Meninas reales

Cuando digo "meninas reales" debe entenderse las meninas de la realeza española. Las conocemos por la famosa obra de Diego Rodríguez de Silva y Velázquez, más conocido como Diego Velázquez, pintor sevillano, quien se asocia con el barroco español.

Velázquez, estudioso de la pintura española e internacional, es un artista que se preparó para ilustrar escenas de la monarquía, en especial retratos del rey, para decorar los palacios y mansiones, además de escenas históricas y retratos de poderosos de la época.

Con su obra "Las meninas" o "La familia de Felipe IV" demuestra su maestría como pintor de cámara del monarca, quien fomenta las artes como literatura, escultura, pintura, música, entre otras, por lo que es considerado rey impulsor del Siglo de Oro español. La obra "Las meninas" fue realizada en 1656 y, según el archivo del Museo de El Prado, se llamó "Retrato de la señora emperatriz con sus damas y una enana"; luego se llamó "La familia del señor Rey Felipe IV"; después, simplemente "La familia", para denominarse "Las meninas", cuando pasa a la colección del Museo de El Prado, nombre con el que se catalogó. Es claro que Velázquez no tubo nada que ver con los nombre dados a la obra.

Así pues, traigo al recuerdo que el primer gran artista meninofílico fue Picasso, autor hispánico que revolucionó la pintura con su visión cubista. Realizó 58 pinturas cuyo motivo principal es el trascendente cuadro de Velázquez.

Visto esto, es indudable que el pintor sevillano ha movido y mueve pasiones a raíz de la representacion de meninas en su lienzo. Ahora bien, ¿qué es una menina? Proviene del término "menino" o niño en el idioma portugués que pasa a la Castilla española desde el país lusitano. Un menino era el hijo de un noble que se ponía al servicio del príncipe desde corta edad. Igualmente, una menina es una niña al servicio de la princesa, en este caso Margarita Teresa de Austria y Habsburgo, hija de Felipe IV, que en el momento del cuadro tenía 5 años.

En un salto en el tiempo y en el espacio, en Venezuela, es notoria la representacion de meninas por parte del artista valenciano Wladimir Zabaleta, quien estudió en Europa, de donde trajo a su país natal su meninofilia. Esta pasión hispánica venezolanizada por su inserción en el contexto nacional, ejecutada por un pintor connotado y con aceptación del espectador fue, además, apoyada por instituciones estatales y privadas que han patrocinado la obra.

Recientemente, el artista venezolano Antonio Azzato exhibió una colección de 19 esculturas, que son parte de la colección Meninas Caracas Gallery, que emula Meninas Madrid Gallery, las cuales pudieron ser vistas por el público desde el 12 de enero hasta el 15 de febrero de 2024 en Chacao, Municipio del Estado Miranda, parte de la Gran Caracas.
Son figuras de meninas, reinterpretaciones escultóricas de las propias del artista sevillano, intervenidas con motivos pintados alusivos a la cultura nacional. De nuevo vemos la meninofilia contemporánea en pleno apogeo, con gran éxito de público por las numerosas visitas.

Sin embargo, el hecho de llevar ilustraciones de la fauna, flora, símbolos patrios y personajes de la esfera nacional, entre otros, no exonera esta obra de ser una apropiación, sustraída de un contexto impropio, es decir, con un referente externo.

Ahora bien, si vemos el asunto desde el pensamiento de la decolonialidad, cuyo objetivo es producir una desvinculación de patrones del mundo eurocéntrico, como opción para dar paso a otras formas de existencia que cuestionen la cultura occidental como hegemónica, como patrón guía que inunda las prácticas culturales, se tendrá una visión crítica, a partir de este punto de vista de origen nuestro americano. Representa una alternativa al patrón occidental para que se considere el mundo desde una perspectiva propia y generar una identidad que parta de nuestra ancestralidad, para que surja un conocimiento que no niegue ni solape ninguna visión, pero priorice la herencia de nuestro pasado.
Indiscutiblemente, el acto creativo es de libre elección, de libre ejecución, pues el artista se vincula con un patrón de pensamiento, consciente o inconscientemente de manera autónoma.

Sin embargo, creo que es necesario entender el arte como liberación de las formas de representación propias de la modernidad/colonialidad que fueron impuestas durante el proceso colonial que sobrevino en América. Ello implica asumir una actitud critica del papel que debemos asumir los artistas de este lado del planeta, más aún cuando existe un mundo de posibilidades creativas subyacentes en el escenario perteneciente.

Esta toma de conciencia de los artistas no es obligada, pero es pertinente, pues el creador, que comunica ideas y que tiene una responsabilidad política (no se confunda con partidismo, sino con responsabilidad ante un colectivo que es el objeto de la política) tendría que desarrollar un pensamiento reflexivo ante el contexto del que surge su creación y asumir su responsabilidad social.

Lo contrario, obviamente, es aceptar que sus productos artísticos están comprometidos con otros intereses del arte, como es el caso de artistas que se apropian de elementos de contextos diferentes, común en el patrón de la posmodernidad, poniendo distancia con la cultura a la que pertenecen, aunque hayan desarrollado su práctica con o sin conocimiento de causa.

 

iffotografa@gmail.com



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