Ante una división política tan aguerrida entre oficialismo y oposición es bastante complejo opinar sobre cualquier tema controversial en este país, y es que aquí se vuelve muy válido aquel cliché de las películas norteamericanas “cualquier cosa que diga podrá ser usado en su contra”, se puede ofender a familiares, amigos y no tan amigos, se corre el riesgo que aun en contra de nuestra voluntad nos ubiquen en uno u otro bando, pero a veces nuestros principios nos obligan a hacer declaraciones y asumir los riesgos, pues consideramos que es peor callar.
Cuando uno dice por quién votó o votará, ya las miradas no son iguales. Se activan los resquemores y las solidaridades automáticas, como si uno fuese el papelito que sale de la máquina de votación. A los que creen en tu elección les empiezan a parecer muy ciertas todas las bobadas que has dicho y los que no creen dejan botada la lectura o ya no escuchan sino bobadas, pero aquí es donde se evidencia que la división no es tan grande.
Antes de seguir, quiero aclarar que cuando hablo de oficialismo me refiero a los que están en cargo de decisión significativa, que pueden generar y/o aplicar políticas gubernamentales. Cuando hablo de oposición me refiero a los que tienen el suficiente poder político y económico para ser entrevistados una y otra vez generando matrices de opinión e incidir directa o indirectamente en la toma de decisiones.
Recuerdo que durante el proceso constituyentista, cuando se propuso un capítulo con derechos para los pueblos indígenas, un asambleísta de la oposición protestaba enérgicamente argumentando que se creaban por constitución dos tipos de venezolanos, pues los indígenas iban a tener más derechos que el resto. Argumentos similares se han usado en protesta para la promulgación de la Ley de demarcación y garantía del hábitat y tierras de los pueblos indígenas o para la Ley Orgánica de Pueblos y Comunidades Indígenas; desde perspectivas y aristas diferentes se ha argumentado que son “muchos derechos”, que se les coloca en posición de ventaja en relación con los otros venezolanos, que se estimula el divisionismo y toda una parafernalia apuntalada en la supuesta igualdad como venezolanos. Es posible que eso “técnicamente” sea verdad, pero en la práctica ha servido de poco pues las poblaciones indígenas siguen siendo mayoritariamente excluidas de las decisiones sobre sus propias políticas, no se han evitado las discriminaciones y los muertos, como esos ocho yukpa de la comunidad Chaktapa en la Sierra de Perijá, entre los que está incluido el destacado cacique Sabino Romero Izarra. Aquí la división entre oficialismo y oposición no parece ser tan profunda.
Los indígenas Sabino Romero Izarra y Alexander Fernández, ambos muertos a manos de sicarios, estuvieron presos por 18 meses en un proceso que fue reiteradamente denunciado por los movimientos sociales que los apoyaban como inconstitucional, pero yo nunca vi a un opositor, de esos que menciono arriba, salir a defender la constitución y los derechos de estos venezolanos. Aquí tampoco funciono la división entre oficialismo y oposición.
El Artículo 120 de la constitución señala que: “El aprovechamiento de los recursos naturales en los hábitats indígenas por parte del Estado se hará sin lesionar la integridad cultural, social y económica de los mismos e, igualmente, está sujeto a previa información y consulta a las comunidades indígenas respectivas. Los beneficios de este aprovechamiento por parte de los pueblos indígenas están sujetos a esta Constitución y a la ley”, sin embargo sobre los pocos territorios que les quedan a los indígenas existen proyectos y concesiones mineras extractivitas que vienen desde la IV República, que contradicen este y muchos otros artículos de la constitución y otras leyes, pero yo no he visto a ningún opositor montar una protesta por ello. Tampoco aquí la famosa polarización bipartidista funciona.
A partir del proceso de demarcación se han entregado a algunas comunidades indígenas títulos de propiedad colectivo, que han sido denominados por las mismas comunidades y los movimientos sociales como “títulos chimbos”, pues se les impone continuar en la misma situación, “conviviendo con terceros”, léase seguir sufriendo el acoso de los terratenientes. Pero tampoco aquí han salido los de oposición a defender o argumentar las fallas de las políticas gubernamentales.
Podemos concluir, que en la práctica el oficialismo no ha sido coherente entre lo dicho y lo hecho. También que la oposición ha apuntalado y apoyado los errores gubernamentales en contra de los pueblos indígenas.
La diferencia principal entre la oposición y el oficialismo, en el caso indígena, es que a los opositores les dan “tanta cosita” los indios que ni para joder al gobierno los usan. Cualquier otro error gubernamental sirve para generar comunicados, declaraciones, acusaciones, llamar a los organismos internacionales y orar por una intervención de la policía del mundo, pero en lo que se refiere a los indios los opositores están de acuerdo con lo que hace el gobierno. Esto me recuerda por qué terminen votando por Chávez en 1998, aunque era militar. Ante las opciones me dedique a observar y ver las propuestas de los candidatos, hasta que un día que en un mitin en el estado Amazonas el Sr. Henrique Salas Römer se disparó la frase “los extranjeros creen que nosotros aun somos indios”, casi todos los que escuchaban eran en esencia indios, ese día lo borre de mis opciones y por oposición extrema elegí al loco, no por lo desubicado del que luego fue bautizado como frijolito, que ya era bastante, sino porque su declaración evidenciaba la negación total del otro, que aun teniéndolo de frente era invisible.
Estoy consciente que en Venezuela aún no se ha hecho justicia social y cultural “práctica” a los pueblos y comunidades indígenas, sin embargo prefiero a la V República, pues por lo menos la revolución bolivariana ha dado pinitos para aproximarse, para pelear hacen falta por lo menos 2, si para unos soy invisible prefiero al que me visibiliza aunque sea por conveniencia, por qué en esa visibilidad tengo la principal arma para luchar por las reivindicaciones que me corresponden.
Sé que los opositores, y aquí entran principalmente los que no tienen poder político y económico significativo (por que los otros no van a leer a esta mortal), deben estar concluyendo “tanto escribir para justificar al régimen”; mientras los oficialistas, también por supuesto los que no tienen poder político y económico significativo que son los que pueden llegar a leer esto, deben concluir “que vaina esta viene a decir que es chavista después que le cae a palos al gobierno cuando aún estamos de luto”. Por eso en este país y en este contexto la lucha indígena constituye ser oficialismo dentro de la oposición y ser oposición dentro del oficialismo.
1 Profesora de la Universidad del Zulia.
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