No dudo en calificar de actividad contrarrevolucionaria, el trámite implementado por la ONIDEX para sacar un pasaporte. No hay fuerza humana, ni artimaña técnica, para poder acceder después de las 9:00 am a la página Web de solicitud de pasaportes de esa oficina (y si por arte de magia lo hace, le dice que ¡los cupos ya están llenos!) Le he hecho un seguimiento, minutos antes y minutos después de esa hora, y es virtualmente IMPOSIBLE poder entrarle luego de dicha hora. El año pasado, cuando renové mi pasaporte, no había ese “problemilla”: uno accedía a la página Web a cualquier hora, se anotaba en una cola, se le asignaba un día y una hora de cita en la oficina respectiva (un mes después, no importaba), tú acudías cuando te tocaba y ¡listo!
¿Cómo antes sí, y ahora no? No me vengan con el cuento del colapso de los equipos, que si ha aumentado el número de usuarios, que si el número de solicitudes sobrepasan las capacidades, que si estamos licitando un nuevo sistema de tecnología de punta, etc, etc, etc. Porque los malditos gestores cibernéticos, usando dios sabe que trácalas, sí logran entrar a la página Web. ¿Será que los gestores tienen gente dentro de la ONIDEX que meten desde adentro las citas solicitadas en la base de datos?
Sr Director de la ONIDEX ¡No me venga a decir que eso no es verdad! ¡No siga mintiendo al país y engañando al comandante Chávez! ¡Usted debe ser destituido inmediatamente por incapaz! Ministro Pedro Carreño, Viceministro Tareck El Aisami: ¡les exijo respeto a este pueblo que ha puesto tantas esperanzas en este proceso revolucionario!
No voy a acudir a ningún gestor, ni a compadrazgo en oficina alguna, para conseguir el pasaporte de mi esposa. Desde mi casa, oficina y cuanto cyber exista en la ciudad de Mérida, poniendo a mis hijos, parientes y conocidos, como locos de cien manos a las 9:00 am en punto; seguiremos intentado, una vez más, como imbéciles, intentando acceder a la página Web. Cada fracaso de nuestras manos, cada mensaje que diga “No se puede encontrar el servidor”, cada minuto que pasemos pegados con expectativa creciente frente a nuestras pantallas, como idiotizados esperando la ruleta de la suerte; diré como el maracucho que hace unos años en una buseta de Mérida, cansado ante tanto abuso e incapacidad, maldecía como loco mientras botaba espumarajos por la boca: ¡Que el diablo les muerda el ...cuello!
Juan Carlos Villegas Febres
Facultad de Ciencias
Universidad de Los Andes