Para decirlo en lenguaje rebuscado, como para no ofender o ser pedestre, se dice que “si no hubiese celestinas no hubiesen damas de vida alegre”. En Cumaná, con más exactitud allá en mi barrio de Río Viejo, donde la gente no era letrada, se decía vulgarmente “si no hay cabrones no hay putas”. Pero como aquella gente era refranera, también expresaban que “a perro o zamuro no se puede poner a cuidar carne”. Eso es, por lo menos, un grave riesgo.
Esto viene a cuento porque el Contralor General de la República, acaba de hacer algo insólito; tanto que admite públicamente, sin pudor alguno, más bien como orgulloso, que practica el nepotismo, Sé que en algunos países tal práctica es delictual y como tal sujeta a sanción. En Venezuela, como tantas cosas, casi el robar mismo, no pasa de ser un asunto moral y como esta es individual, cada quien con la suya, “cada quien hace con su vida un sayo”, el nepotismo es inodoro, incoloro e insípido. Pero claro, siento un asunto de la moral, cada quien le pone olor, color y sabor de su preferencia.
Cuando la señora Cilia Flores fue presidenta de la Asamblea Nacional, mi correo se mantenía invadido por personas que se identificaban chavistas, miembros y hasta dirigentes del sindicato de empleados de esa institución, que la acusaban de nepotismo. Nunca supe si eso fue cierto o no, porque la acusada nunca respondió a sus acusadores y tampoco supe se hiciese alguna investigación al respecto. Hasta la oposición misma se mantuvo indiferente a aquellas acusaciones, lo que me hizo dudar que tuviesen sustento.
En Venezuela es frecuente la práctica del nepotismo, eso no es nuevo. Pero quienes lo han practicado suelen ser comedidos y discretos. Colocan uno o dos de sus familiares, por allí, como intentando que pasen desapercibidos. Y sobre todo cuando de eso se les acusa callan o lo niegan. Pero el contralor no. Admitió no sé si con valentía o porque como parece creer eso es bueno. Lo que de paso estaría como invitando, él quien es el primer encargado que en esta país no se roben los reales, a todo funcionario que lo pueda hacer que practique el nepotismo porque eso es una muy buena manera de parar las triquiñuelas y repotenciar la eficiencia.
Acepta con satisfacción y sin el habitual temor de antes que en su despacho hay 13 familiares suyos. Por cierto, observen lo extraño del asunto, son trece, un número que se le tiene como fatídico o pavoso. En las grandes ligas, es extraño que algún pelotero gringo lo utilice. Pero ese número lo usó Carrasquelito, luego Luis Aparicio, Oswaldo Guillén y creo que Omar Vizquel y a todos ellos les fue de lo más bien.
¿Habrá alguna relación entre la osadía de practicar el nepotismo, confesarlo con orgullo y ese singular número? Quién sabe. En el mundo del señor se dan toda vaina y ¡qué vuelan vuelan!
Pero el contralor no se quedó en confesarlo, sino como sabe que la moral colectiva lo condena, aunque a él eso le sabe a ñoña, pese ser un funcionario “que se debe al pueblo, por algo es revolucionario”, optó por decir algo inédito, casi hasta genial y si se quiere muy novedoso. Para él hay un nepotismo negativo y uno positivo. Es más, toma esa referencia y ejemplo, en esta etapa que el gobierno llama “revolucionaria”, de las monarquías del siglo XVI. Al leer eso sentí como si me hubiese comido un sancocho de cabeza de cochino con maíz amarillo desgranado y frijol barcino. Claro, su nepotismo es positivo, como no explica por qué, uno supone que es justamente porque es él quien lo practica.
Pero el personaje pasa por alto que más que un asunto moral, de darle preferencias a los suyos frente a otros con los mismos méritos y credenciales académicas, lo es de seguridad. Es más fácil que los familiares se pongan de acuerdo para cometer delito u ocultarlos. No por ganas de decir pendejadas, el venezolano no sólo dice sino que suele ser fiel a aquello de “con la familia sin razón y sin ella”. La “invención del nepotismo positivo”, es una simple excusa para ocultar algo indebido. El nepotismo es pues además de inmoral altamente peligroso, abundan los ejemplos que eso demuestra o confirman.
Quiero terminar esto recordar, como el ex presidente Velásquez, quien sustituyó a CAP cuando a este defenestraron, fue víctima de su propio nepotismo. Su hijo, puesto en un cargo cercano a él, se aprovechó de la ventaja que todo eso le daba y logró que el presidente, sin percatarse, confiado, firmara un documento que indultó a un peligroso delincuente, ligado al narcotráfico que estaba sentenciado y detenido.
Que sea justamente el Contralor General de la República quien no sólo incurra en nepotismo, sino que además lo elogie y ponga como ejemplo a imitar, hace de este asunto uno de los más graves que he visto acontecer en este país que amo.