La dignificación de la vida campesina

La dignidad es sinónimo de honor, quien vive dignamente está en comunión con la satisfacción de sus necesidades materiales y espirituales, todos los seres que habitamos en este planeta tenemos por principio llevar una vida digna por el solo hecho de ser humanos.

La miseria y la pobreza son condiciones indignas, es decir, atentan contra la naturaleza del ser humano, ellas son resultado del modelo económico capitalista que ha convertido la vida en una mercancía a la cual sólo se puede acceder de acuerdo a la cantidad de dinero que se tenga. Se desarrolla la lógica de: “dime cuánto tienes y te diré cuánto vales”, por supuesto, una vida regida por tales principios lleva a millones de personas a vivir en la indignidad.

El capitalismo ha sido contrario a la vida campesina, es este sistema el que ha propiciado el éxodo del campo a la ciudad para contar con un ejército de mano de obra barata para sus negocios, este abandono de la tierra es provocado intencionalmente por los capitalistas. La tierra es una mercancía que se trafica como cualquier bien capital. La extracción vegetal, minera, el latifundio y el monocultivo son formas de intromisión del capital en la vida campesina para desfigurarla y hacerla cada vez menos vivible, promoviendo el abandono de los predios por parte de los campesinos para así hacer ellos el gran negocio.

La dignificación de la vida campesina pasa por entender este problema estructural de la sociedad, comprendiendo que las relaciones de miseria son consecuencia de muchísimos años de prácticas latifundistas. Es una tarea ideológica y social que hay que emprender, la nueva educación campesina tiene como tarea involucrarse en el desmontaje del conjunto de relaciones bajo las cuales ha operado el capitalismo en el campo venezolano.

La dignificación del campesino requiere por un lado, que la sociedad entera reconozca la importancia de esta clase social en la vida de todos los venezolanos, y por otro, que la educación se incorpore a impulsar una agricultura en la cual no se mida el desarrollo por la cantidad de hectáreas producidas, sino por la cantidad de familias sanas, con educación, servicios sanitarios y de infraestructura satisfechos.

¿Cómo lograr este objetivo? En otras oportunidades se ha hablado de sembrar el petróleo como fórmula para lograr la equidad, y en ese sentido se han realizado algunos esfuerzos, planes y grandes inversiones, pero la situación lejos de mejorar se complica cada día más. La infraestructura creada por el Estado venezolano para atender el problema agrícola es inmensa, pero se han atacado los problemas sin ocuparse plenamente del origen, las causas y las consecuencias. El problema campesino no es una simple relación de causa-efecto y es por no comprender eso que se falla. Hace falta atacar el origen y veremos que se afectarían las causas y los efectos, las consecuencias se medirían en la dignificación de la vida campesina.



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Arnaldo Guédez


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