La muerte da la vuelta al mundo.. y un niño le da la espalda al mundo

 

"No me gusta en el viaje
hallar, en los rincones, la tristeza,
los ojos sin amor o la boca con hambre."

(fragmentos del poema "El barco", Pablo Neruda)

 

Está insoportablemente quieto..de espaldas al cielo y como si hubiera dejado que el peso de su cuerpo, de su vida y ahora nos vamos percatando entre el estupor y la sorpresa que también el peso de su muerte se deja sentir sobre el mundo... Quien haya dormido a un niño podrá recordar que hay un momento en el umbral de su sueño justo al hacerse profundo, en el cual se dan vuelta y le dan espalda al mundo que suele ser su madre, su padre o aquel quien sustituye a uno de ellos o ambos, para velar su sueño. Sin embargo, esta muerte y fotografía que nos atenaza la garganta y al hacerse viral en las redes, se convierte en insulto, pero también se erige de un modo que nos retrata un arte poshumano: Esa foto es una naturaleza muerta. Quizás quedaría mejor llamarla "vida detenida", "vida quebrantada" o "vida aún". Pero la etiqueta poco importa. Se trata de que ha emergido en las redes como una denuncia hecha arte. Habrá que ver con calma cuánto de esto nos reconcilia con lo humano o nos muestra que la humanidad ya no está de moda. Ahora, no es la hora.

La muerte se erige como la circunstancia definitiva en la que abrazada a un niño, se apresta una vez más a darle la vuelta al mundo sobre la espalda de un inocente. No es casualidad y si lo es, casi es de agradecerlo, que a ese niño no le pudimos ver el rostro. Es de agradecer, porque la muerte y la verguenza conjugada en un mismo rostro inocente sería una muerte simbólica desmesurada para quien su único error es estar del lado equivocado del mundo. Porque es así que se nos erige esta situación construida por el poder de pocos y que avasalla la dignidad de todos. El lado equivocado del mundo se nos plantea como una tarea titánica porque supone que la equivocación ya no es el resultado de una acción sino del "error" que supone estar en el lado de los pobres, los desposeídos, los excluidos.

El lado "equivocado" del mundo es porque el lado "correcto" es capaz de avasallar, ya lo sabemos, hasta la muerte. Quien se atreva a preguntar si el orden del mundo no debe ser revisado o decide franquear la frontera que se ha impuesto para que los enfermos, discapacitados, los pobres..en suma, los distintos, no lleguen hacer morada en el mismo lugar donde se vive con holgura, pone en juego su vida y la de los suyos. El lado "correcto" hace rato que no pregunta por el concepto de prójimo para hacerlo universalizar, sino que pregunta por quién es el prójimo para sacarle provecho a la ventaja que da el estar del lado correcto del mundo. Sin embargo, hay un problema y ese problema se va haciendo cada vez más urgente.

Es verdad que quienes llegan de otras tierras y cruzando mares...en suma, esos que vienen a transgredir fronteras, son la fuente más evidente del conflicto, la diferencia y dan miedo. Acaso el miedo no es por lo que ellos puedan hacer, sino acaso porque nos recuerda lo que hemos sido. Allí quizás radica una de las derrotas más terribles de la civilización occidental. Está construida sobre la devastación y el saqueo de los otros en nombre de universales que eran abandonados una vez que se hacían a la mar. Estafaron a la humanidad vendiendo universales para luego sustentar arbitrariedades. Poco se dice que todas las muertes que ocurren en el mar mediterráneo, son efectos colaterales de la violación de las formas culturales y políticas que los pueblos van construyendo a su imagen y semejanza. Esa violación en nombre de un universal que nunca logró superar las fronteras de los países ricos, parece encontrarse ahora viviendo una profunda contradicción que no parece augurar el fin de la historia. Más bien, parece que se comienza a insinuar una nueva forma de hacer historia porque se trata de la historia del fin. Veamos la paradoja.

La diferencia está instalada al interior de los grandes países y el choque de civilizaciones anunciado por Huntington no sólo ocurre en la geopolítica de los países sino que ocurre en el barrio, en la calle donde todos viven, o al menos eso creen, las mieles de vivir en una sociedad con holgura. Se dice poco y acaso con eso creemos que no ocurre, pero la pobreza crece, la holgura desaparece y los sueños por pequeños que sean, se desvanecen. La globalización de los mercados ha traído aparejada la globalización de la pobreza. Los excluidos están cada vez más cerca..aún cuando sólo hagan su aparición por las redes virtuales, para hacer evidente que la exclusión está cada vez más cerca. La terrible paradoja es que aquellos a quienes la universalidad no les alcanza, se están devolviendo a reclamar el universal en las latitudes que las inventó y en nombre de ese universal, dominaron al mundo.

Hace tiempo callar la verdad no implicaba la mentira. Ahora, parece que no decir la verdad para ser desmentido por la realidad, es una afrenta que cobra víctimas individuales pero paulatinamente va haciendo crujir la plataforma sobre la cual descansa un orden que se acerca a su fin. O, al menos, a una mutación que creará muchos nuevos pobres y seguramente menos ricos. Sólo los idiotas que dicen defender el capitalismo sin saber qué es, se atreven a declararlo a voz en cuello, cuando son muchos los ojos que no los miran con admiración sino con desprecio.

El niño que motiva esta nota, no es el único niño que muere camino a la libertad prometida..tampoco será el último. Pero su presencia lacerante en todos, va dejando acaso en evidencia que ya no podemos darle la espalda al mundo, porque parece que lejos de encontrar quien vele nuestros sueños se agolpan quienes quieren asestar el golpe definitivo a una humanidad que mutilada, aún levanta su muñon para cantar a la esperanza..acaso como lo hizo para siempre en estos días hace ya más de cuarenta años, Victor Jara.

A Tiempo: El juicio a Leopoldo López ha dejado en evidencia la afrenta continua de los sectores que apoyan a López en apoyar la legalidad sólo cuando concuerda con sus intereses. Resulta difícil reconocer en esa actitud de soberbia de López, el más mínimo atisbo de vocación política. Los dientes del totalitarismo terrorista que ellos encarnan, se asoman al primer descuido... Y uno no puede dejar de recordar el estoicismo de Chávez cuando un golpe de estado fue nombrado "vacío de poder" por el tribunal supremo de la República.



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Alejandro Elías Ochoa Arias


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