No combatir contundentemente a los farsantes de la propaganda sucia contra Diosdado Cabello, es como aceptar tácitamente que disparen de manera certera contra la plena vigencia del mandato de Nicolás Maduro.
Que quede claro: atacar a Cabello es atacar a Maduro. Entonces, ¿Por qué aceptar que un editor sucio y prófugo de la justicia, todos los días vomite su odio contra los pro-hombres del proceso político que conduce la revolución? ¿Quién ha dicho que libertad de expresión, es permitir que alguien impunemente coletee el piso con la dignidad de los hombres que le juegan limpio a la patria?
Después de la lamentable desaparición física de Chávez, la verdad es que la revolución—de hecho, más no de derecho-- ha descansando sobre los hombros de un audaz liderazgo colectivo. También no es menos cierto que Maduro y Cabello se han desempeñado como importantes factores del PSUV, en este diario combate contra los detractores del ciclo histórico bolivariano. Esta es una verdad tan inexorable como decir que después de la noche viene el amanecer, así este liderazgo compartido moleste a quienes llevan por dentro la carga de los complejos y las frustraciones.
Y conste que no es primera vez que expertos en guerra sucia han utilizado este manoseado formato para desprestigiar a un individuo. Guardando por supuesto la enorme distancia que siempre existirá entre un revolucionario como Diosdado y un vulgar ladronaso como CAP, valdría recordar que hace años se dijo que el Gocho era uno de los hombres más rico del mundo; que incluso era socio de Fidel Castro, y que el empresario Gustavo Cisneros fungía como testaferro, pues su origen cubano lo familiarizaba con intereses en la isla caribeña. Que sea veraz o mentiras, lo cierto fue que esa procaz y deshonesta praxis, igual que lo ocurrido con anteriores misterios republicanos, éste también fue otro de los secretos bien guardado.
De modo que en nada nos sorprende esta nueva acusación contra el Presidente de la Asamblea Nacional. Bastaría con solo recordar que estando en vida el Comandante Chávez, ya Diosdado Cabello había sido objeto de esos sistemáticos ataques por parte de la canalla, esos crapulosos de la vieja política que no se ven el rabo, y que jamás podrán lograr que olvidemos que ellos provienen de las más asquerosas cloacas del cuartorepublicanismo puntofijista. Por suerte, hace tiempo que la inmensa mayoría los tiene pillados, pues ¿quién no los conoce como fascistas y perros falderos de esos despreciables capos norteamericanos?
Por lo visto, calumniar y difamar, es el único recurso que les quedado a estos cuatro gatos sobrevivientes de una oposición desquiciada que se condenó a desaparecer por su propia torpeza. Y porque el disquito lleva tiempo que se rayo, ¿Por qué más bien no cuentan una de vaqueros?