Al Silencio de una Madre, fue una carta publicada un 19 de noviembre del año 1996 a esta fecha, van casi 13 años. No me fue un honor escribir esto, ya que la madre es Gladis de Carballo, quien el 13 de marzo de 1987 le fue asesinado su hijo Luís Carballo Cantor, por el abogado Bernardino Navas en un estacionamiento de una calle de Mérida, justamente en la calle 4 con 31.
Su hijo se graduaba en esos días de ingeniero y como es costumbre los graduados celebran primero en las calles justo un tiempo antes de entrar al Aula Magna de la Universidad de Los Andes
La actitud soberbia del abogado Bernardino Navas lo llevo a desenfundar un arma de fuego y allí mientras los carros de sus compañeros pitaban afuera y las risas de alegría estallaban por el triunfo logrado y la neblina de la tarde con su frió viento desprendía suaves gotas de agua, era asesinado, Luís Carballo Cantor.
Recientemente se cumplieron los primeros veinte y dos años de aquel doloroso hecho. Bernardino Navas después de pagar sólo unos cuantos años de cárcel por esa pesadilla que es la impunidad de la justicia en nuestro país, aún huye, asesino a un productor de la zona Sur del Lago delante de su hijo de 11 años.
Por allí algunos lo ven, sentado en la Plaza El Llano de esta ciudad, por allí anda aún causando mal y tranquilo, a veces parece que nuestra justicia se sigue ocupando de proteger a los que se hacen poderosos así sean pobres asesinos.
Mientras Luís Carvallo Cantor lo vemos en las palabras del recuerdo frió de una Placa Dorada en el sitio que calló y acompaña las risas, caravanas de las nuevas generaciones que aún sin haberlo conocido le piden, los acompañe…
Mérida, un 19 de Noviembre del año 1996
Sus palabras son la experiencia de una abuela, su sonrisa es el alboroto de los niños, sus manos la esperanza de la juventud. Ella es aquella loca que también busca a su hijo, que no tiene plaza fija donde marchar porque con ella marchan todos aquellos locos que igualmente buscan a sus retoños. Esa vieja busca la esperanza de volver a sentir al que un día sin querer marchó. La historia de ella no dista mucho en sufrimiento al de tantas madres que un día no volvieron a sentir la risa bullanguera, las confidencias, los amores de un hijo.
A todas ellas, alguien tiene que empezar pidiéndoles perdón por escuchar tantas risas entre aquellos que si están, que no han partido, que estarán, a esas que en un paraje de la vida aprendieron a cargar con el dolor y la nostalgia del silencio.
Esa madre del paraje pavoroso, de las palabras que hacen doler el corazón, se llama Gladis de Carballo. Acá Sra. Gladis está la muchachada de la que Ud. siempre habla, la que Ud. dice que le dan ganas de vivir, los que se han atrevido a morir para detener la muerte, a la que también le duele el corazos cuando pasa por la Av. 3. La que llora cuando recibe su titulo en el Aula Magna de cualquier Universidad del país. Nosotros los que nunca perdonamos cuando oímos de un crimen. Su muchachada, la que lleva los claveles rojos contra la muerte, esos que piden en una misa porque las cosas malas no ocurran mas.
Hemos observado su silencio para que muchas personas de esta ciudad no confundan la tristeza con rabia contra Ud. Muchas cosas se han dicho y hecho, buenas y malas después de la muerte de su Tucuso. Todos aquellos que han apoyado el dolor de la partida de forma sincera son la expresión de la sinceridad de un país en opacidad.
En días pasados con una posición muy humana las Autoridades del Decanato de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales, con el sentimiento de los que un día como alumnos y colegas vieron la construcción de tantas ideas y sueños por parte de alguien que dio y vio quemarse las flores de sus sueños. Como un gesto de demostrar que después de su partida cuando dejaron de oír sus risas y juegos opacados por la perdida de su hijo, hoy, el complejo La Liria de nuestra Universidad, en uno de sus nuevos edificios lleva el nombre del Profesor Juan Carballo Cantor. Esas son loas cosas que en el momento de los recuerdos llenan de felicidad a esta gran familia.
Muchos amigos seguirán dando la mano a quienes solo necesitan depositar en un hombro un suspiro o un consejo de lo que es la alegría, no hay odio, no existe rencor, no hay lágrimas, sólo existen sonrisas en la carita de una madre que ve en toda su muchachada a su hijo…
*Estudiante de Ciencias Políticas
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