Sabino tras la cortina

El aparato de Estado, y en particular su departamento de propaganda (eufemísticamente llamado "de Comunicación"), rebosa en ejemplos. Hoy estamos enlutados por la muerte de Sabino, pero ni Vanessa Davis ni Mario Silva invitaron jamás a Lusbi Portillo, ni al padre Korta. Lo propuse en su momento (http://www.aporrea.org/ddhh/a110990.html).
 
Pido perdón, pero parece lo mismo con todo, no puedo limitarme a un solo caso. La falta de escrúpulos es una condición generalizada, hace poco encontré por azar un vídeo del 2008 donde Ernesto Villegas, entonces periodista en ejercicio por VTV, da muestras del colosal cinismo que no simple torpeza a que puede llegarse cuando la función periodística es reducida a un militantismo comunicacional partisano: http://www.youtube.com/watch?v=0KYk68LTeuk.
 
Nuestra situación es patética: así como se omite un caso de vida o muerte (el de Sabino), imputable por ende en parte a una irresponsabilidad periodística, igualmente se responde con el más absoluto desparpajo cualquier barbaridad por el canal del Estado en nombre de la revolución. El comentario de Villegas es el tipo de exabrupto que bien podría valerle un retiro de al menos uno de sus tres premios nacionales de periodismo. La misma actitud prepotente, que tiene respuestas para todo, mas sin importar cuáles, es hoy lingua franca en el Ministerio del Poder Popular para la Propaganda y la Desinformación, que es como podría llamársele al frente gubernamental que actualmente administra. 
En el programa Dossier, por su parte, no escuchamos hablar de los problemas nacionales (muy pequeño para el inmenso ego de su conductor el sector nacional). Pero por ningún lado que busquemos damos en el aparatus con problemas de proximidad engorrosos y de actualidad. La función oficial, por lo tanto, salta a la vista: ocultar, maquillar, y por ende desinformar.
 
¿No nos gusta? Saquemos el pañuelo... pero lo que tenemos enfrente es eso, nada más.
 
¿La arrogancia de Pérez Pirela? La suya no es un caso aislado, para nada, más bien un síndrome recurrente en el conglomerado gubernamental. La razón de su existencia está en un fardo: la ineficiencia, la cual terminó por su obviedad confinando al funcionariado y al corpus mediaticus a una eterna posición defensiva, cuya única legítima expresión es la arrogancia y de la cual sólo puede salirse mediante... su contrario: la humildad del reconocimiento (o eso que llaman renuncia en otras latitudes).
 
(...demasiado pedir, demasiado esperar...)
 
En cambio, más fácil ¡mucho más! optar por insistir en ser los salvadores del mundo. Para demostrar que lo son, ahí están todos los medios suficientes y necesarios (cómo no, siempre a mano...); aunque ello demostrase, simultáneamente, una misión anterior, encubierta por el corpus y supuestamente menos evidente: salvarse a sí mismos, no a ningún mundo. ¿Pruebas? El gran Sabino, hoy en las alturas, apenas ayer censurado.
La intransigencia, el desprecio del otro ("enemigo" ENVÉS DE "disidente" ), el insulto "desde el amor"... Mmm... la belleza y heroísmo de una consciencia no asumida, arrastrando sus 14 años de "victorias"...
 
Más suban el tono y la intolerancia, y más obvia será la decadencia.
 
¡ SABINO AL PANTEÓN !

 



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Xavier Padilla


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