Cuando se está cumpliendo el Bicentenario del nacimiento en Maracaibo, de Rafael María Baralt, el más insigne lingüista venezolano y el primer latinoamericano en ocupar Sillón de Número en la Real Academia de la Lengua Española, ha de tenerse presente la Escuela Normal “Rafael María Baralt” que funcionó en sus últimos años en la Casa de la Capitulación, sede de la Academia de Historia del Estado Zulia.
Escribo estas líneas, porque no quiero contarme, entre quienes habiendo tenido conocimiento de los hechos en referencia y la oportunidad de escribir para la opinión pública, han evadido hacer comentarios sobre un baluarte de la libertad venezolana como indiscutiblemente lo es en la historia ya cumplida, la Escuela Normal “Rafael María Baralt”.
Después de haber permanecido sus estudiantes sitiados por las huestes de la tiranía representada en esta región por el Coronel Roberto Casanova, fueron obligados a salir por la fuerza de su sede, pero la volvieron a ocupar el Día de la Juventud, 12 de febrero de 1949. Se dirigieron en masa a la Plaza Bolívar y allí, en vehementes arengas gritaron “mueras” a la dictadura militar y “vivas” a Don Rómulo Gallegos, recién depuesto como Presidente Constitucional de Venezuela, y elegido por una abrumadora mayoría del pueblo venezolano.
A partir de ese 12 de febrero, la vida estudiantil de La Escuela Normal “Rafael María Baralt” se tornó en una agitación permanente.
Pasó el tiempo, y la derrota física no había vencido los ánimos de los normalistas. Era el mes de mayo de 1950. Había llegado, nada menos que el momento esperado, el Día del Obrero. Los obreros de Cabimas se pondrían en huelga. Ahora, no eran los trabajadores los que seguían a los estudiantes, sino que éstos seguían a aquéllos. Toda la zona petrolera en huelga. Los estudiantes normalistas de la Baralt al unísono, se habían declarado en paro. No como en el año 1949 quedándose en el local de la Escuela, sino yendo de una vez a la calle y dirigiendo sus pasos a la Universidad y a los Liceos: el Zulia se había puesto de pie, Falcón se sumó solidariamente e igual lo hicieron el Oriente y el Táchira. Casi todo el país mantenía un ánimo de rebelión. Pero la capital, no escuchó la voz portentosa de la provincia.
La Escuela Normal Rafael María Baralt con su condición de escuela provinciana, mereció el “cuidado” de la Junta de Gobierno comandada en el fondo por Pérez Jiménez, y fue clausurada mediante decreto ejecutivo “por considerarse un foco de agitación pública” siendo sus alumnos perseguidos, encarcelados y vejados. Dicho decreto, lamentablemente fue suscrito por el Dr. Augusto Mijares, así como Eduardo Blanco, el autor de “La Venezuela Heroica”, lo hizo con la clausura de la Universidad del Zulia.
La Escuela Normal Rafael María Baralt es una institución en la historia educativa y revolucionaria del Zulia y de Venezuela, y no hay razón para condenarla al ostracismo. Sólo la mezquindad o la incuria han podido influir en no reivindicar para los anales de la dignidad magisterial y la democracia venezolana a esta gloriosa institución, sobre todo, cuando se hace referencia a como el Zulia enaltece el nombre de su ilustre hijo Rafael María Baralt.
El pueblo del Zulia esperaba, que distinguidos e influyentes zulianos rescataran la memoria de la Escuela Normal Rafael María Baralt, nombre enaltecedor de la excelsa zulianidad.
Después de la Capitulación con que se selló la Independencia de Venezuela, nada más importante se ha registrado en la casona histórica que el haber sido sede de la heroica Escuela Normal Rafael María Baralt.
Por envidias o celos de liderazgo, algunos notables zulianos se olvidaron o se hicieron los desmemoriados; pero es oportuno recordarles, el pensamiento del Libertador Simón Bolívar: “La ingratitud es el crimen más grande que pueden los hombres atreverse a cometer” (Carta a Vicente Aguirre, 9 de enero de 1824).
(*) Educador Jubilado y Doctor en Derecho
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