JJ Montilla y el vuelo de los alcaravanes

En 1999 el Fondo Nacional de Investigaciones Agropecuarias publicó el libro Agricultura y Desarrollo Humano en Venezuela. Un Plan para el Nuevo Siglo, del esclarecido médico veterinario y doctor en ciencias Juan de Jesús Montilla. El texto, destinado a convertirse en biblia para acceder a una auténtica independencia, alzó el vuelo de los alcaravanes, y por ahí se oye su grata presencia, pero pocos salen a ver de qué se trata en realidad. Los aires australes le encargaron el prólogo al insigne agrónomo Alvaro Montaldo, el que cambió la papa, una de las salvadoras del mundo, por la yuca, que hubiese redimido a Venezuela.

La obra consta de nueve capítulos. En el primero hay una referencia al patrón de desarrollo deseable y pertinente para el país. El autor se refiere a los dos tipos que prevalecieron: un modelo que incluía la ciencia, la tecnología, el carril aceitado para una gran industria pesada básica, un importante grado de autoabastecimiento alimentario. Fue sustituido por otro, cuyos parámetros dictaban los organismos financieros, y su principal incidencia estaba en el bloqueo a lo agropecuario. Para estas patrañas se prestaban nuestros (¡¡zape!!) políticos. Como el estudio es hasta el 99, Montilla no toca lo actual, que por cierto ha sido el peor: importar todo-producir nada, otra gracia de los contemporáneos (¡¡más zape todavía!!). Acompañamos a Montilla en toda la dirección descrita hacia el desarrollo humano sustentable.

El tema de la lucha del hombre por resolver los padecimientos del hambre ocupa el segundo capítulo. En esto nosotros tenemos serios problemas, que pueden agravarse. Hay crisis alimentaria en las regiones tropicales del planeta, más que en las templadas. Montilla detalla una narrativa sobre esto. Francia, Irlanda, Rusia, India, China han sufrido hambre. Pero han enfrentado exitosamente la situación. También hay dilemas en Africa y la América Tropical. Aquí están los puntos neurálgicos. Nuestra agricultura nunca ha tenido un desarrollo capaz de satisfacer las necesidades agroalimentarias, atrás ha quedado la sana costumbre de nuestros campesinos de entamborar granos y conservar otros rubros para garantizar el alimento para todo el año. La compulsiva urbanización, impuesta por las actividades petroleras, se instaló y reacomodó en las periferias gran cantidad de familias rurales que no tuvieron acceso a los beneficios industriales petroleros. Unido a esto está la atención dada por los gobiernos a los sectores urbanos, lo cual es impecablemente correcto, pero en detrimento mayúsculo de las condiciones de vida de la gente que aún vive en los campos. Hoy vemos con mucha preocupación, por lo menos en Monagas, permanentes atentados criminales contra cuidadores de finca. (¿Terrorismo contra lo rural para que se abandonen esas áreas?).

El capítulo tres lo dedica Montilla a la explicación técnica que motiva la necesaria armonía entre el medio ambiente y las capacidades productivas. Aquí muestra, de modo vehemente, el papel de la investigación, rol que corresponde a la universidad y algunos centros localizados fuera de ellas. Respondemos por lo que se ha hecho siempre en el Núcleo Monagas de la UDO, (cuya única debilidad ha sido sacar sus instalaciones desde el magnífico campo petrolero de Jusepín, una estupidez nunca superada gracias a los políticos-¡¡plus zape!!). Sus Escuelas de Agronomía y Zootecnia han sido modelos, y lo son, de un permanente afán investigativo, muy provechoso, incuestionable, pero subutilizado.

Montilla destina el capítulo cuatro a los rubros alimenticios de Venezuela. Por ser tropical, aquí se da prácticamente de todo, salvo los de clima templado. Para los cereales: maíz, sorgo, arroz nuestra capacidad para sembrar es ilimitada. La yuca, batata, auyama, ni se diga. Con el ganado vacuno hemos cometido el gravísimo error de desdeñar el insustituible criollo, Bos taurus, (los colombianos han hecho maravillas con esta vaquilla que llevaron de aquí), para importar razas de origen templado. Cierto que hay avances, pero por una vía demasiado costosa. Suponemos que hay menor rendimiento en una vaca de 30 litros, pero que exige trato preferencial aire acondicionado, tv, celular, alimento concentrado empaquetado y un vaso de coca cola cada momento, antes que una vaquilla de 4 litros comiendo en la sabana, chamizas, frutillas, paja pelúa. Aclaramos: no nos oponemos a las tecnologías, adaptémoslas con lo nuestro, aprovechando lo que haya que aprovechar de afuera, pero también usemos nuestras potencialidades. Maíz, sorgo, arroz, frijol, yuca, entre otros, Montilla los define como rubros estratégicos y lo refiere en el capítulo cinco.
Los capítulos del seis al nueve van hacia la explicación del por qué del debilitamiento de la agricultura, al tiempo que esboza los puntos a desarrollar para la recuperación y puesta en marcha de un gran plan de relanzamiento. Eso o nada.

El libro del doctor Montilla es de consulta obligada, pero además pudiera ser la hoja de ruta para solventar la escasísima y peligrosa carencias de alimentos. El Ejecutivo debe dejarse de tonterías y llamar a los mejores para que se encarguen de la agricultura y la ganadería. Los que hemos tenido son simplemente un fraude.

pytriago@hotmail.com


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