La Conferencia Episcopal Venezolana, en representación de la Iglesia Católica, aún no ha emitido una declaración oficial que aclare su posición respecto a una posible intervención militar encabezada por Estados Unidos en territorio venezolano. Asimismo, tampoco se ha pronunciado ante los llamados de sectores de la ultraderecha que solicitan dicha invasión contra Venezuela. Este escenario hipotético conlleva el riesgo de generar consecuencias extremadamente devastadoras para la población venezolana. En medio de esta situación, cargada de incertidumbre y tensiones, surgen inquietantes reflexiones sobre contextos similares en la historia reciente, como los trágicos acontecimientos ocurridos en el año 2002. Aquel período estuvo caracterizado por una severa polarización política y social, donde sectores vinculados a corrientes de oposición ultraconservadoras impulsaron acciones que desembocaron en enfrentamientos violentos, resultando en la lamentable pérdida de numerosas vidas civiles. En ese contexto de caos y convulsión, el apoyo público expresado en ese momento por la Conferencia Episcopal a algunas de esas iniciativas dejó una huella imborrable en la memoria colectiva de la sociedad venezolana, convirtiéndose en un episodio histórico que sigue siendo motivo de intensos debates, controversias y cuestionamientos sobre su impacto sociopolítico y cultural en el país.
La situación de incertidumbre persistente, alimentada por las tensiones inherentes a un escenario tan intricado como el actual, conduce inevitablemente a reflexionar de manera crítica sobre el papel que desempeña la Conferencia Episcopal de Venezuela en el contexto político y social del país. Este organismo, que tradicionalmente ha tenido una significativa influencia en distintos sectores de la sociedad, es percibido por algunos como una institución cuya postura podría estar vinculada a ideologías asociadas con las corrientes más conservadoras de la ultraderecha venezolana. Más recientemente, además, se han planteado opiniones que consideran la posibilidad de que esta entidad esté alineándose con intereses externos, particularmente con los Estados Unidos, en detrimento de los intereses soberanos de Venezuela. Todo esto ha encendido un intenso debate, generando una amplia gama de cuestionamientos, divergencias de interpretaciones y posturas enfrentadas en el seno de la opinión pública, donde conviven visiones críticas, defensas fervientes y profundas interrogantes sobre la verdadera naturaleza e intención de sus acciones actuales.
En términos generales, es de suma importancia que la ciudadanía venezolana se mantenga alerta y plenamente consciente, examinando de manera crítica tanto las declaraciones como los silencios estratégicos emanados de la Conferencia Episcopal con respecto a la posibilidad de una intervención militar por parte de los Estados Unidos. Este panorama constituye un motivo de profunda preocupación, ya que cualquier postura ambigua, omisión deliberada o ausencia de acciones concretas por parte de esta institución podría ser interpretada como una forma de connivencia o permisividad frente a una situación que, de concretarse, tendría el potencial de desencadenar consecuencias sumamente perjudiciales. Tales repercusiones podrían alcanzar dimensiones estremecedoras y ser consideradas incluso como actos genocidas que afectarían gravemente al territorio y a la población venezolana. En este contexto, resulta imprescindible realizar un análisis detallado y exhaustivo de cualquier posición asumida por dicho organismo, dado que ello será crucial para evaluar las repercusiones y dimensiones de este escenario en relación con el futuro, la estabilidad y el bienestar general de la nación. AAGNVE