La masacre en la región bananera en el Magdalena, Colombia

Hurgando un poco la historia nos encontramos con dos tipos de ellas la que escriben los escritores asalariados de la burguesía que apelan a documentos sin certificación histórica para exponer sus “verdades”; o el historiador científico que va a las raíces de los hechos y los narra con todo el apego a la verdad. En nuestro país existen cualquier cantidad de hechos plagados de tergiversaciones. Pero vayamos al vecino país donde Las masacres y las desapariciones no es  nada nuevo; para ello narraremos algunos de los entretelones de la masacre en la región bananera; en el Magdalena Colombia.

 El 13 de noviembre de 1929 el gobierno ultra conservador  de Miguel Abadia Mendez (1926 – 1930) decidió enfrentar un conflicto huelgario de los trabajadores de la empresa gringa United Fruit Company, que venía en forma rapaz y con anuencia del gobierno desconociendo las leyes colombianas que en materia laboral regían. La figura de los tercerizados tan en boga  en momentos que SIDOR estaba privatizada, donde la empresa para evitarse el pago de derechos legales contrataba a sus obreros a través de terceros, empresas que eran creadas para estos fines y a quienes no se le obligaban a pagar estos derechos. Esto sucedía con esta empresa gringa United Fruit Company. De esta forma esta empresa muy campante evadía el pago semanal, el seguro, vivienda, los obligaban hasta trabajar los domingos y otros beneficios contemplados en la legislación vigente. Pero lo mas cumbre de todo esto era que la empresa de marras no pagaban a sus trabajadores con dinero efectivo, sino  a través de vales que pusieron en práctica para adquirir sus alimentos o víveres en los Comisariatos de su propiedad. Otra practica puesta que se llevo a cabo en nuestro país antes y después de ser nacionalizada la industria petrolera y la Orinoco Iron y la Iron Mines que luego  tomo el nombre de CVG Ferrominera del Orinoco, claro con otras connotaciones, es el Comisariato. En las bananeras se  pagaban y se daban el vuelto. Un negocio redondo. Esto produjo para la empresa bananera ingresos multimillonarios y la miseria que cada día era más notoria en los trabajadores colombianos; con el visto bueno del gobierno que nada hacía por velar por los intereses de estos trabajadores explotados. En medio de estos signos de explotación, de marginalidad, de miseria; comienzan estos sectores  a dejarse influenciar por el sentimiento revolucionario que despertaba la revolución rusa.

En octubre de 1924 en Barrancabermeja se había promovido la huelga contra  la Tropical Oil Company. Dos años más tarde, enero de 1927, revienta otro movimiento contra el mismo consorcio petrolero gringo. En 1926 los movimientos revolucionarios  conformaron el Partido Socialista  Revolucionario (PSR), que comenzó a dejarse sentir en los sectores de los trabajadores. De ahí que la explotación que era objeto el trabajador bananero, el sentimiento antiimperialista que despertaba los desafueros de esta empresa foránea, las condiciones difíciles de estos trabajadores las convirtieron en móvil perfecto para llevar a cabo una lucha en su contra. Connotados dirigentes de la izquierda, cuajados en la lucha y con experiencia llegan a Barranquilla con la finalidad de crear un Comité de Solidaridad, tendiente a respaldar la lucha de los trabajadores bananeros.

Al decretarse la huelga envían al Magdalena dirigentes entre ellos a Alberto Castrillon, que se había formado en la  Union Sovietica, con el objetivo de darle fuerza  al movimiento huelgario; que redacta un documento  compuesto de nueve puntos donde se le exige a la United Fruit, el respeto a los derechos de los obreros, que además ya estaban consagrados en la legislación laboral, que era letra muerte para el gobierno. Entre ellas tenemos:

1.    Pago de seguro colectivo obligatorio

2.    Pago de seguro contra accidentes

3.    Derecho al descanso dominical

4.    Aumento en un 50% en todos los jornales

5.    Supresión de los comisariatos

6.    Pagos semanales y no por quincenas

7.    Abolición de los vales para las tiendas

8.    Supresión de los contratos individuales para establecer los contratos colectivos

9.    Creación de un hospital por cada 400 obreros que tuviese la Compañía

Como era de esperarse el consorcio frutero echo para atrás el pliego de peticiones; ignorando el poder del movimiento de trabajador. A sabiendas que contaban con la complicidad del gobierno fácilmente podrían  sacudirse de ellas; de ahí que fueron renuentes al dialogo. Al cerrarse todas las puertas la única arma que disponían era ir a la huelga, que fue decretada el 12 de noviembre de 1928 y en la cual participaron 30.000 trabajadores. Era una lucha entre explotados y explotadores. Donde la multinacional no cumple con una sola  de las leyes de Colombia en relación con los tratos y contratos con los trabajadores; mientras que los trabajadores acatan con todas las leyes que rigen al país; ante esta situación no les queda más camino que apelar a un mecanismo que además esta contemplado en la legislación colombiana como es la huelga. Así que ese día 12 de noviembre desde las 6 de la mañana queda decretada.

El gobierno del ultraderechista Miguel Abadia Mendez, en lugar de salir en defensa de los trabajadores, no lo pensó dos veces en salir a reprimirlos; nombrando para esta innoble tarea al General Carlos Cortes Vargas. Ese mismo día llegaron a la zona del conflicto los contingentes militares entran a trabajar a la empresa, supliendo la falta de los trabajadores. Ante esta manifestación de apoyo a ultranza del gobierno hacia la empresa gringa, la huelga adquiere otras tonalidades y no solo eso empieza las detenciones arbitrarias de sus líderes.

El día trece de noviembre se presento en la ciudad de Cienaga el General Carlos Cortes Vargas apertrechado de trenes blindados, ametralladoras, bayonetas, rifles y de una fuerza militar que daba señales  que iban a combatir a un enemigo descomunal. Llegar al sitio y entrar en provocaciones fue de inmediato; se detenía a los trabajadores, se les maltrataba, se les torturaba, se les vejaba. Mientras tanto el gobierno condenaba el movimiento declarándolo ilegal, además le suspendía las garantías constitucionales (dia cinco). La empresa bananera ubico en sus instalaciones a las guarniciones, brindándoles todo tipo de logística desde aguardiente, caballos comida, etc. Los militares tuvieron el tupe de darle a los empleados bananeros uniformes y armas y los pusieron a dirigir a las tropas regulares. Crearon el cuerpo de paramilitares tan en boga hoy en dia. Pese a toda esta andanada de irregularidades y atropellos los trabajadores mantuvieron una conducta moderada. Ante esta disyuntiva el consorcio  frutero hace llamadas al dialogo y permiten el pago semanal (pliego 6) y prometió  la supresión  de los vales para las tiendas (punto 7) . Negando las demás. Al ser rechazadas  las demás reivindicaciones, los dirigentes se mostraron intransigentes y firmes en continuar el movimiento huelgario.

Ante esa dificultad los militares en lugar de ser garantes del orden público, en mantener la paz y la concordia, se convierten en instigadores del desorden, el caos y la anarquía y en franco y abierto apoyo a la United Fruit. Esto llena de consternación a los trabajadores que en oportunidades actúan con violencia contra la bananera y hasta con las mismas tropas. Ante esto el General Cortes Vargas arrecia las medidas y autoriza al ejercito a disparar si era necesario y emite un decreto donde tilda de malhechores y revoltosos a los trabajadores bananeros.

Ese dia (5) como lo hemos señalado en el municipio  de Cienaga las autoridades militares, ya concentradas allí, llaman a los trabajadores para que escucharan los tres decretos que el gobierno y Cortes Vargas había promulgado. Instalan altoparlantes; montaron ametralladoras en sitios estratégicos con dirección a la multitud; al terminar de leer los citados decretos los trabajadores mostraron su inconformidad. El general Cortes Vargas borracho, había estado libando licor desde tempranas horas dio la orden de disparar  a sus soldados contra 4.000 trabajadores que estaban allí. Era la una y veinte minutos de la mañana de aquel aciago dia (6)

De inmediato las ametralladoras comienzan a sonar, los trabajadores caían al suelo envueltos  en un baño de sangre. Los primeros a quienes se les dispara son los que están mas cerca de la tarima y los que están en las partes mas retiradas, para evitar que se fueran La orden era no dejar a nadie vivo. Había un intervalo de un minuto y venia otra descarga contra aquella inerme multitud. Montones de cadáveres por todos lados; mujeres, niños, ancianos fueron a una reunión a rendir sus vidas en manos de unos criminales borrachos. Mas tarde esa misma tropa que asistia a esta orgia de sangre salió a las calles a saquear, a violar, a masacrar, etc Aquella soldadesca ebria entraba a los hogares, a los almacenes, tiendas a llevarse todo lo que conseguían por delante. Todos aquellos crímenes se repitieron en toda la zona bananera: Aracataca (el pueblo del ilustre premio novel de la literaruta Gabriel Garcia Marquez) Rio Frio, Sevilla. Los militares amparados en el Art. 4 del decreto se dedicaron  a matar a mansalva, a torturar, nadie se salvaba allí. En la historia de ese país nunca  se ha visto algo similar. Para completar todo ese cuadro infernal; vinieron luego los famosos Consejos de Guerra que no era otra cosa que castigar a quienes por alguna razón hubiesen tenido alguna vinculación con estos hechos a cumplir condenas  de hasta 25 años de presidio. Para el dia o9 el gobierno en nombre del ministro de  guerra Ignacio Rengifo felicitaba al General Cortes diciéndole “Congratulome y felicitole por su actividad  y energía”. Fueron 1500 personas que fueron sacrificadas.

Pese a todos estos horripilantes actos el gobierno  considero como patriótica estos actos contra natura. Todo era permitido con tal se luchara contra ese fantasma que ellos llamaban “comunismo” y por  haberse osado en enfrentar a una empresa gringa. Otra de las comunicaciones copada de sandeces y alabanzas fue la enviada por Abadia Mendez al criminal Cortes Vargas el 29 de marzo de 1929; donde le dice …El gobierno reitera a usted sus felicitaciones, lo mismo que a sus oficiales y tropas, por la manera valerosa, digna y atinada como supieron cumplir con el deber”

Dos eminentes colombianos, cada uno desde su trinchera de lucha formaron parte en la denuncia  de esta horrible matanza: Jorge Eliecer Gaitan y Gabriel Garcia Marquez: Gaitan a medianos de 1929 viaja al Magdalena; allí recaba toda la información de la masacre de los trabajadores; esto conmueven al pueblo colombiano y lo lleva al Congreso con ese extraordinario verbo que lo hace estremecer; dentro de lo que alcanzo además del rechazo de la ciudadanía de aquellos hechos fue la libertad de los lideres del movimiento. Garcia Marquez en su libro “Cien Años de Soledad” relata algunos entretelones de la huelga bananera; el hecho que fuese oriundo de Aracataca (Magdalena) estaba familiarizado con aquellos hechos.

El General Vargas para salir  de esos pantanosos acontecimientos y tal como en estos casos actúa la burguesía cuando algunos de sus congéneres lo salpica algún hecho que no puede salir bien librado, publico un libro lleno de falsedades donde llega a decir que los muertos habían sido nueve

Para finalizar esta huelga convertida en matanza le quito la careta a una oligarquía que siempre en sus momentos estelares no lo ha pensado dos veces para ponerse al lado de los intereses imperialistas contra los trabajadores. En nada ha cambiado de esa fecha hasta los momentos; en que puede diferenciarse un Abadia Mendez de un Alvaro Uribe Vélez



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Luís Roa

Licenciado en Administración de Empresas (ULA). Luchador social. Jubilado de CVG Alcasa

 Luisroa519@gmail.com

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