son timoratos y poco audaces o atractivos, además de que no están articulados con otros mercados, de los que Venezuela es un aliado. 
 
    Este sistema paralelo, además de alimentarse y parasitar de los dólares que se obtienen del Estado venezolano, impone el sobreprecio y la especulación en toda la cadena de comercialización, generando una hiperinflación, que puede quebrar cualquier economía y administración sana de recursos, porque no se ha podido, ni se ha sabido enfrentar, no solo con las armas jurídicas, sino también, con una nueva cultura (que el Comandante Hugo Chávez se preocupó en predicar y que el presidente Nicolás Maduro trata de difundir: la de una ética revolucionaria, con honestidad, racionalidad y equidad). 
 
     Esta hiperinflación, que sí es inducida, pero no es indetenible o imparable, amerita una nueva forma de enfrentar al enemigo de la Patria, a los especuladores, traficantes de la economía, usureros y ladrones con ropaje de empresario, productor o comerciante. Este enfrentamiento a tales delincuentes, ha de ser inusitado y ha de rehacerse todos los días, si tenemos en cuenta que el capitalismo, sus taras, aberraciones y formas, se mutan y reacomodan, en función de favorecer el gran capital y de expropiar o espoliar el capital o dinero a la familia venezolana y al trabajador, que depende de un trabajo y un sueldo, además de que confía en la estabilidad económica y los beneficios socioeconómicos que cada día le brinda el Estado bolivariano, socialista y chavista. 
 
     Esta nueva forma de lucha, habida cuenta de que estamos frente a una guerra económica, que quiere la cabeza del Presidente de la República, quiere desalojarlo del poder y del gobierno, además de liquidar todo rastro del Comandante Chávez y de sus líderes seguidores, debe entonces entender, que no estamos en tiempos de concesiones, ni de diálogos unidireccionales, que quieren imponernos desde los sectores fascistas, en el que aspiran la capitulación del gobierno revolucionario que preside Nicolás Maduro.
 
     Por tanto, se hace imperativo, para el Presidente de la República, vicepresidentes de áreas, ministros y Pueblo organizado, actuar con urgencia, imponiendo una política de mano dura contra el desabastecimiento programado, el sobreprecio, especulación, usura e hiperinflación. Esto implica, hechos y acciones puntuales, que no serían las únicas, pero que el Pueblo humilde (no por pobre, sino porque no posee la arrogancia aprendida en el Estado burgués, ni ínfulas aprendidas en eso que se da en llamar "clase media", en términos capitalistas), sabe y reconoce como posibles, entre las que destacan: 
 
a) Sin tanto aspaviento y propaganda mediática, impongan masivamente, con la celeridad que no ha tenido, el sistema biométrico o captahuellas, en todos los comercios y servicios;
b) persiga y meta preso a los grandes empresarios y comerciantes, más allá de uno que otro, que el Pueblo lo percibe más como propaganda, que como un acto de justicia generalizado; 
c) confisque y ponga en manos de los consejos de trabajadores a todas las empresas, fábricas y comercios que se presten de alguna manera, a esta guerra económica; 
d) atosigue el mercado nacional de importaciones de todo cuanto escasee en los anaqueles, en alimentos, productos, servicios que sean necesarios, hasta tanto los empresarios privados vuelvan a la cordura de la producción, sin chantaje y sin boicot; 
e) oferten en el sistema SIMADI, por debajo de la oferta de la plataforma paralela, en una banda de cambio, entre noventa y cien bolívares por Dólar; 
f) promuevan un nuevo sector empresarial, en sociedad con la banca privada que esté dispuesta a invertir y producir en Venezuela, sin tantas reuniones estériles y planificaciones que el Pueblo no ve materializarse; 
g) reactiven la producción en vehículos y repártalos entre los trabajadores (Venirauto está detenida en su producción y nadie sabe qué pasa con los vehículos Chery; pero todo el oposicionista que paga vacuna, obtiene su vehículo, de manera irregular); 
h) aumenten la producción petrolera y de sus derivados y profundice los convenios hasta ahora acordados, bilateralmente, con los países socios y con los organismos como la CELAC, la UNASUR, MERCOSUR, la ALBA-TCP, PetroCaribe, entre otros; 
i) asuman las riendas, planificación y conducción de las universidades públicas venezolanas, nucleadas en la AVERU, que hasta hoy, siguen siendo reproductoras del Estado burgués, cuarteles de conspiración y golpismo e improductivas, porque no forman de acuerdo con las necesidades y el Plan de la Patria; 
j) movilicen al Pueblo, no solo en actos y concentraciones (que no pueden ser soslayados jamás), sino también, en la realización concreta de la guerra económica, al detal, en todas las comunidades, con el protagonismo de las comunas y de los consejos comunales. 
 
     Todo esto, además, nos entrena, para enfrentar la incursión inminente del gobierno de EEUU contra Venezuela, pero acelera el destape de los traidores y los errores de los enemigos de la Patria. Por ahora, más que el peligro que representa como amenaza inminente, Barak Obama, tenemos una guerra económica en Venezuela, que no hemos podido ganar, razón por la cual, se nos impone el deber y la necesidad de abatir en pocos días, el desabastecimiento programado y la usura.


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Luis Alexander Pino Araque


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