…me prohíben saber de mi amor.
Julián
Conrado
Camarada Alí Primera
Escúchame Ali, escúchame,
este silencio con la elocuencia de los barrotes.
Escuchando
tu canción por la comunión aquella que hiciste concretar
en los labios de agua del Orinoco y el Magdalena aprendo a decirle
al pueblo de Bolívar en este instante y todos los días que aquí estoy
yo y este mi corazón que se incendia. Casi lloro, perdón
lloro por completo. Lloro a cantaros.
No
culpo Ali, a aquel verano de calentura, ni tampoco al alma árida de
algunos y su desierto de ternuras.
Yo
creo más bien hoy que estamos viviendo un invierno de cariños y en
los labios de chucherías que besan la mejilla de algún niño nuestro
pongo mi fe para que se sigua haciendo nido para el futuro de la humanidad,
aunque tengamos que tragar grueso cuando pensamos en los carajitos de
Libia, que son carajitos nuestros también.
Yo
se que ya sabes ALI, de esta forzada morada de barrotes fríos y de
mil manos sudadas que la aprisionaron como para burlarse del prisionero
porque ella es la que aprisiona. Una falsa fe como para desconfiar de
la libertad.
No
sabe nadie cuanta tristeza me esta caminando por dentro juntándose
con un millar de vuelos de mariposas que siento que hacen nido en mi
estomago. ¡Buscan la flor! La buscan.
Cuanta tristeza cuando la vida y el canto me los ponen lejos de los mochuelos y su verdad de cielo, y su verdad de vuelo. Cuanta tristeza y melancolía en bandolera al solo pensar que me encarcelan en tierras de Simón, como si aquí mandara el general Santander. ¡Lo más triste en Venezuela!, ¡lo más triste en Venezuela!
Estoy,
sin embargo Ali, cantando una especie de arrechera tierna (lo hago
musitando palabras de ternura y de cariño aporreado) desde las
notas de aquel cantor de las madrugadas, de un bardo de ustedes,
digo, el viejo Andrés Cisneros:
“Oye bajo las ruinas de mis pasiones / y en el fondo de esta alma
que ya no alegra/. Entre polvos de ensueños y de ilusiones/
brotan entumecidas mis flores negras. /
Ellas son mis dolores, capullos hechos / los
intensos dolores que en mis entrañas / sepultan sus raíces cual los
helechos en las húmedas grietas de las montañas./
¡Ay Dios mío quien lo creyera¡ ¡Ay Dios tuyo! ¡Ay Dios de todos!, en Venezuela, en Venezuela.
Prefiero
que se me revienten las cuerdas de mi garganta, que mi guitarra
llore su silencio de notas tristes, que trine hasta el cielo, como prótesis
moral para nunca rendirme. Pues que nunca toque
a mi puerta la rendición.
Prefiero
un coro de grillo y de ranas allá en mi selva. Seguro cantan
ahorita buscando al verso y al verbo de la insurrección. Que
digan con los mochuelos y las mirlas:
“No, no me callaré, siempre cantaré
la verdad es mi canto
No, no me rendiré, no traicionaré
moriré cantando
cantando,
cantando, cantando por la paz”
Soy gran colombiano Ali y mi delito es cantar, porque a los imperios le molesta el canto, la alegría.
Porque
cantar es un delito cuando se trata de robar el alma de los pueblos
o hacerle una emboscada a la mentira y muera para siempre… perdonen
mi utopía.
Soy
gran colombiano como tu, tu que tienes todo del Orinoco, yo que tengo
todo del Magdalena. Yo que creo en un fusil de chucherías para dispararles
sueños a los niños de todo el mundo. Yo creo en el sin hacerle infiel
a la bala que le guardo al enemigo de los pueblos en el kairos
que ya llega.
Yo
creo, Ali, en una carta imaginaria. Soñé que ella que vuela
como ave y canta al viento que fue lugarteniente de Simón José Antonio
de la Santísima Trinidad y que con letras de nubes le esta diciendo
al padre libertador que estoy preso aquí en Venezuela. Sueño
también y veo clarita la cólera de Bolívar en su rostro nuestroamericano
y el grito recio que vibra en sus labios al estruendo de un grito sostenido
que hace insurrectos a lexemas y morfemas traduciendo en
notas altas “que vaina es esta carajo”, “otra vez Páez, no joda”,
“hasta cuando Santander”.
Yo
quiero en esa carta decirle a Lina Ron que no deje de gritar y que siga
haciendo de la fiera palabra un poema de amor comprometido que denuncie
la cárcel de un cantor y su injustificada prisión.
Porque
me prohíben el sol. Si el es parte de mi luz al saber que sin carnets
ni padrinos sale para todos y en todas partes.
Lloro
porque los hombres también lloramos y más cuando me prohíben saber
de mi amor.
“No, no me callaré, siempre cantaré
la verdad es mi canto
No, no me rendiré, no traicionaré
moriré cantando
cantando,
cantando, cantando por la paz”
Que
le digo a mi próstata, que se espere con sus demandas de muerte lenta.
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