(…) “Porque entonces empiezan los escribidores (sic) de la derecha diciendo que la única forma en que haya buenas relaciones es que liberen al monstruo de Ramo Verde, yo digo, la única forma en que yo usara las facultades presidenciales que tengo para liberarlo es pa` montarlo en un avión que vaya a los Estados Unidos, lo deje allá y me entreguen a Oscar López Rivera, pelo a pelo, pues, es la única forma” (…)
Nicolás Maduro (Ver: https://www.youtube.com/watch?v=29DX0ehvqyc)
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Por la boca muere el pez. Y al parecer la jugada maestra que ha hecho el presidente saliente de los Estados Unidos, Barack Obama, con el indulto a Oscar López Rivera, que Nicolás Maduro pretende hacerlo ver como un “triunfo”, se puede convertir en un peor derrota ante el plano nacional e internacional, porque lo dejaría como charlatán, hablador compulsivo, y mentiroso de cuanta palabra salga en cada una de sus declaraciones.
En efecto, bastaría ver el corto video indicado, para comprobar el momento en que Nicolás Maduro dijo ante el país y el mundo que sí Estados Unidos otorgaba la libertad a Oscar López Rivera, este procedería en el marco de sus “facultades constitucionales”, a soltar al “monstruo de Ramo Verde” (en clara alusión a Leopoldo López); y salvo que ahora el “monstruo” sea el general Baduel, a quien, por cierto le quitaron hace pocos días su beneficio de arresto domiciliario, para llevarlo, casualmente, al mismo centro de reclusión en donde Leopoldo López purga su condena, es evidente que para el momento en que manifestó tales palabras, el único referente que existía sobre esas declaraciones presidenciales, aunque no mencionara su nombre, estaban dirigidas al líder de Voluntad Popular.
En lo personal, puede ser que no comparta algunas o quizás ninguna de las acciones del grupo político que coordina Leopoldo López, pero es evidente que los delitos que le fueron imputados, además de que el propio fiscal que llevó la causa, alegó alteraciones jurídicas en su proceso, posterior a su condena, los mismos no reflejan causas por homicidios, razón por la cual, las palabras de Maduro, sí evidentemente se comportara como un estadista, adquieren una relevancia determinante, que para bien o para mal, o lo colocan con la seriedad de un Jefe de Estado, cuando menos en los términos de relaciones internacionales y reciprocidad política, o como la mayoría de sus discursos, lo dejan como un simple mequetrefe de la palabra.
Ante un hecho de esta naturaleza, incluso los venezolanos y el resto de los países, podríamos comprobar sí Maduro emerge con sindéresis, o por el contrario, sus apariciones públicas no tendrían equipolencia alguna con la racionalidad, y en consecuencia, sus actos, no sólo el relacionado, entre una analogía sobre la cual vinculaba a Oscar López Rivera y Leopoldo López, sino cualquier otra, pasarían a convertirse en otra bazofia comunicativa.
El país atraviesa una profunda crisis moral, política, económica, social e institucional. Parte de esa crisis se mueve tanto en intensión como en intención por las declaraciones de los actores que conforman la cúpula oficialista o de la oposición, porque son ellas las que generan mayor violencia política, o permiten encontrar soluciones a los problemas que vivimos como sociedad. Lamentablemente, las palabras van acompañadas por hechos. Si la teoría política va respaldada de una praxis convincente, quien emite tales acciones se consolida en relación con su credibilidad y, por supuesto, genera evidentes signos de confianza en sus receptores; pero si las palabras no son expresadas con hechos que demuestren que lo dicho tenía un auténtico sentido por encontrar caminos para llegar al final de éste con feliz término, sino construyendo una infinita vía empedrada y llena de obstáculos, pues, difícilmente, se podrán lograr consensos mínimos para salir de la hecatombe.
Decía García Bacca (2002) que un dictador merece respeto, interpretamos ello por su condición de conducir férreamente a un país, pero dejaba claro, que ese dictador nunca debería recibir “veneración o reverencia” (p. 76), y cuando establecía las comparaciones entre los poderes del Estado y los espacios espirituales, culminaba con una máxima demoledora al afirmar que aquella Roma de máximo imperio era una gran prostituta (ob. cit). En otras palabras, aunque quien prolifere un eje discursivo no tenga ninguna tendencia cristiana o espiritual, todo mensaje tiene que tener implícito un sentido del alma, un comunicado metafísico, so pena de convertirse en un vacuo recado.
El gesto de Barack Obama en liberar a Oscar López Rivera, no es un triunfo de Maduro, es una condicionalidad que rige los preceptos constitucionales de los Estados Unidos. Sí Maduro quisiera aparecer como un triunfador, cuando menos, en relación con uno de sus actos, debería cumplir sus declaraciones sobre Leopoldo López ¿Cumplirá su palabra? A propósito de ser ciego. Quien tenga ojos que vea.
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Referencias
García, J. (2002) Ensayos y estudios de Juan David García Bacca. Compilación y selección por Cristina García Palacios y José Rafael Revenga. Fundación para la cultura urbana. Caracas - Melvin