¿Quo vadis? Consejo Superior de la UNA

En la lucha sórdida que mantiene un grupo del Consejo Superior de la UNA, con las autoridades rectorales pareciera no importar las armas, su alcance y consecuencia, todo parece ser válido por hacerse del poder, del control de la UNA, sin entender que esta es una guerra fratricida en la que no puede haber ganadores y la institucionalidad universitaria, sufrirá un daño del cual le será muy difícil recuperarse. El fin no justifica los medios y hay medios para alcanzar un fin. Abunda la ausencia de sindéresis y la sinrazón copa los espacios. Lástima que en su afán de control se olviden y mucho peor, renieguen de lo que en esencia, es la función del consejo Superior. Vale la pena un recordatorio.

De acuerdo al reglamento de la Universidad Nacional Abierta (art.7 ) en su literal “e” establece la forma de designación de los representantes del ejecutivo y su periodo de permanencia en los cargos, y agrega que esta designación recae en el ahora MPPEU, a proposición del organismo correspondiente. ¿todo normal verdad? La anomalía se concreta cuando en apariencia el Ministerio de Educación Universitaria, La Oficina Central de Coordinación y Planificación de la Presidencia de la República y del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Tecnológicas, se conciertan para que sus representantes sean de una sola orientación política y ¡oh sorpresa! provengan del interior de la misma Universidad Nacional Abierta, por ser miembros de su plantilla académica-administrativa, constituyendo con esto una dudosa cualidad de juez y parte a la hora de decidir sobre asuntos –la aprobación o no de la Memoria y Cuenta de la UNA- por ejemplo, donde debería prevalecer la imparcialidad, la objetividad y la apreciación desprejuiciada del elemento a considerar. Si esto no es por lo menos ilegal, los deslegitima en su quehacer.

Otro punto a considerar, lo constituye el nombramiento de la actual presidenta del Consejo Superior: aunque sea una decisión potestativa de quien dirija el MPPEU, esta designación debería tener como objeto el realce la de academia, la promoción del mérito, el reconocimiento a la labor y aporte en el ámbito de la Educación Superior en nuestro país. Lamento decir que por lo menos en esta oportunidad, esas premisas no se corresponden con la ocupante de la silla de la presidencia de nuestro Consejo Superior, quien en sus 15 o más años en la institución, no ha pasado de la categoría de instructor, no ha presentado concurso de ascenso y académicamente está muy lejos de sus predecesores en el Consejo Superior de nuestra universidad.

Eso aunado a que un representante gubernamental, que a pesar de estar en Comisión de Servicios en otro ente del Estado, no ha abandonado su cargo por el insólito hecho de que su suplente responde a una orientación política distinta a la suya, impide entre otras cosas la existencia de un Consejo Superior en la UNA, que responda a los criterios de pluralidad, amplitud, diversidad y un montón de sinónimos que desde sus nombramientos fueron execrados de la aplicación a la hora de decidir asuntos que garanticen la paz y el buen funcionamiento institucional.

¿Cumple el actual Consejo Superior de la UNA con sus funciones? ¿Dónde están los lineamientos para definir y evaluar las prioridades y metas de la UNA? ¿Desde hace cuanto no se reúne con la Oficina de Planificación y Evaluación Institucional, OPEI,? ¿Cómo se manifiesta la coordinación de la UNA con los planes nacionales y regionales de desarrollo, en atención a la orientación general del sistema educativo y a los lineamientos establecidos por el CNU? Aparte de politizar su ejercicio, el actual Consejo Superior, ¿responde a las necesidades y requerimientos de una institución como la Universidad Nacional Abierta, ¿es política del actual Consejo Superior exponer con medias verdades hechos y situaciones para presentar desfavorablemente a la institución?.

Si quieren hacer política en la UNA, por supuesto que están en su derecho, sométanse a las reglas que la democracia establece, aprueben la modificación del reglamento de elecciones en atención al contenido de la sentencia de la Sala electoral del TSJ numero 138 y presenten en las elecciones un equipo que a su vez represente las aspiraciones de quienes conformamos la comunidad universitaria. Dejen de utilizar el subterfugio de una representación que hasta hoy sólo ha servido para poner en el ojo del huracán a una institución como la UNA, que con sus múltiples aciertos y sus errores constituye una opción educativa que sobrepasa con creces y méritos, sus aspiraciones de someterla.



Periodista

Especialista en Asuntos Literarios

ramoncol@una.edu.ve/ ramoncolme@hotmail.com/ @ramoncolmenares


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Ramón Colmenares


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