Es grave, vergonzoso, que atizados por equis circunstancia no pongamos al escarnio público a quienes ahora, antes y después malversen los dineros del pueblo o simplemente se los roben, hagan negocios a favor de sí mismo, de algún familiar, con amigotes o socio con descaro anti-revolucionario. No hay ninguna ética en tal comportamiento, suscita un gran daño irreparable a la confianza y credibilidad de la moral revolucionaria de nuestro pueblo.
Creo sea preferible deshacernos de ellos-as, no cargar esos bacalaos sobre los lomos de nuestra lid contra la corrupción; quien pise la raya amarrilla, se atenga a las consecuencias amorales, políticas y de justicia, de no ser así, se irá creando invulnerabilidad al perdón tras perdón e iría consignado muy mal ejemplo y poca o ninguna temeridad a cometer corruptela. Sentirse y saberse protegido porque se disiente la barahúnda política, desmoraliza paulatinamente.
Debemos sanear los espacios socialistas a costa de lo que nos cueste, debemos romper la cultura del compadrazgo, el amiguismo y no dar cabida al arribista y oportunista yuxtapuesto en busca de poder y de riqueza fácil; y mire que de esos tenemos muchos-as en los llamados anillos presidenciales y demás.
Con tan sólo eximirnos de todos gana la revolución. No debe haber ninguna razón posible que albergue la vergüenza de ocultar y de alcahuetear el soez viejo eslogan adeco-copeyano “De ponme donde haiga”, nos apremia sacar de raíz la cultura del vivaracho sin consciencia, debemos reeducarnos para poder tener moral que ejemplarice la ética Chavizta, por la cual, nos entregó hasta el último suspiro de su vida, consagrada al pueblo y sólo para el pueblo, sin ambición y sin mezquindad, sinceridad absoluta de convicción y dispuesta al mayor de los sacrificios; y en honor a ese sacrificio, tengamos suficiente moral de ser tal y como él nos enseñó, verdaderos revolucionario desprendidos del materialismo, que nos impone la “sociedad civil” propagandística que a diario nos bombardea y nos asecha con su artillería de mentiras para desmoronar el proceso social.
