Niños abusados sexualmente vs. Iglesia católica. ¿Quién es la víctima?

Una de las principales funciones que desempeña cualquier religión, según el sociólogo E. Durkheim colega de Marx y Weber,, es la Integración del Subsistema de Personalidad, ya que la religión da una visión coherente de la vida, del universo y de la persona que, una vez interiorizada, constituye un sistema de significados que contribuye poderosamente a la identidad del individuo y a su progresiva maduración. Pero ¿qué pasa cuando este principio es destruido por individuos poderosos -en el caso de este escrito- de la Iglesia Católica, (me imagino que esto pasa en todas las iglesias) al ejecutar los peores actos de humillación y vejación que se pueden cometer contra personas tan indefensas como son los niños?. Y se preguntarán ¿pero de que actos tan abominables habla esta mujer? Pues nada más y nada menos que del abuso sexual o pederastia, palabra que está muy de moda actualmente dentro de las paredes del Vaticano (y fuera también), debido al reciente llamado que ha hecho el Comité de la Organización de Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño (que al fin reaccionó) a declarar a representantes de tan honorable y correcta institución, la llamada Santa Sede (tono sarcástico, que quede claro) para ofrecer información detallada sobre aspectos relacionados con los casos de abuso sexual de menores por parte de miembros del clero.

Y es que, de manera genérica, se considera abuso sexual infantil a toda conducta en la que un menor es utilizado como objeto sexual por parte de otra persona con la que mantiene una relación de desigualdad, ya sea en cuanto a la edad, la madurez o el poder, definición que concuerda perfectamente con las relaciones que mantenían los “hombres de fe” con sus víctimas, ya que estos señores eran el ejemplo de estos niños, ellos tenían el poder de moldearlos para servir fielmente a Dios, siguiendo todo ese montón de mandamientos que aparecen en las famosa tabla de Moisés y que los harían hombres de bien…. Y los moldearon, ¡vaya que si los moldearon!, pero para servir fielmente a sus antojos depravados de enfermos sexuales, causando, por la medida de lo chiquito, y para decirlo elegantemente, una interferencia en el desarrollo evolutivo del infante, dejando unas secuelas que no siempre remiten con el paso del tiempo, vamos pues que estos impresentables de la Santa Sede les “escoñetaron” la vida a estos niños.

Sin embrago, parece que sólo la culpa de estas horribles acciones es de los pobres sacerdotes (tono sarcástico, por supuesto) pero ¿que pasa con el papá de los helados, nunca mejor dicho, el Papa de turno, el Santo padre, Sumo pontífice, Vicario de Cristo y Sucesor de Pedro, que por supuesto es la misma persona (como la santísima trinidad pero de a cuatro) al que yo llamo el Gran Cabrón, y me disculpan la palabra, pero es que estos señores (2 Papas han pasado desde que han comenzado las denuncias de abusos sexuales contra menores) conocedores de todos los hechos delictivos de sus pupilos, hicieron la vista gorda, ya que uno llamado Juan se hizo el loco y el otro llamado Beni el mayor castigo que aplicó fue “enciérrese en un monasterio y póngase a rezar”, pero yo digo que esas acciones no las perdona Dios ni que se les necrose la lengua de recitar tantos rosarios. Y les digo, coñoooo autoridades del mundo, reaccionen, que no soy leguleya pero hasta yo se que estas acciones son delitos graves y hay que penar a los culpables con una ley rigurosa no con rezaderas y falsos arrepentimientos.

Finalmente, mientras la Comisión de la ONU continúa las investigaciones y el Vaticano sigue escurriendo el bulto, yo me temo -y no quiero ser pájaro de mal agüero- que estos niños (que algunos ya son hombres), a los cuales les fue arrancada su dignidad en algún momento de su vida por una cuerda de impresentables autoproclamados siervos de Dios, deberán esperar un poco más para recibir la justicia que tanto merecen. Por mi parte, quiero dejar claro que no estoy en contra de ninguna religión y cada quien se mete en la que mejor le cuadre, y es que el problema no son la religión como tal, ni los fieles, sino los grupúsculos de sinescrúpulos enquistados en las cúpulas de dichas religiones que son los que, al final, guían a dichos corderos.

Por esto y todo lo anterior, mi recomendación a la gentuza de la ONU es: “Métanle candela al rancho” pero con los pederastas dentro.


ddjmendoza1979@gmail.com


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