Sobreviviendo, ¡No hay de otra!

Sobreviviendo, ¡No hay de otra! Así me respondió el saludo un amigo educador con quien coincidí en una farmacia en la que entramos para preguntar si ambos la pegábamos con el medicamento que buscábamos. El término referido por el docente, es apropiado ante la grave crisis económica y de descomposición social que padece esta tierra venezolana bendecida por Dios, pero hoy muy maltrecha por el accionar de las autoridades en el poder, por la dirigencia política opositora del país, y de buena parte de sus habitantes, quienes han aprovechado para hacer de las suyas ante el caos que nos azota.

Y es que el verbo intransitivo ‘sobrevivir’, está íntimamente ligado a la situación de escasez, bachaqueo y especulación de alimentos, insumos y bienes de consumo, en la que tirios y troyanos (gobierno-oposición) buscan justificarse con argumentos que rayan muchas veces en la irresponsabilidad, lo cual sigue generando rechazo y creciente malestar en los venezolanos, que abrigaban o teníamos la esperanza que los dirigentes políticos asumirían una conducta acorde ante el colosal despelote que arropa el suelo patrio.

En los últimos meses, no solo se ha agravado el cotidiano viacrucis de los ciudadanos para poder adquirir productos esenciales, sino además el sector industrial, agrícola, comercial, transporte, salud, entre otros, padecen los rigores de una economía muy enferma y en fase terminal, cuyos responsables no terminan de hablarle claro al país y adoptar las medidas para que el brebaje a ingerir sea lo menos amargo posible, motivado a que por su contumaz actitud ignoraron que un desfavorable escenario como el actual podría presentarse, y dejaron la botija vacía para enfrentar el tiempo de las vacas flacas.

A esta compleja situación, le hacen su particular aporte los funcionarios corruptos con fácil acceso a las divisas para hacer negocios y obtener jugosas ganancias con las importaciones, mientras similar acción practican los bachaqueros, quienes cuentan con toda una ‘logística’ para comprar lo que deseen, en detrimento del consumidor que se ve sometido a las humillantes colas, contando con la anuencia de efectivos militares, policiales y encargados de comercios y supermercados, particularmente los de origen asiático, a los que la Superintendencia de Precios Justos y otros organismos jamás fiscalizan.

Es tiempo que el presidente Maduro asuma su responsabilidad ante el país. Basta ya de la trillada excusa de la guerra económica; el pueblo reclama acciones contundentes, que se traduzcan en normalizar el abastecimiento de alimentos, medicinas, repuestos, insumos, mejoras en los servicios públicos, entre otras necesidades, que le puedan poner coto a la voraz inflación que aniquila a diario el poder adquisitivo de los trabajadores y las familias venezolanas.

El jefe de Estado tiene todos los mecanismos en su mano para enfrentar esta barbarie, de la que muchos ‘vivos’ quisieran que nunca acabara para seguir haciendo de las suyas, continuar llenándose los bolsillos y vejar a una población desesperada, que todos los días enfrenta como puede esta ignominia que atenta contra su subsistencia, ante la inacción manifiesta del alto Gobierno.

Si el presidente Maduro de verdad quiere preservar el legado de Chávez, es hora de demostrar con hechos esa inquebrantable entrega que identificó en vida al Comandante. En esta hora decisiva que vive la República, los grandes hombres demuestran el coraje y la capacidad de reconocer los errores cometidos, para a partir de allí echar a andar un país que luce devastado, en buena parte por quienes solo les ha interesado usufructuar los milmillonarios recursos que por renta petrolera y otros conceptos han entrado a las arcas de la nación.

De no ser así, vislumbro un panorama muy desfavorable para la permanencia de este proceso que gestó y encarnó Chávez, tomando en consideración que se avecinan unos comicios legislativos ante los cuales el Gobierno se exhibe en desventaja, y con un acérrimo enemigo que sin proyecto alguno de país, por primera vez en más de 15 años las encuestas le sonríen de cara a la consulta del 6 de diciembre.

Qué espera Nicolás para dar el golpe de timón anunciado por Chávez a finales de 2012? Oportuno es recordarle que lo haga ya, porque el tiempo se agota y el margen de maniobra es muy poco para detener el avance de una derecha eunuca en la praxis, pero que ha sabido aprovechar la parsimonia oficial para enfrentar la crisis. Entre tanto, seguiremos pidiéndole a Dios para que se apiade de Venezuela, y provea los recursos para seguir sobreviviendo a estas horas tan complejas.

 

franklin.valduz@gmail.com



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