La intentona golpista destinada a dividir Bolivia y sus métodos fascistas, que incluye el asesinato de 30 campesinos en Pando, despertaron un repudio mundial. Y el inicio de una gran movilización obrera, popular y campesina en Bolivia para aplastar a los golpistas. Las últimas informaciones indican que fue encarcelado el prefecto genocida de Pando y que, al mismo tiempo, se inició una negociación entre el gobierno de Evo Morales y los prefectos de derecha. ¿Se solucionó la crisis?
Durante cinco días bandas fascistas, con total impunidad, se adueñaron de gran parte de la ciudad de Santa Cruz, Cobija (en Pando), Sucre, Tarija, y el Departamento de Beni. Tomaron los edificios públicos nacionales, locales de organizaciones populares, radios comunitarias, saqueando e incendiando. Quisieron tomar el barrio popular Plan 3000 de Santa Cruz (250.000 habitantes), aunque de ahí los vecinos los corrieron a palazos.
En Pando (extremo norte amazónico, fronterizo con Perú y Brasil) fue el hecho más terrible. Paramilitares de la prefectura atacaron a balazos a una manifestación, asesinando a 30 campesinos, dejando centenares de heridos y desaparecidos.
El gobierno de Evo Morales expulsó al embajador yanqui, Phillip Goldberg, una medida reclamada desde hace meses por el movimiento popular. Pero no tomó ninguna otra medida contra los golpistas de Santa Cruz, Beni, Sucre y Tarija. Tampoco hubo una convocatoria a la movilización de masas.
Sólo un llamado abstracto a “defender la democracia”. Recién el sábado ordenó la intervención militar en Pando y el martes fue capturado el prefecto genocida Leopoldo Fernández.
La movilización está enfrentando a los golpistas. Este lunes 15 una fuerte columna de obreros, campesinos y pobladores de El Alto bajó a La Paz, clamando “cárcel a los prefectos fascistas”. En Santa Cruz, los campesinos comenzaron un bloqueo de las rutas a la capital golpista y enfrentaron exitosamente a los fascistas de la Unión Juvenil Cruceñista que quisieron desalojarlos.
La negociación no termina con el golpismo
Evo mandó encarcelar a Leopoldo Fernández, el genocida de Pando. Pero al mismo tiempo abrió negociaciones con los prefectos golpistas, representados por Mario Cossio (prefecto de Tarija). Negociación apoyada por Lula y otros presidentes latinoamericanos (ver recuadro). No es la primera vez que Evo Morales negocia con estos personajes. Y siempre tuvo el mismo resultado. Se agrandó para exigir mucho más y fortalecer sus planes golpistas.
Esta negociación responde a la idea de que se puede conciliar con los capitalistas y terratenientes. Que incluso es posible redistribuir la riqueza y mejorar la situación del pueblo acordando con capitalistas, terratenientes y multinacionales.
El presidente Hugo Chávez se destacó por la solidaridad con Bolivia, expulsando al embajador yanqui de Venezuela, hecho que saludamos. Sin embargo comparte con Evo Morales y con el ecuatoriano Rafael Correa, esta idea de pactar con los capitalistas, como lo ha hecho en Venezuela.
A 35 años del golpe contra Allende en Chile, se replantea la misma discusión de entonces. Y la historia demuestra una y otra vez que las medias tintas no van. Que si se mantiene el poder económico de los capitalistas, inevitablemente lleva a una crisis. Porque los capitalistas no aceptan que les afecten sus ganancias y, por una vía o por otra, intentarán someter o derribar a estos gobiernos. El dominio capitalista de la economía les permite todo tipo de maniobras, desde la desestabilización económica, hasta comprar voluntades para dar golpes militares o civiles. Así derribaron a Allende en Chile con el golpe militar y derrotaron en las urnas al sandinismo en Nicaragua.
En el caso de Bolivia, el movimiento obrero, popular y campesino ha señalado con claridad un camino para liquidar socialmente a la derecha. La llamada “Agenda de Octubre”, expulsar a las multinacionales y llevando a cabo la reforma agraria para terminar con el latifundio y entregar tierras a los campesinos. Hace unos meses la CSUTCB, central campesina, la mayor organización de masas del país, reclamó también “nacionalizar las grandes empresas de alimentos”, para enfrentar la inflación. Pero todas estas medidas solo las puede tomar un gobierno sin capitalistas, un gobierno integrado por las organizaciones obreras, populares, campesinas e indígenas.
¿La negociación traerá la pacificación?
Podrán decirnos que negociar es la única forma de pacificar. Pero la experiencia histórica y la realidad boliviana demostraron hasta el hartazgo que no es así. Si se llegó a la sublevación fascista y al genocidio en Pando, fue precisamente por todas las concesiones anteriores que les permitieron fortalecerse.
Ahora están reclamando que les den a ellos el impuesto a los hidrocarburos (ver “Qué quiere la derecha…”), una autonomía amplísima y cambios en la Constitución aprobada en diciembre del 2007. Es decir, que Evo retroceda en varios de los principales reclamos populares. Y, la propia negociación, indica que quedaría impune la masacre que perpetraron. Incluso reclaman la libertad del genocida de Pando.
¿Acaso no sobran motivos para destituir y encarcelar también a los prefectos de Santa Cruz, Tarija, Beni, los líderes “cívicos” y sus bandas fascistas?
Si se los deja impunes, con sus bandas fascistas intactas y encima con más recursos, volverán a intentarlo. Las más importantes organizaciones obreras y campesinas de los Departamentos de la Media Luna han hecho una declaración común reclamando que se juzgue y castigue a todos los prefectos de la Media Luna, a los dirigentes de los Comités Civicos y a sus grupos fascistas. La firman Familiares de las víctimas de la Masacre de Pando, Federación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Pando (FSUTCP)
Federación Departamental de Mujeres Campesinas Bartolina Sisa (FDMC-BS) Pando,
Central de Pueblos Étnicos del Beni (Cpemb), Central Obrera Departamental (COD) de Santa Cruz, Organizaciones vecinales del Plan 3.000, Santa Cruz, Confederación de los Pueblos Indígenas de Bolivia (Cidob), Coordinadora Pueblos Étnicos de Santa Cruz (Cpesc). Plantean además no cambiar ni una coma de la nueva Constitución. En el mismo sentido se pronunciaron los legendarios Ponchos Rojos de Omasuyos.
Por eso es muy justo el reclamo popular de que, en lugar de negociar con ellos, se encarcele a todos los golpistas, que no se les ceda, de que se avance con la revolución agraria y la Agenda de octubre. Hay que mantener el movimiento de solidaridad con el pueblo boliviano, apoyando estos justos reclamos.
Reunión de presidentes sudamericanos en Chile
La reunión de los presidentes sudamericanos en Santiago de Chile, con la presencia de Lula, Cristina Kirchner, Bachelet (Chile), Chávez, Correa (Ecuador), Uribe (Colombia), Lugo (Paraguay), Tabaré Vázquez y el propio Evo Morales, concluyó formalmente con una declaración de apoyo al gobierno constitucional y a la integridad de Bolivia. Sin embargo este “apoyo” es totalmente condicionado.
En primer lugar, los presidentes se negaron a aceptar la propuesta de Chávez de condenar la intromisión yanqui que llevó a Bolivia a expulsar a su embajador (y posteriormente a Venezuela a hacer lo mismo).
Pero además, el apoyo quedó condicionado al “diálogo” que debe abrirse con los prefectos golpistas. Es decir, que en vez de apoyar al gobierno legítimo votado por la inmensa mayoría de los bolivianos para que castigue a los golpistas y genocidas, lo obliga a dialogar con ellos. E incluso nombraron una comisión para “investigar” el genocidio de Pando (¡como si no estuviera clarísimo!)
El rol principal en este aspecto lo cumplió el brasileño Lula. Así lo describe la BBC de Londres: “Y la oposición no ha quedado descontenta a pesar de las expresiones de apoyo a Morales, gracias al desempeño que tuvo en el encuentro el mandatario brasileño”.
“Lula se reunió antes de la cumbre con Morales y sus detractores (¡es decir con los golpistas! n.de r.) … Para él, Unasur debía escuchar las "dos campanas" si se proponía pacificar el país andino”.
Por supuesto que Uribe, Cristina Kirchner y Bachelet secundaron este rol proimperialista y por mantener impune y con poder a la derecha.
No hay que olvidar que esa derecha tiene muchos intereses en común con las clases dominantes de los países vecinos, especialmente Brasil. Petrobrás (que también tiene socios multinacionales), es la principal empresa petrolera que opera en Bolivia. Y los ricos de Santa Cruz y Tarija, hacen negocios con Petrobrás para quedarse con parte de la renta agraria. Además también hay empresarios brasileños con tierras (especialmente dedicadas a la soja) en Santa Cruz, Beni y Pando.
Estos autotitulados “demócratas” fueron incapaces de tomar ninguna medida de ayuda real, no tampoco de convocar a sus pueblos a manifestaciones de solidaridad.
En realidad actuaron guiados sobre todo por el temor de un posible estallido revolucionario del pueblo boliviano.
“Los mandatarios tuvieron la convicción de que Bolivia no puede incendiarse. Brasil iría a un desastre si pierde el 50% del suministro de gas que le vende Bolivia… Y Argentina perdería sus 7 millones de metros cúbicos… Nadie ignora que si una rebelión de derecha saca a Evo Morales del poder, el casi 70% de los ciudadanos… que votaron por él, no se quedarán quietos. Y el incendio amenazará con propagarse a otros países. Las FF.AA. de Bolivia lo saben. Por eso, otro dato del informe de inteligencia que ayer se barajó fue que para los militares de ese país después de Evo ya no hay salida posible” (Clarín, 16/9/8).
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