Socialismo y Arco Minero

Después del año 2005 y de la declaratoria por parte del comandante Chávez del carácter socialista de nuestra Revolución, él siempre insistía con los ministros, tanto en reuniones privadas como en el propio Consejo de Ministros, en la necesidad de que apuntáramos al socialismo. Decía: "a la hora de tomar cualquier decisión pregúntense cómo eso contribuye con la construcción del socialismo". Es así como, de la noche a la mañana, comenzamos a rebautizar TODO como socialista, esto es "Arepera Socialista", "Libros Socialistas", "Carros socialistas", "Viviendas Socialistas", "Carne Socialista", "Avenida Socialista", etc. Al punto que él contó públicamente[1] el cuento aquel que recordamos de los indios con el cura que decidieron comerse un cochino en Semana Santa después de bautizarlo "Chigüire"; es la crítica, y también autocrítica del comandante que expresó, en esa oportunidad en el llamado "Golpe de Timón". Y hoy, es necesario más que nunca, a propósito del proyectado Arco Minero del Orinoco, reflexionar acerca de lo que estamos haciendo y, sobre todo, si ese tal proyecto contribuye, como reclamaba Chávez, con el socialismo. Llamar hipócritamente a todo socialista, o bolivariano, sin transformarlo, no es un acto revolucionario.

¿Un buen negocio? ¿Para quién?

A la hora de asumirse e instrumentarse tal decisión, en primer lugar y más allá de toda retórica, dos elementos esenciales deben ser tomados en cuenta: ¿Cuál es el balance de beneficios y perjuicios que, en el corto y mediano-largo plazo traerá la misma? ¿Dónde está el buen negocio? Allí es necesario detenerse porque, en el corto plazo no es posible esperar que la nación pueda recibir grandes beneficios en términos económicos tomando en cuenta, además, que en el decreto 2248 de creación del Arco Minero del Orinoco se prevén incluso incentivos tributarios, exoneraciones y regímenes fiscales especiales para estimular el "negocio", lo cual significa que el tal negocio lo será fundamentalmente para las empresas que se asocien, resultando evidente que la participación accionaria de nuestra nación se verá absolutamente minimizada entre otras cosas por la carencia de recursos, por parte nuestra, en ese corto plazo. Desde el primer día el oro o mineral extraído simplemente engrosará el patrimonio y elevará el valor de las acciones de las empresas participantes (ya el sólo anuncio, sin que todavía se haya extraído el primer gramo de oro, ha logrado tales efectos). Por otro lado, en el mediano-largo plazo las pérdidas para la nación serán de dimensiones catastróficas, tanto en el terreno puramente material como en el aún más importante espacio de lo humano: el arrastre de sedimentos producidos directamente por el uso de las tecnologías disponibles (para extraer un gramo, y a veces menos, de oro es necesario movilizar y procesar una tonelada de tierra), afectará toda nuestra producción "limpia" de energía eléctrica (más del 60% de toda la energía eléctrica producida en el país), por un lado por los efectos erosivos sobre los álabes de las turbinas (con los consiguientes enormes gastos en mantenimiento y reparación) y por el otro por la sedimentación propiamente dicha (y de nuevo los gastos que probablemente serían incalculables para el dragado y limpieza). De esta manera habremos logrado transformar ese tesoro del Rio Caroní, un río de los llamados negros o sin arrastre de sedimentos, en un río marrón, quizás similar a nuestro Río Tuy, pero ahora con los días contados. En el lado humano, la afectación sobre las sensibles comunidades que habitan ancestralmente en la zona afectada, incluye desde los efectos nocivos para la salud por la contaminación de las aguas, y la biósfera en general, además de la prostitución, la explotación del trabajo esclavizado de los pueblos indígenas y los efectos indeseables de migraciones de aventureros y vividores de todo tipo.

¿Y el ambiente?

Desde el punto de vista ambiental también hay mucho que decir con respecto al tal acuerdo. No es verdad que en materia de extracción minera existan en la actualidad tecnologías sustentables, todas son altamente agresivas, con el agravante, en este caso, de la extraordinaria fragilidad de los ecosistemas existentes. Los suelos allí desbastados requieren de millones de años para recuperarse y, con ellos las fuentes de agua y la biodiversidad, fundamentales para nuestra existencia futura como nación y probablemente como especie. Esas mismas tecnologías que los apologistas del acuerdo pregonan, son altamente contaminantes (especialmente por el uso de cianuro y mercurio sumados a los subproductos incontrolados de los propios procesos) y esos contaminantes también serían arrastrados con sus efectos, aguas abajo hacia el rio padre, nuestro Orinoco para contaminar animales y vegetales y, por supuesto a los seres humanos, todo ello sin tomar en cuenta los "accidentes" que, como han reportado los medios internacionales incluso en los últimos días, cuando se supone que se usan esas tecnologías que nos están proponiendo, se constituyen en verdaderos desastres de enorme impacto para la vida presente y futura.

¿En lo político?

Políticamente hablando, debe hacerse notar que el "acuerdo" es, a todas luces, un contrato de interés público nacional (hoy en día es difícil imaginarse alguno con mayor interés que éste) y que no fue llevado a la Asamblea Nacional como manda el Artículo 150 de la Constitución. Pero en aquella, los adecos y copeyanos o sus derivados como diría Chávez, que la controlan, no se han quejado; la razón es obvia: los que otorgaron las concesiones mineras en el pasado, en la Cuarta República, ocasionando el desastre ecológico y humano denunciado por Hugo Chávez y que lo llevó a revocar la concesión a Gold Reserve, ahora callan porque en esta fase de la Quinta, después de Chávez, los grandes intereses transnacionales que ellos representan se ven reivindicados. Además la Constitución es violada en su Artículo 120 ya que NO SE HA EFECTUADO LA NECESARIA, JUSTA Y LEGÍTIMA consulta a los pueblos originarios habitantes de esos territorios; más necesario aún cuando, de instrumentarse el "Acuerdo del Arco Minero", los efectos sobre ellos serían definitivamente catastróficos.

¿Socialismo?

Aquella pregunta de Chávez: ¿Tu decisión apunta al socialismo? debemos tratar de responderla. Para ello empecemos por conocer acerca de los posibles usos del oro y su historia. No existen dudas acerca de que el oro posee usos industriales pero la cantidad del mismo necesaria para la vida humana es absolutamente despreciable, marginal, frente a toda la extracción de oro en el planeta a lo largo de la historia. Desde la antigüedad, pasando por las grandes civilizaciones, y tomando en cuenta tanto la Máscara mortuoria del Rey Tutankamón, los tesoros del Vaticano y las enormes riquezas saqueadas a nuestros pueblos originarios por los invasores españoles entre muchos otros ejemplos, el oro ha servido fundamentalmente como símbolo de riqueza y símbolo del poder otorgado por esa riqueza, aunque para la mayoría de nosotros los mortales, sinceramente es muy difícil distinguir (lo confieso) una pieza de oro verdadero (de un reloj suizo muy costoso, por ejemplo) frente a una buena imitación. Todo esto significa que la búsqueda de oro por parte de la especie humana atiende fundamentalmente a la lógica del valor de cambio y no a la del valor de uso. Salvo para los fines de acumulación, cualquier otro material obtenido de la naturaleza probablemente posee mayor uso directo en beneficio de los seres humanos, que el oro. Puesto en palabras de Carlos Marx, quien como sabemos dedicó una muy extensa parte de su obra a esta discusión[2]: "…el material oro no interesa más que como materialización de valor, como dinero. En su aspecto real es, por tanto, valor de cambio". Podemos entonces concluir que, desde el punto de vista del socialismo, el sumarse, mediante esta locura del Arco Minero, a las exigencias acumulativas del capitalismo, de ninguna manera constituye un paso adelante en la revolución, máxime cuando los costos ambientales, los costos ecológicos y, en definitiva, los costos humanos, resultan absolutamente inaceptables en una lógica socialista. Con el desarrollo del Arco Minero sólo se contribuye con el capitalismo depredador y con la derrota del proyecto socialista y, probablemente, con el proyecto de país.

¿Profundización del rentismo?

A menudo, para justificar este proyecto del Arco Minero se utiliza la excusa de romper con el "Rentismo Petrolero", el cual constituye una de las mayores deformaciones de nuestra economía y que, por más de cien años, ha influenciado más en nuestras vidas. Sus efectos, además, no sólo impactan a lo económico propiamente dicho sino que, los más dañinos se expresan en la pérdida de soberanía debido a la situación de extrema dependencia en que coloca a los pueblos por un lado y, por el otro, por el efecto de castración a la iniciativa nacional: es más fácil comprar que producir. Pues bien, El llamado Arco Minero no es otra cosa que un nuevo proyecto rentista que, reforzando al modelo petrolero, colocaría a Venezuela aún más en condiciones de pérdida de soberanía, sumisión y dependencia.

¿Soberanía, lucha contra la corrupción y los derechos de los ciudadanos?

El decreto 2248 del 24 de febrero de 2016, contempla el establecimiento de regímenes especiales de contrataciones públicas (A-15, A-16) que eliminan o "simplifican" los mecanismos de control del Estado, incluyendo lo relacionado con la protección ambiental, trámites aduaneros (A-22), reglas "especiales" para la flexibilización de la venta del oro extraído por la "pequeña minería". Incluye, además en su Artículo 25 la suspensión de derechos de los trabajadores y, en general, de los ciudadanos, como el derecho a manifestación y el derecho a huelga consagrados en la Constitución (A-97) y en la propia Ley Orgánica del Trabajo, los Trabajadores y las Trabajadoras (LOTT), señalando además que los cuerpos de seguridad actuarán de inmediato para garantizar la continuidad de las operaciones en esa MUY AMPLIA ZONA del territorio nacional (aproximadamente 12% de nuestro territorio que incluye, además, varios estados), mismo en el cual la soberanía será ejercida, como en el pasado ocurría con las transnacionales petroleras, por empresas extranjeras o de sus representantes de la burguesía nacional.

¿Y el Plan de la Patria[3] y la defensa de la humanidad?

En una ocasión con el Comandante asistimos a la Guajira con motivo de las operaciones de explotación de carbón en El Guasare. Un gran escenario, inmenso escenario, teníamos al frente en el cual se observaba un enorme cráter (de kilómetros cuadrados de extensión). Se produjo la voladura y una gran polvareda. Hugo Chávez permaneció en silencio. Así estuvo desde que llegamos (cosa bastante extraña en él que hasta hizo pensar en algún problema de salud). De regreso, ya en el pequeño avión que nos traía hasta Maiquetía me hizo un comentario: "¿Valdrá la pena? ¿Necesitamos esos minerales? ¿No será mejor dejarlos allí para que puedan ser explotados, en el futuro, con otras tecnologías menos dañinas, por las próximas generaciones". Palabras muy pertinentes.

Dice el Plan de la Patria en su versión pública original, de puño y letra del comandante Chávez (subrayado nuestro) (en versiones posteriores estos contundentes compromisos fueron suprimidos)[4]: "… haremos todos los esfuerzos sensibles y bien dirigidos que haya que hacer en función de revertir las causas y efectos de las devastadoras crisis ambientales que atentan contra la posibilidad de vida del ser humano sobre el planeta Tierra. … rescatar el equilibrio de la Tierra y apuntalar los procesos económicos productivos del ser humano, sobre la base del respeto de los ciclos de la tierra y de sus procesos regenerativos, mediante el establecimiento de una relación distinta de los humanos con la naturaleza. …rol protagónico de hombres y mujeres con los nuevos valores del vivir bien que apoyen una economía ecológica y socialmente sustentable. …satisfacer nuestras necesidades actuales sin poner en riesgo, ni amenazar, la capacidad de satisfacción de las necesidades de las generaciones futuras. Nuestro país luchará en aquellos temas sensibles en materia ambiental en todos los ámbitos (nacional, regional y multilateral) con especial énfasis en la lucha contra el cambio climático, la transformación de los modelos de producción y de consumo insostenibles y la defensa de un nuevo modelo de desarrollo social, ecológico y socialista, como la única alternativa planetaria para garantizar la vida". El proyecto del Arco Minero del Orinoco es una absoluta y flagrante contradicción con este Quinto Objetivo Histórico del Plan de la Patria.

En esta materia todavía podemos rectificar antes de que se produzcan daños irreversibles, lo cual de ninguna manera puede significar la renuncia al ejercicio soberano y a la necesaria protección, frente a depredadores de todo tipo, de nuestro patrimonio. Lo contrario significa una simple cesión de soberanía.

Héctor Navarro D.

Mayo de 2016.

_______________________________

[1]Chávez F., Hugo R. Golpe de Timón, Ed. Correo del Orinoco, Oct. 2012.

[2]Marx, Carlos. El Capital, Tomo I, Cap 3.

[3] Plan de la Patria – Testamento Político del Comandante Hugo Chávez. Comando de Campaña Carabobo, 12/06/2012.

[4] Ver versiones del Comando de Campaña Carabobo del 12/06/2012 y de la Asamblea Nacional del 28/09/2013:

 

 



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Héctor Navarro

Héctor Navarro Díaz: Fue varias veces ministro en el Gobierno del presidente Hugo Chávez. Estuvo al frente de los ministerios de: 1) Educación, Cultura y Deportes en el año 1999, 2) Educación Superior en el año 2002, 3) Ciencia y Tecnología e Innovación en el año 2007, 4) Educación a partir de 2009 y 5) Energía Eléctrica. Acompañó al Comandante Chávez desde los inicios de su gobierno. Miembro de la Dirección Nacional del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV). Ingeniero eléctrico, con doctorado en Manchester, Inglaterra. Autor de al menos dos patentes internacionales en el área de tecnología. Fue profesor de la Facultad de Ingeniería de la UCV. También fue diputado y presidente del Parlamento Andino, Capítulo Venezuela. Presidió la Comisión de Contraloría de la Asamblea Nacional y la Comisión de Política Exterior.


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