No denuncio el judaísmo, sino el sionismo

¿Qué es el Sionismo?

Una doctrina política, nacionalista y colonial, tales son las tres características que definen al sionismo tal y como triunfó en el Congreso de Basilea, en agosto de 1897. Desde 1896 sionismo se refiere al movimiento político fundado por Théodore Herzl. Es una doctrina nacionalista que no ha nacido del judaísmo sino del nacionalismo europeo del siglo XIX. Herzl, fundador del sionismo político, no apelaba a la religión: “No obedezco a un impulso religioso. (Herzl, 1958, Diaries).  

Por último, el sionismo es una doctrina colonial. A este respecto Herzl no oculta sus objetivos: como primera etapa, realizar una Compañía a la carta. Por ello se dirige a quien se había revelado como el maestro en este tipo de operaciones: el traficante colonial Cecil Rhodes, que, de su Compañía a la carta, supo hacer una África del Sur, dando a una de las regiones su propio nombre: Rhodesia. Herzl le escribió, el 11 de enero de 1902: “Le ruego que me envíe un texto en el que diga que ha examinado mi plan y que lo prueba. Si se pregunta por qué me dirijo a Vd., Sr. Rhodes, le diré que es porque mi programa es un plan colonial. (Herzl, Tagebuch. Vol. III, p. 105).  

En 1938 Albert Einstein condenó la orientación del sionismo expresando: “Sería más razonable alcanzar un acuerdo con los árabes sobre la base de una vida común pacífica que crear un Estado Judío. La conciencia que tengo de la naturaleza esencial del judaísmo tropieza con la idea de un Estado judío dotado de fronteras, con un ejército, y con un proyecto de poder temporal, por modesto que sea. Temo los perjuicios internos que el judaísmo sufrirá en razón del desarrollo en nuestras filas, de un nacionalismo estrecho. Nosotros no somos ya los judíos de la época de los Macabeos. Volver a ser una nación, en el sentido político del término, equivaldría a apartarse de la espiritualidad de nuestra comunidad que hemos recibido del genio de nuestros Profetas. (Rabbin Moshé Menuhin,The Decadente of judaism in our time, 1969).      

SIONISTAS CONTRA ASIMILACIONISTAS  

Cuando comenzó la guerra contra Hitler, la casi totalidad de las organizaciones judías se pusieron al lado de “los aliados” e incluso algunos de sus más destacados dirigentes, como Weizmann, tomaron posición a favor de los aliados, pero el grupo sionista alemán, que en aquella época era minoritario, adoptó una actitud contraria y de 1933 a 1941 estuvo vinculado a una política de compromiso  e incluso de colaboración con Hitler. Las autoridades nazis al principio, al mismo tiempo que perseguían a los judíos, arrojándoles, por ejemplo, de la función pública, dialogaban con los dirigentes sionistas alemanes y establecían un trato preferencial distinguiéndoles de los judíos [asimilacionistas] a quienes se les perseguía.  

Los dirigentes sionistas dieron pruebas, en la época del fascismo hitleriano y mussoliniano, de un comportamiento que iba del sabotaje de la lucha antifascista a la tentativa de colaboración. De esta coalición existen pruebas evidentes. La Federación Sionista de Alemania dirigía al Partido nazi el 21 de junio de 1933 un memorando en el que expresamente se declaraba:  

“En la fundación del Nuevo Estado, que ha proclamado el principio de la raza, deseamos adaptar nuestra comunidad a las nuevas estructuras nuestro reconocimiento de la nacionalidad judía nos permite establecer relaciones claras y sinceras con el pueblo alemán y sus realidades nacionales y raciales. Precisamente porque nosotros no queremos subestimar estos principios fundamentales, es por lo que también nos pronunciamos contra los matrimonios mixtos y a favor del mantenimiento de la pureza del grupo judío. Los judíos conscientes de su identidad, en el nombre de los cuales hablamos, pueden encontrar sitio en la estructura del Estado alemán, pues están libres del resentimiento que los judíos asimilados deben experimentar; creemos en la posibilidad de relaciones leales entre los judíos conscientes de su comunidad y el Estado alemán. Para alcanzar sus objetivos prácticos, el sionismo espera ser capaz de colaborar incluso con un gobierno fundamentalmente hostil a los judíos. La realización del sionismo no está molesta más que por el resentimiento de los judíos en el exterior, contra la orientación alemana actual. La propaganda para el boicot –actualmente dirigida contra Alemania- es por definición no sionista. (Dawidowicz, Lucy. A Holocaust reader).  

La organización sionista de los judíos alemanes tuvo una existencia legal hasta 1941. (Leibowitz, Israel y Judaísmo).  En compensación por su reconocimiento oficial como únicos representantes de la comunidad judía, los dirigentes sionistas se ofrecieron para romper el boicot que pretendían hacer todos los antifascistas del mundo. Así en 1933 iniciaron la colaboración económica y fueron creadas dos compañías: la Haavara Company en Tel-Aviv y la Paltreu en Berlín. El mecanismo operativo era el siguiente: un judío que deseará emigrar depositaba en el Wasserman Bank de Berlín o en el Warburg Bank de Hamburgo, una cantidad mínima de 1.000 libras esterlinas. Con esta suma los exportadores judíos podían comprar mercancías alemanas con destino a Palestina y pagaban el valor correspondiente en libras palestinas, en la cuenta de la Haavara, en la Banca Anglo-Palestina en Tel-Aviv. Algunos primeros ministros de Israel participaron en la empresa de la Haavara, concretamente Ben Gurion, Moshé Sharret (que entonces su apellido era Shertok), Golda Meir, que la apoyó desde Nueva York y Levi Eshkol, que era su representante en Berlín. (Gurion y Shertok en Black: El acuerdo de la Havaara). 

La operación era ventajosa para ambas partes, los nazis conseguían así romper el bloqueo; los sionistas, por su parte, hacían fortuna vendiendo mercancías alemanas incluso a Inglaterra y, al mismo tiempo, realizaban una inmigración selectiva tal como deseaban. Solamente podían emigrar los millonarios (cuyos capitales permitirían el desarrollo de la colonización sionista en Palestina). De acuerdo con los fines del sionismo era más importante salvar de la Alemania nazi los capitales judíos, permitiendo el desarrollo de su empresa, que la vida de los judíos pobres o incapacitados para el trabajo o para la guerra, lo que hubiera supuesto una carga. Esta política de colaboración duró hasta 1941.  

En conclusión, resultó que desde el principio hasta el final, los dirigentes sionistas no pensaban más que construir un Estado fuerte en Palestina, llevando para ello un recurso humano utilizable y, subsidiariamente, a judíos menos eficaces, pero en ningún momento pensaron en las responsabilidades que incumbían a toda la comunidad de la resistencia al régimen nazi. 


marialinares36@yahoo.es



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