Eran 48 ¿y ahora?

La mujer dijo: “En mi familia somos 49. Eran 48 chavistas y un escuálido. Y ese hombre –tío, hermano, cuñado, lo que sea, digo yo- tuvo la paciencia del chino aquel que dijo “Siéntate a la puerta de tu casa y verás el cadáver de tu enemigo pasar” La cosa es que nos vio a los 48…” Concluyó la mujer o, mejor dicho, dejé de escucharla… Es brutal la moraleja de esta historia, porque evidencia el desgaste del proyecto y no por culpa de la muerte de Chávez, nuestro siempre recordado y amado líder, no porque las ideas que nutren el Árbol de Las Tres Raíces no estén a la altura de estos tiempos, no es que esto del Socialismo para el siglo XXI sea una utopía. No. Se trata de los ciudadan@s de esta querida República Bolivariana de Venezuela. El asunto no es un anaquel vacío y un buhonero revendiendo sea en la calle o en la web. La cosa es de conciencia y amor, de identificación con una porción de tierra a la que se puede llamar Patria y unos seres, conciudadanos, compatriotas, vecinos, amigos, familiares, en suma hijos de un mismo suelo, paridos por una historia heroica y cobijados por el mismo cielo. Nosotros, sim importar ideas, ideologías, tendencias, nosotros, la gente, en suma, quienes impulsamos este barco en una dirección determinada. Esto no es descubrir el agua tibia. No es ninguna iluminación, es algo que salta a la vista e indigna, porque estamos destruyendo lo más hermoso de “este país, mi país, tu país, el país que eres tú mismo” Ya lo dijo genialmente, Michael A. Lebowitz “EL SOCIALISMO NO CAE DEL CIELO”, no es un decreto presidencial ni un cursillo de varios días ni una mención dentro de las ofertas de especialización universitaria, nadie se hace socialista por ensalivar la palabra hasta el cansancio. Es cosa de principios, de valores profundos, de más que amor, frenesí. Y eso no fue sólo una frase de campaña, es una realidad para quienes sentimos el dolor de esta tierra.

Hagamos algo importante. Si a usted le disgusta la palabra Revolución, vamos a evitarla, porque aquí no se trata de palabrerío hueco. ¿De qué vale vestirse de rojo rojito, tener un verbo encendido si buscando el beneficio personal se traicionan supuestos ideales? Aquí no hay que parecer hay que SER. Y ESTAR CLAROS. Se ha hablado mucho del diferencial cambiario como la clave para entender la crisis que se precipitó sobre el país. Cierto, eso es una realidad. Esa situación ha sido aprovechada por los enemigos de esta Patria Bolivariana, atrincherados en Dolartoday, fortalecidos por la Resolución Externa número 8 del Banco de la República de Colombia, envalentonados por unas 30 agencias de cambio legalmente establecidas y 700 casas de cambio ilegales, amén de aquellos que desde frentes de confrontación política, cuyo único proyecto en los últimos 16 años ha sido acabar con el gobierno. Todo eso se ha conjurado, creando un caldo de cultivo donde la inconciencia y el más desaforado individualismo han crecido. De manera que, a nadie le importa si un enfermo terminal muere, porque los medicamentos que le habrían permitido más tiempo batallando por su vida, fueron revendidos en Colombia. Lo que interesa es el billete, ganar-ganar. Por eso hablé de conciencia y amor. Y recuerdo a un narcotraficante entrevistado en un canal internacional, el hombre enmascarado dijo que había realizado su actividad criminal porque tenía dos hijas bellas y, no quería que les faltara nada. Lo que pasa es que nadie percibe el daño que hace o se hace el loco, se justifica como el narco enmascarado, su causa en personal-íntima, es la propia salvación. Lo demás, ¿a quién le importa? Los otros son masa, gente que no se conoce, sobre quienes cae la frustración de no encontrar lo que requiere para vivir y, cuando lo vislumbra, se reitera aquello del perro hambriento al que se le muestra un hueso que nunca se le da. Ah, claro, porque “el dólar, la reposición del inventario, la lentitud de los mecanismos gubernamentales de distribución de divisas, y un larguísimo etcétera para justificar la usura, el acaparamiento, la dolarización de la economía, la inflación inducida, la brutal guerra económica-política, que les permite a muchos atacar al gobierno y hacer un negoción. Ahora no es una huelga obligada, no son santamarías cerradas bajo la presión de aquellos pichones paramilitares del 2. 002, ahora es culpar al gobierno y ganar plata sin miramientos.

La otra cara es pueblo inconsciente de su propia condición. Bachaqueros los han llamado y es un insulto para esos animalitos, que tienen una función en su ecosistema. Es que esos hombres y mujeres, jóvenes, adultos, ancianos y hasta niños inducidos por sus padres-representantes, actuando en su pequeño beneficio, perjudican a todo un colectivo. La situación es grave y el gobierno hace esfuerzos colosales para tratar de revertirla. Pero no se puede colocar un policía detrás de cada comerciante y menos encomendarle que siga a cada comprador para saber cuál es el destino de esos productos, incluso, surge hasta la desconfianza en ese representante de la ley, porque se han visto casos que los convierte en protagonistas del delito que dicen perseguir. Y con esto volvemos al inicio que es al mismo tiempo el final: Hay que despertar la conciencia. El sentido de identificación, de pertenencia a esta tierra única, bella y grandiosa. Esta Venezuela. Este es un país maravilloso, rico, con capacidad para que todos vivamos bien, apoyados por un gobierno, que a pesar de todos los pesares, de todo lo que puedan decir en su contra, es el único gobierno que ha cumplido a cabalidad sus promesas y ha actuado para generar la mayor suma de felicidad para este pueblo.

Estamos claros que nadie cambia si no quiere. Sabemos que de nada vale aconsejar o sugerir si no hay una voluntad en el individuo que lo lleve a superarse. Pero tenemos esperanzas en el Ser Humano y sabemos que sólo ese cambio en lo profundo de la conciencia nos llevará adelante. Se trata de pensarnos, de entender las posibles fallas en nosotros, de analizar y encontrar soluciones. No vamos a crucificarnos por el error cometido. NO. Pero tampoco vamos a seguir perjudicando a ese que llamamos pueblo. Hay que darle un rostro a esa masa y entender que es un hermano, otro venezolano que tiene el derecho a vida tan digna como la suya. “Conócete a ti mismo” pedían los griegos, auténticos fundadores de la sociedad occidental, como una manera de acceder a lo mejor en cada uno de nosotros y hermanarnos en la construcción social. Entonces, mírese un momento, vea que falta o abunda en su conducta y hacia dónde le conduce tal forma de ser. ¿Está contento con ello? ¿Cuál es el impacto en su entorno? ¿Perjudica o ayuda? Y verá, que siempre hay una manera de mejorar… La educación es otra herramienta para impulsar el cambio reforzando y dándole importancia a los valores. Escuela de formación, no de cuadros políticos, para restarles el escozor político a algunos, pero sí de ciudadanos libres para crear Patria de la buena. Aplicar a fondo leyes, decretos, programas y campañas para mejorar la calidad de los mensajes que recibimos de los medios de comunicación. Incluso una Misión psicológica para cerrarle el paso a la “cosificación de la persona humana”, tan propia del neoliberalismo. En fin, parafraseando al presidente Kennedy, asesinado por su propio gobierno, digo: “No hay que preguntar que va hacer mi país por mí, sino que puedo hacer yo por mi PATRIA”

 

*Escritor

 

borges0903@gmail.com



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