“Todos contra Todos”

“Todos contra todos” es una frase casi exclusiva del lenguaje deportivo, poco utilizada en la disputa política. Pero en Venezuela esta opción está golpeando como antes de Chávez y por igual a las familias sean chavistas o no y sobre todo a los más pobres. A pesar de los esfuerzos del gobierno y el Estado por garantizar la distribución de alimentos y los servicios públicos.

Existe una sub cultura del mercado y la especulación que recobra vigencia. Esa manera perversa de ver la vida que encierra la dura práctica del capitalismo salvaje y sus consecuencias. El mercado que impone la regulación natural más deprimente de los bienes de consumo masivos a través de los precios especulativos. Que invita y sirve de sustento a la desesperación y la desidia, que aúpa la violencia entre los venezolanos, colocándonos en un escenario de “todos contra todos” donde sencillamente prevalece el más fuerte.

La situación que frena la violencia generalizada está vinculada a la alta consideración que gran parte de la población tiene al gobierno, a Chávez y su legado. Que el chavismo todavía es la mayoría mejor organizada de la sociedad. También a la suma de los horrores cometidos por la oposición que a través del engaño lograron ganar la asamblea nacional, prometiendo entre otras cosas que acabarían las colas después de ellos ganar.

La llamada “Cesta Petare” una apreciación de los alimentos de la cesta básica que incluyen unos sesenta productos que superan los bolívares fuertes, sesenta y ocho mil, lo que significa unos precios ocho veces por encima de los precios regulados, cifra que supera casi siete veces el salario mínimo. Esa “Cesta Petare” está siendo protegida por paramilitares en contubernio con la policía del Municipio Sucre, dirigido por Primera Justicia. Ejerciendo una presión y referencia como en el caso de la divisa el llamado Dollar Today.

Un grupo de evangélicos y los motorizados de Petare colocaron un camión de piedras frente a la casa del alcalde del municipio Sucre, Carlos Ocariz, para que terminaran los trabajos de arreglos de las calles que no concluían y que temían que las piedras fueran usadas en los escenarios de violencia que la oposición viene estimulando como salida del gobierno a través de la intervención internacional.

Estrategia que tiene como fin desembocar en una guerra fratricida entre venezolanos. Que los empresarios de alimentos, insumos, las empresas distribuidoras y otros aprovechan para acabar con el gobierno. Hay dos vías, provocar el saqueo y la otra que sirva de escarmiento, reforzando que el socialismo es improductivo, no sirve para proveer de bienes, alimentos e insumos a nadie. Es decir, que jamás se le ocurra a alguien oponerse a la propiedad privada y el mercado, los monumentos del capitalismo. Pretende derrotar electoralmente al socialismo, al chavismo, para siempre.

El golpe que nadie sabe identificar, como militar o económico o político, es una mezcla de todos ellos, no tiene las características de otros golpes con exactitud, está oculto, se manifiesta difuso. Unos lo llaman guerra económica, una generalidad que encaja en la ofensiva de los métodos de guerra no convencional.

La oposición también se sirve y aprovecha de los malos mecanismo de información del gobierno para hacer desgaste y confundir a las mayorías. Echan a andar rumores de manera irresponsables. También afectan los inadecuados procedimientos que realizan las instituciones en defensa del consumidor, incumpliendo un mandato constitucional de garantizar derechos superiores como el de la alimentación que es vinculante con otras leyes y garantías de la República.

El resultado una especie de caos donde nadie quiere hacerse responsable del desabastecimiento. Los empresarios dicen que no tienen materias primas y el gobierno que le entregó los dólares. Pero no pasa nada. Nadie va preso por recibir unos dólares y no usarlos para lo que se les dio y tampoco los funcionarios que autorizaron la entrega de los dólares responden por los desembolsos realizados. ¿A quién creer?

Por otra parte, avanza con lentitud la organización de la distribución de alimentos, los Comités Locales de Abastecimiento Popular (CLAP). Una forma de distribución planificada que permitirá sincerar las verdaderas cuantías de alimentos, materiales e insumos necesarios para cubrir los requerimientos básicos de la familia venezolana y quebrar los mafiosos mecanismos especulativos.

Otro aspecto incierto, es si de verdad se están movilizando a todas las fuerzas capaces de producir alimentos en el país. Adecuando las instituciones a la nueva realidad económica que garantice que nadie pierda su empleo, pero los que lo tienen estén participando de alguna manera en la producción, el ahorro, el cuidado de los recursos, etc. Tiene que haber una campaña institucional de concientización de los problemas y escuchar las soluciones que plantea el pueblo. Y decididamente y no de palabra impulsar el Plan de la Patria que no es otra cosa que el poder popular, comunal que tanto teme la burguesía y el capitalismo.

agapitoman1926@yahoo.com


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