El Bogotazo y sus efectos

El Bogotazo: Del asesinato de Gaitán a la violencia armada

Hace 60 años, cuando la violencia política dominaba toda la vida colombiana, y se hablaba con frecuencia de un magnicidio contra el líder indiscutible de ese pueblo, Jorge Eliécer Gaitán dijo: "Ninguna mano del pueblo se levantará contra mí y la oligarquía no me mata, porque sabe que si lo hace el país se vuelca y las aguas demorarán cincuenta años en regresar a su nivel normal". Se equivocó dos veces.
Primero, porque se atrevieron y lo asesinaron, y segundo, porque esas aguas han demorado, no 50 sino 60 años sin regresar a su cauce

COLOMBIA EL ASESINATO DEL LÍDER LIBERAL EL 9 DE ABRIL DE 1948 DESATÓ LAS PROTESTAS DE LA "CHUSMA"

El Bogotazo: Del asesinato de Gaitán a la violencia armada :

En la agenda de Jorge Eliécer Gaitán están anotados el 7 de abril –un día como mañana– de 1948, Rómulo Betancourt, quien presidía la delegación venezolana a la IX Conferencia Panamericana, y Fidel Castro, uno de los organizadores del congreso de estudiantes que se reuniría en Bogotá, paralelo a esa Conferencia. No encontré datos de la conversación con Betancourt. El Dr. Ramón J. Velásquez, que integró la delegación venezolana, me contó hace apenas tres días que esa cita fue diferida y nunca pudo realizarse. En la edición del 8, La Jornada, diario pro Gaitán, elogiaba el discurso de Betancourt en la Conferencia fundadora de la OEA.

"Nos prometió ayudarnos y cerrar con un gran acto de masas, lo que demuestra que incuestionablemente estaba de acuerdo con los puntos de vista que defendíamos nosotros y que estaba en oposición a toda aquella comedia que se organizaba con la reunión de la OEA", le contó Fidel Castro a Arturo Alape.

Al día siguiente, Gaitán terminó su brillante defensa del teniente Garcés, acusado de un crimen. El juicio se transmitía por radio, atraía la atención de todo el país, se escuchaba hasta en los cuarteles; la última sesión se prolongó hasta la madrugada del viernes 9. No obstante ello, esa mañana estuvo en su bufete del edificio Agustín Nieto, en la avenida Jiménez de Quesada, en el corazón de Bogotá. Le acompañaban Plinio Mendoza Neira, Alejandro Vallejo, Jorge Padilla y otros amigos, todos liberales. El grupo salió a almorzar, tomaron el ascensor y a la calle llegaron a la 1:05 pm. Suenan disparos. "Estaba demudado, los ojos semiabiertos, un rictus amargo en los labios y los cabellos en desorden, mientras un hilillo de sangre corría bajo su cabeza" (Mendoza Neira).

El autor de los disparos fue identificado como Juan Roa Sierra.

Apenas la gente se da cuenta de lo sucedido, lo persigue, se refugia en una droguería; unos limpiabotas rompieron la puerta y lo golpearon con sus cajones; la gente se lanza contra el asesino, y en pocos minutos fue linchado y arrastrado por las calles.

Nunca pudo hablar.

El cuerpo de Gaitán fue trasladado a una clínica donde muere poco después. La noticia comienza a extenderse, primero en Bogotá, después a otras ciudades. El pueblo, "la chusma", como le decían, comienza a reaccionar agresivamente. Desde hacía meses se había agudizado la represión violenta contra los liberales, los llamados chulavistas les perseguían hasta sus casas en el campo, los mataban.

Enseguida, empiezan saqueos en comercios. Varios edificios, entre ellos el del diario conservador El Siglo, fueron incendiados.

Algunas emisoras, como Últimas Noticias, fueron tomadas por sectores populares. Esto dijo uno de los primeros en hablar: "Pueblo liberal, por la venganza de Gaitán, a la carga. ¡Carajo! Yo me tomé esta vaina, y soy el que voy a transmitir y el que tenga algo para perifonear que me lo traiga por escrito". Toda esa tarde y después no cesó esa emisora.

Por allí se anunció la creación de una Junta Revolucionaria de Gobierno, que integraron Darío Echandía, Gerardo Molina, Adán Arriaga, Jorge Zalamea. Pedían la renuncia del presidente Mariano Ospina Pérez, y daban instrucciones a los liberales y sindicatos del interior para que tomaran el poder.

Mientas tanto, Bogotá ardía y centenares de personas armadas se concentraban en la V División. Fidel Castro anda con un fusil y 14 balas que le da un oficial: "A partir de ese momentos estoy armado con un fusil, pero no hay ninguna organización".

Naturalmente, la conferencia panamericana fue interrumpida y el congreso estudiantil no pudo instalarse (el presidente Rómulo Gallegos había recibido al bachiller Fidel Castro en La Guzmania a su paso a Bogotá, y le dio apoyo al Congreso; varios universitarios, como Pedro Segnini, asistieron). "Bogotá quedó en poder de los elementos que andaban en la calle, no había protección. El Gobierno quería desviar el movimiento de calle hacia el pillaje, aquellas energías que al comienzo estaban contra el gobierno, darles un cauce distinto" (Gerardo Molina).

A Gloria Gaitán, la hija del líder asesinado, la fueron a buscar al Colegio Santa Clara. La habían cambiado un día antes del colegio Mary Mant "porque una niña Samper me dijo que ojalá mataran a mi papá". "La madre María Virgilia me cogió de la mano para llevarme al carro, entonces todas las nueces que llevaba se me cayeron. Mi recuerdo dramático más vívido del 9 de abril son las nueces rodando por las escaleras" (Gloria Gaitán).

Con los días, ya no pedían la renuncia de Ospina Pérez, y el 14 pudo reanudarse en el Gimnasio Moderno la Conferencia Panamericana. Acusaban a los comunistas y a agentes extranjeros como responsables de todo.

Días después, Colombia rompió relaciones con la Urss. Todo eso se conoce todavía como "el Bogotazo".

Entre tanto, continuaban las negociaciones entre la dirección nacional del partido Conservador y el ala derecha del partido Liberal; el 18 de abril en la madrugada firmaron el Pacto de Tregua.

Posteriormente se creó el Frente Nacional, donde los dos partidos acordaron que durante 20 años se alternarían la Presidencia y se repartirían por mitad el gabinete, las gobernaciones y el Congreso, lo que ocurrió hasta 1968. En 1953 hubo un golpe de estado contra el presidente Laureano Gómez y asumió el poder el general Rojas Pinilla.

Para la época, ya el país estaba enguerrillado.

Los textos entrecomillados corresponden al libro El Bogotazo: memorias del olvido, de Arturo Alape.

25 años en busca de la paz




Esta guerra tan larga ha tenido momentos de paz. O propiamente, de negociaciones de paz. La más importante se desarrolló durante el gobierno de Belisario Betancourt, quien explicó: "Voy a negociar con las guerrillas, pero no por ingenuidad, sino porque ese movimiento ha llegado a límites inaceptables de simpatías. Luego, hay que rebajarla".

Hubo relaciones con las Farc, el ELN, el M19, el Ejército Popular, Autodefensa Obrera (ADO). Después de varios meses de negociaciones, en marzo de 1984 se firma un acuerdo de paz, y el 14 de mayo el estado mayor central de las Farc y los jefes de los 27 frentes ordenan el cese al fuego, y seguidamente lo hace el mayor general Miguel Vega Uribe, como comandante de las Fuerzas Militares con una circular a los mandos militares. Separadamente se suscribieron otros acuerdos. Preguntado Alonso López Michelsen, ex presidente, lo definió como "un riesgo muy grande en el que había que incurrir, diría que era inescapable".

Pese a todos los esfuerzos y a la voluntad expresada por las partes, este proceso fracasó. Las Farc formaron la Unión Patriótica para participar en las elecciones, y algunos de sus candidatos fueron electos, y después postuló a la Presidencia. La respuesta de los ultras de las Fuerzas Armadas y de los paramilitares fue ejecutar atentados que terminaron con la vida de dos candidatos presidenciales, de varios representantes y concejales y de casi 4.000 militantes.

En mayo de 1991, se iniciaron negociaciones en Caracas. Para entonces, existía la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar (Cgsb), que fue una de las partes negociadoras; la otra era el Gobierno colombiano. El presidente en Colombia era César Gaviria.

Para la época crecía el paramilitarismo, y golpeó las bases campesinas de apoyo, real o supuesto, a las guerrillas. Hubo una ofensiva de la Cgsb y el endurecimiento de la guerra hizo que las negociaciones se suspendieran en noviembre.

Se reanudaron en Tlaxcala en marzo de 1992, con intervenciones del ministro Horacio Serpa, quien presentó un plan de 13 puntos, y de Alonso Cano, por la Cgsb, pero en abril se suspendieron. Tampoco habían podido avanzar. Hubo un largo período sin contactos entre las partes en guerra.

Las guerrillas habían crecido mucho y controlaban buena parte del territorio colombiano. Hasta un 50%, se afirmaba en medios de ese país.

El recién electo presidente Andrés Pastrana sorprendió con los anuncios de las negociaciones directamente con el estado mayor de las Farc; y al efecto acordaron destinar un área de 40 mil km² en San Vicente del Caguán. Numerosas personalidades asistieron a la apertura, y posteriormente hubo una amplia cobertura mediática, pues las Farc controlaban esa zona e instalaron un gobierno en el área delimitada, casi igual a la del territorio del estado Anzoátegui. El largo proceso de negociaciones se inició sin agenda y, finalmente, después de varios meses, fue suspendido sin acuerdo alguno. La guerra nunca fue suspendida.

Después de los primeros contactos por la paz, hace 25 años, las últimas propuestas se han hecho en torno a un "canje humanitario", que permitiría la liberación de rehenes en manos de las Farc y de guerrilleros presos. Si el canje avanzara, se podría pasar a una negociación de paz. Nunca como ahora las guerrillas colombianas, y en particular las Farc, habían estado tan desasistidas del apoyo popular, que 25 años atrás obligó al Gobierno a negociar –tal eran las simpatías en la calle–. Todo parece indicar que su política de secuestros ha sido uno de sus principales errores, magnificados con las cartas e imágenes de rehenes en su poder, conocidos hace poco. Igualmente, le han afectado ante los colombianos las denuncias de sus nexos con el narcotráfico.

Militarmente, se enfrentan a unas fuerzas armadas con poderoso apoyo de Estados Unidos a través del Plan Colombia, y con las más sofisticadas tecnologías que llevaron a las guerrillas a dispersar sus frentes para no ser blancos fáciles de bombardeos y ataques misilísticos. Los acontecimientos posteriores son demasiados recientes, y aunque escapan a la historia contemporánea iniciada un 9 de abril, hace 60 años, están indisolublemente ligados y son parte de ese proceso diabólico comenzado en 1948.


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Eleazar Diaz Rangel

Periodista egresado de la UCV. Ganador del Premio Nacional de Periodismo y menciones en diversas especialidades. Es Director del diario Últimas Noticias desde el año 2001. Profesor titular jubilado de la universidad central de Venezuela, cuya escuela de comunicación social dirigió (1983-86). Presidente de VTV 1994-1996. Presidente de la asociación venezolana de periodistas.

 edrangel@grupo-un.com

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