“Las personalidades psicopàticas no se caracterizan por una enfermedad mental evidente sino por los graves trastornos de la conducta, peligrosos para el entorno familiar y social”.
Kurt Schneider.
En nuestra “única y contaminada nave espacial”, el delito había sido tomado como bandera por ningún grupo político para su encomio, y con el mayor desparpajo asumen semejante despropósito. Una caterva de políticos de la nueva generación de la burguesía parasitaria le hace apología al delito, la conducta de los tristes y famosos diputados Mardo y Caldera son el mejor ejemplo para entender el comportamiento amoral exhibido ante la opinión publica por ésta gente; la soberbia con que actúan denota su origen burgués con recursos de dudosa procedencia que los identifica y agrupa, es una sociedad de cómplices al mejor estilo de la “cosa nostra”.
Todos los delitos conocidos son aprovechados por la oposición para magnificar la inseguridad de la cual son cómplices, recordar la llamada “Arrechera” de Capriles que dejó un saldo de 12 asesinatos y “La Salida” de López, Machado y Ledezma ocasionando otros 14 asesinatos de venezolanos inocentes.
La oposición reunida en la MUD, ante cualquier medida anunciada por el Gobierno Bolivariano en favor de las grandes mayorías del país, procede a anunciar marchas contra las mismas en solidaridad automática con los bachaqueros, contrabandistas, acaparadores, especuladores, atracadores y afines; todo acto delictivo contara con su apoyo y para ello utilizara todo el poder mediático local e imperial disponible.
Esta burguesía apátrida y depredadora del erario publico como fuente de sustento de clase dominante desde la colonia, jamas se imagino que un campesino de Sabaneta de Barínas tomaría las banderas de Bolívar y Zamora para revertir esa nefasta relación, por demás injusta (lógica capitalista) de distribuir la riqueza del país exclusivamente entre los ricos; según ellos, seria un desperdicio de mal gusto distribuirla entre los pobres, marginales desdentados y harapientos de la patria; para estos la iglesia debe encargarse del reparto de la caridad recolectada en la misa dominguera y el resto lo asumirá la mano invisible del mercado.
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